21 fotos21 experiencias japonesasDe boutiques de diseño en Tokio a las tradicionales tabernas niponas, pistas imprescindibles para no perderse las mejores atracciones del paísLonely Planet22 oct 2015 - 00:00CESTWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceEsta isla convertida en museo en el mar Interior es una de las atracciones más interesantes de Japón. Está llena de museos de arte, esculturas y casas artísticas (cada una con su propia instalación). Hay incluso un original ‘art sento’, el baño público más atípico de todo el país. Se pueden recorrer galerías e instalaciones al fresco en bicicleta y, si hace calor, nada como un chapuzón en la playa con un maravilloso paisaje repleto de islas.Tim HughesComer en la habitación. Pasarse el día en batín. Darse un baño con vistas a un jardín. No levantar un solo dedo salvo para llevarse la comida a la boca. ¿Suena relajado? Entonces, se recomienda encarecidamente pasar una noche en un buen ‘ryokan’ (posada tradicional japonesa). Todos los ryokan, desde el más lujoso al más humilde, ofrecen un acercamiento al ancestral 'modus vivendi' de los japoneses.Greg ElmsSi estamos en Kioto durante la temporada de danza de geishas –suele ser en primavera– es casi imprescindible asistir a una de estas representaciones. No hay espectáculo más colorido, entrañable y divertido. Todo un despliegue que nos hace sentir en otra época, como en un sueño. Un estallido de color y música, difícil de olvidar. El festival primaveral se llama Miyako Odori y se organiza durante el mes de abril en el kaburenjo o teatro del distrito de Gion Kobu. Las geishas más experimentadas tocan el shamisen, mientras que las jóvenes realizan bailes tradicionales, llamados kyomai.Frank CarterA juzgar por los arbolados bulevares de la ciudad, cuesta visualizar Hiroshima como la ciudad devastada por una bomba atómica, aunque el Museo Conmemorativo de la Paz se encarga de recordarnos la terrible realidad. Fuera de la tranquilidad que se respira en el Parque Conmemorativo de la Paz, la energética Hiroshima no para y es una ciudad muy activa. Hiroshima sigue siendo una importante y conmovedora lección de historia, pero su modernidad y habitantes no permiten que nos vayamos solo con ese recuerdo.Steve VidlerJapón es un paraíso para 'gourmets' y merece la pena experimentar, más allá de las barras de sushi. En Tokio o Kioto se podría probar cocina especial japonesa durante un mes sin repetir: desde un desayuno auténticamente japonés (arroz, sopa de miso, tsukemono, pescados y huevo), o una noche de tapas por los izakaya (en la foto), bares a los que acuden los japoneses tras el trabajo. También podemos intentarnos acercar a la verdadera cocina familiar (uchishoku) y, por supuesto, visitar el mercado de Tsukiji, la lonja de pescado más grande del mundo.Greg ElmsCuando los cerezos florecen los japoneses se vuelven más alegres y hospitalarios que nunca. Si tenemos la suerte de asistir a esta fiesta tradicional de primavera, veremos cómo pierden la sobriedad y la seriedad que los caracteriza y agasajan a los visitantes con sake, cerveza y tentempiés. Puede que incluso nos inviten a participar en un karaoke. Dos de los mejores sitios para unirse a la juerga son Ueno-kōen, en Tokio, y Maruyama-kōen, en Kioto.Frederic SoltanUno de los mayores secretos de Japón: el esquí y el snowboard. Desde los Alpes Japoneses, en Honshū central, a las tierras altas de Hokkaidō (en la foto, descenso por nieve virgen en Furano), azotadas por el frío siberiano, hay que venir bien abrigado. Las tiendas de alquiler de equipo a precios asequibles permiten plantarse en las pistas en un santiamén, mientras los onsen aguardan la llegada del viajero exhausto para una singular experiencia. Es más, no hay nada como un baño caliente y un sake