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Aranjuez, la ciudad predestinada a Sitio Real (y universal)

Una vega única en Madrid, un Palacio Real con unos jardines sin réplica en el sur de Europa, un escenario diseñado por y para reyes. Por eso solo Aranjuez tiene el título de Paisaje Cultural

Aranjuez es mucho más que el Paisaje Cultural que reconoce la Unesco. Sus más de 2.000 hectáreas de paisajes acuáticos, vegetales y urbanos justifican que la ciudad fuera en su día la otra capital de la monarquía.
Aranjuez es mucho más que el Paisaje Cultural que reconoce la Unesco. Sus más de 2.000 hectáreas de paisajes acuáticos, vegetales y urbanos justifican que la ciudad fuera en su día la otra capital de la monarquía.Belén Imaz_Comunidad de Madrid

Cuando en 2001 la Unesco la declara Paisaje Cultural Patrimonio de la Humanidad, le da la razón a los Reyes Católicos y a todas las dinastías que han contribuido al conjunto palaciego con los mayores jardines del mediodía europeo. Un vergel en plena estepa, con un clima más templado en invierno y fresco en verano que hizo de Aranjuez, durante cuatro siglos largos, una ciudad de vacaciones para reyes. Si sería apreciada, que ha dibujado para siempre el mapa regional con ese apéndice al sur, a lo largo de la vega en la unión de los ríos Tajo y Jarama.

Única en una región única

Madrid es la única provincia española con cinco enclaves en la lista del Patrimonio Mundial de la Unesco (el Paisaje Cultural de Aranjuez; el Paisaje de la Luz, en la capital; el Monasterio y Real Sitio de San Lorenzo de El Escorial; la Universidad y centro histórico de Alcalá de Henares, y el Hayedo de Montejo), pero el arancetano puede considerarse único, un todo en uno de monumentos naturales y arquitectónicos que explican por qué solo Aranjuez es eso, un Paisaje Cultural: más de 2.000 hectáreas de paisajes acuáticos (ríos, canales, presas, estanques, una cascada…), paisajes vegetales (jardines, sotos, bosques, huertas…) y paisaje urbano cuya riqueza se explica porque toda la ciudad fue Corte, la otra capital de la monarquía. No extraña que en la lista de ilustres ribereños (el otro gentilicio de Aranjuez) figuren 11 pintores en el siglo XX.

Considerados los más bellos de su época, el conjunto de jardines históricos del Palacio Real de Aranjuez han inspirado a artistas como el compositor Joaquín Rodrigo o el pintor Santiago Rusiñol.
Considerados los más bellos de su época, el conjunto de jardines históricos del Palacio Real de Aranjuez han inspirado a artistas como el compositor Joaquín Rodrigo o el pintor Santiago Rusiñol. ©BELÉN IMAZ_Comunidad de Madrid

Además, se trata de un paisaje auténtico, poco modificado desde las últimas estancias borbónicas, el escenario real de una película de época que le ahorraría millones al productor. De ahí un truco para conectar con Aranjuez: ver justo antes un film de época como Farinelli, el cantante castrato que amenizaba los paseos fluviales en las falúas que hoy conserva su Museo. O Esquilache, la revuelta popular que asalta el palacio de Godoy y todos los años recrean las Fiestas del Motín. Si además viene en el Tren de la Fresa, con el atrezzo que recuerda los viajes de Isabel II, ya no es una escapada, es un traveling.

El otro truco es ojear un google maps o similar para entender este paisaje de paisajes. Quizá por eso en la ciudad hay tantas empresas de paseos en globo. Entender la secuencia de jardines históricos y el conjunto del Palacio Real junto a los meandros del Tajo. Cómo gran parte del inmenso Jardín del Príncipe es más salvaje, mientras los de la Isla o del Parterre se organizan en planos geométricos. Por qué se dice que a Aranjuez no la construyeron, la dibujaron, con su casco histórico en forma de damero y un kilómetro exacto por cada lado. O por qué sus mejores restaurantes se especializan en verduras y hortalizas de una vega que surtía las cocinas cortesanas, nunca mejor dicho lo de sanas. Un clásico es Casa José. Y otro con décadas de clientes famosos es Casa Pablo. Hablando de vistas aéreas, no se pierda un típico helado (azul) de cielo.

Los palacios barrocos impactan por fuera con su contraste de ladrillo rojo y piedra blanca de las canteras de la cercana Colmenar, otra escapada gastronómica interesante junto con Chinchón, dos señoras plazas

Paseos con todos los sentidos

Esa mirada desde arriba hace apreciar mejor los detalles abajo. Cómo el diseño en U de la Casa del Labrador se integra en el jardín. La distribución de los canales y embarcaderos para unos paseos que hoy recrea un barco turístico con el nombre bien puesto: el Curiosity. La sorpresa de encontrarse la capilla barroca de San Antonio, que compartían reyes y pueblo llano, fuentes como la del niño que se quita una espina del pie, gente practicando yoga junto a los caprichos arquitectónicos de un templo griego o una pagoda oriental, en el estanque de los Chinescos. O la forma más natural de escuchar el Concierto de Aranjuez y otras piezas: los paseos musicales por los propios jardines.

A menos de 30 kilómetros de Aranjuez se encuentra Chinchón, otro histórico enclave rodeado de viñedos y olivos. Su emblemática Plaza Mayor es parada obligatoria.
A menos de 30 kilómetros de Aranjuez se encuentra Chinchón, otro histórico enclave rodeado de viñedos y olivos. Su emblemática Plaza Mayor es parada obligatoria. ©BELÉN IMAZ_Comunidad de Madrid

Si hablamos de una película de época también hay que actuar en el Aranjuez interior. Los palacios barrocos impactan por fuera con su contraste de ladrillo rojo y piedra blanca (de las canteras de la cercana Colmenar, otra escapada gastronómica interesante junto con Chinchón, dos señoras plazas). Pero las estancias interiores en el Palacio Real o la Casa del Labrador transportan al día a día cortesano, a los gustos íntimos, incluso a las manías: el mobiliario que va cambiando de modas, espléndidos regalos como la mesa de malaquita enviada por un Zar, la colección de relojes y esculturas, salones temáticos de espejos, de porcelanas, para el baile, el billar o la magia de La Alhambra.

Brindis por la historia

Detalle a detalle se completa el parque temático cultural en el Aranjuez de hoy. Se vive en lugares tan inesperados como la única bodega del mundo propia de una Casa Real, no muy lejos de otra bodega única, El Regajal, situada en una zona de especial valor ecológico con, por ejemplo, 77 especies de lepidópteros. Se vive en una ronda de tapas en el Mercado de Abastos con su estructura de hierro. En la visita al Museo de la plaza de toros con categoría histórico-artística, que explica la ciudad como una fiesta permanente durante las largas estancias monárquicas.

Y se vive en su legado: la vida cultural de una ciudad dedicada a entretener e inspirar. Por eso conviven guiones tan diferentes como un paseo familiar a bordo del Chiquitren, una sesión de soul y góspel en el Teatro Real, o el Festival de Música Antigua que este año recuerda cómo Farinelli creó aquí un programa melómano, admirado en Europa. El Festival es la prueba, sigue sonando hoy.

De Aranjuez a Chinchón y Colmenar de Oreja

Aunque no están incluidos en el Paisaje Cultural de Aranjuez, merece la pena ampliar esta película de viajes a otros dos enclaves históricos vecinos: Colmenar de Oreja, de cuyas canteras se arrancaron las piedras de los palacios ribereños, y Chinchón, cuyo patrimonio arquitectónico da para otro escenario constante de películas y series como Águila Roja, por algo será. Dos señoras plazas porticadas para sentarse y probar vinos con denominación madrileña y la gastronomía popular, desde patatas chulas y carne al desarreglo a puches y judías chinchoneras. De postre, pelotas de fraile.