frío tras un agotador día en las pistas Black Diamond. Esta cordillera es también uno de los escenarios insospechados para practicar el senderismo. Los caminos bien señalados llegan hasta el mismísimo corazón de los altos picos. Se puede pasar una semana entre montañas y de cabaña en cabaña sin nada a cuestas, salvo una pequeña mochila.gettyLos castillos japoneses tienen tanto en común con sus equivalentes europeos como los quimonos con los vestidos de gala occidentales. Sus refinados contornos contradicen la triste realidad militar que esconden sus muros. En lo alto de las llanuras aparecen como si hubieran sido diseñados para alegrar la vista más que para proteger a sus señores. Nos gustarán todavía mucho más si nos interesa el mundo de los samuráis, los sogunes y la historia militar. Por ejemplo, visitando los de Matsuyama o Hikone.KATSUHIRO YAMANASHIKioto es visita obligada en cualquier viaje a Japón, un encuentro con la tradición, la belleza y la sensibilidad nipona clásica. Con más de 1.000 templos, cuesta elegir. Merece la pena dedicar un poco de tiempo a buscar información previa y escoger los que más puedan encajar en nuestros gustos. Para los amantes de lo llamativo y majestuoso, es perfecto el esplendor chillón de Kinkaku-ji. Si preferimos el estilo wabi-sabi antes que el rococó, la tranquilidad de Hōnen-in o de Shōren-in nos encajará más. Y además de los templos están los mejores jardines; algunos de ellos en Ginkaku-ji, Ryōan-ji y Tōfuku-ji.Lucas VallecillosEl monte Fuji quita el hipo también desde la distancia. De cerca, el cono perfectamente simétrico del pico más alto de Japón deja patidifuso. ¿El amanecer desde la cima? Magia pura. Fuji-san es la atracción más venerada y atemporal de Japón. Cientos de miles de personas la suben cada año, perpetuando una tradición centenaria de ascensión peregrina hasta este volcán sagrado. Aquellos que prefieran vistas de postal desde los picos menos sobrecogedores de las inmediaciones, pueden seguir los pasos de los pintores y poetas más célebres de Japón.Benjamin TorodeAl oeste de Kioto está uno de los lugares más mágicos de Japón: el famoso bosque de bambúes de Arashiyama. El efecto visual de las cañas de bambú, aparentemente infinito, no tiene parangón al de otras arboledas: se percibe una presencia irreproducible en las fotografías (aunque no hay que cesar en el intento). Quien haya visto la película 'Tigre y dragón', de Ang Lee (2000), se hará una idea de este lugar.Lucas VallecillosHokkaidō fue la última región de Japón en ser pacificada por el Gobierno central, pero sigue siendo la más asilvestrada. Aquí las dimensiones se amplían y son muy diferentes a las del resto del país: el cielo es más vasto, las distancias son mayores y la naturaleza es mucho más agreste; por algo es el último reducto del oso pardo en Japón. A quienes busquen naturaleza en estado salvaje, esta isla del norte de Japón no defraudará. Hay una visita imprescindible: el parque nacional de Shiretoko (en la foto).CorbisEl valle de Kamikōchi, rodeado por las cumbres de los Alpes Japoneses del norte, conforma uno de los entornos naturales más impresionantes del país, Los senderos parten desde el puente de Kappa-bashi y siguen el cauce del Azusa-gawa (en la foto) a través de bosques de sauces, arces y olmos. La cuna del alpinismo japonés, Kamikōchi, es la puerta de ascenso al Yariga-take (3.180 metros) y también de un sencillo paseo de una hora hasta los manantiales termales de la zona. Otro lugar que invita a una excursión es Tsumago, localidad exquisitamente conservada con hospederías típicas de madera que alojaban a los viajeros samurái.Piyaphon PhemtaweeponEn la Kumano Kodō, antigua ruta de peregrinos del sur de Kansai, no es difícil imaginar los tiempos antiguos en los que las mercancías se transportaban a cuestas por sinuosos caminos de montañas. Este antiguo sendero de peregrinos, que podría recordarnos a nuestro Camino de Santiago, atraviesa bosques de cedros, visitan santuarios e invita a hospedarse en alojamientos confortables. Y como remate perfecto, un buen remojón en algunos de los mejores onsen de la región.Ippei NaoiEl archipiélago de Ogasawara, situado a 1.000 kilómetros al sur de Tokio en el Pacífico, es uno de los secretos mejor guardados de Japón. Habitadas solo durante los últimos 180 años, estas islas subtropicales están bordeadas por playas de arena blanca, cálidas aguas azules y en ellas habitan decenas de especies de plantas y animales insólitos. Submarinistas y buceadores pueden nadar entre delfines, peces manta y tortugas marinas. También se puede hacer rutas en kayak para observar ballenas o, de noche, las estrellas. Chichi-jima es la isla principal y más accesible.Ippei NaoiLos japoneses han convertido el sencillo acto de bañarse en una tradición que roza lo religioso y, tanto es así, que el país está lleno de onsen, auténticos templos y santuarios consagrados a esta fe tan relajante. No hay nada como sumergirse en la bañera de un típico baño termal natural japonés. Notaremos cómo se nos relajan todos los músculos y agradeceremos enormemente haber venido a Japón aunque solo sea por el placer de este momento. Con suerte la cuba estará al fresco, con un bonito arroyo no demasiado lejos.BohistockSentarse a un lado del cuadrilátero cuando chocan dos yokozuna (grandes campeones) es como ver dos montañas llegando a las manos; hasta la tierra parece temblar. Aunque uno esté en el gallinero, asistir a un combate de sumo nunca se olvidará. Es muy diferente a cualquier otro deporte: el ritual de tirar la sal, las indicaciones extraterrenales del árbitro, el inacabable cruce de miradas antes del combate, todo es singular.Olivier GoujonSubir en funicular al complejo budista de Kōya-san es como ascender a otro mundo. Una grandeza espiritual mayúscula impregna todo el santuario, pero la sensación se intensifica en el enorme cementerio de Oku-no-in. Los senderos se abren paso entre elevados cryptomeria japoneses, hasta desembocar en la sala principal donde la repentina aparición de un Buda sería la cosa más natural del mundo. Otra experiencia religiosa proporciona el templo de Tōdai-ji, en Nara, especialmente detenerse ante de la sala principal. Después, y sin mirar hacia arriba, hay que acceder al interior para apaciguar la mente y levantar la mirada para contemplar al Daibutsu (gran Buda). Probablemente, es lo más cerca que estemos de la iluminación (si no dedicamos años a la meditación). Para muchos, ninguna otra atracción japonesa impacta tanto como este cósmico Buda, del que casi se puede sentir la energía que emana su corpulencia.David Terrazas MoralesPocos espectáculos teatrales se aproximan al kabuki (estilizado teatro japonés). No hace falta entender el texto, pues no hace más que amplificar el factor “alienígena recién aterrizado presto a desconcertar a los terrícolas” que convierte el kabuki en uno de los espectáculos más entretenidos de Japón. Algo que el viajero recordará incluso mucho tiempo después de abandonar estas islas. Los dos mejores sitios para verlo son el Teatro Minami-za, en Kioto, y Kabuki-za, en Tokio.Will RobbPuede que Japón sea más conocido por sus templos tradicionales, pero el perfil urbano de Tokio es un verdadero museo de arquitectura contemporánea al aire libre, con decenas de edificaciones, inspiradas y originales, proyectadas por un reconocido plantel de arquitectos de todo el mundo. Por ejemplo, las maravillosas boutiques en Omote-sandō, los peculiares proyectos posmodernos en Odaiba o incluso el nuevo ejército de bloques de oficinas de Marunouchi.Corbis