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Así se libera a un país de la defecación al aire libre

Guinea-Bisáu se ha propuesto acabar con esta práctica nociva para la salud y mejorar también el acceso a agua potable y electricidad. Una coalición de ONG recorre las aldeas para concienciar a la población

A 46 minutos en coche de la ciudad de Bafatá, en el Este del Guinea-Bisáu, está Cansantin. El acceso es por caminos de tierra, a veces son inaccesibles en turismos y solo se puede llegar en moto. Y en épocas de lluvia, ni eso. En esta aldea, la mayoría de la población practicaba la defecación al aire libre, hasta que por intermediación de la ONG local ASPAAB los vecinos empezaron a construir letrinas en sus viviendas. En el mundo, 2.000 millones de personas carecen de saneamiento y 673 millones hacen sus necesidades al descubierto. En el caso de Guinea-Bisáu (1,9 millones de habitantes), un 10,6% de la población tiene este problema. El porcentaje asciende al 16,2% en áreas rurales.Álvaro García
A la falta de saneamiento se suma la privación de agua segura: un 33,% de la población de Guinea-Bisáu no tiene acceso; tasa que sube hasta un 44,6% en zonas no urbanas del país. Son los datos más recientes de la encuesta nacional de indicadores múltiples, de 2020 (MICS-6). Contra esas estadísticas luchan Mussa Sanha y los demás trabajadores de la ONG local ASPAAB. Con el apoyo de la Unión Europea, y en colaboración con otras organizaciones internacionales como ADPPD (Humana) y la portuguesa TESE, cuentan con nueve millones de euros para un proyecto de agua, saneamiento y energía.Álvaro García
“La falta de agua tiene efectos en la vida de las mujeres y niños porque son los que van a por ella y dedican muchas horas de la jornada a esta labor”, explica Mussa Shana. En Cansantin tienen una fuente en la que disponen de agua segura, así lo determinan las mediciones, cerca de las viviendas. Normalmente, la transportan en recipientes sobre sus cabezas.Álvaro García
Es tradición en algunas comunidades rurales de Guinea-Bisáu ofrecer agua, almacenada en unas vasijas en la calle, a los viajeros. Una práctica que ASPAAB trata de erradicar en las aldeas en las que trabaja porque es un foco de transmisión de enfermedades. En Cansantin, todavía mantienen esta costumbre de hospitalidad pese a los avances registrados en la eliminación de otros hábitos como la defecación al aire libre.Álvaro García
Taibu Balde, vecina de Cansantin de 58 años e integrante del comité de agua de la comunidad, recuerda que antes de las bombas, tenían un solo pozo para agua de consumo humano y un lago donde lavaban y cogían agua para el baño. "Pero la cantidad que sacábamos del pozo ya no alcanzaba para toda la comunidad", asegura. En la imagen, unos niños juegan a sacar el cubo de aquel único y viejo pozo del que disponía la aldea.Álvaro García
Una vecina de Cansantin muestra orgullosa el retrete que ha construido con sus propios recursos y siguiendo las especificaciones de la ONG ASPAAB para no contaminar el agua que consume la comunidad. Está a más de 30 metros de la fuente y no tiene más de dos metros de profundidad. El tubo sirve para dejar salir los gases que se generan por la descomposición de los excrementos. El cercado les da a las mujeres, además, mayor intimidad y seguridad para hacer sus necesidades o asearse cuando tienen la menstruación.Álvaro García
Según datos de la última Encuesta de Indicadores Múltiples (MICS6) del país, el 8% de menores de cinco años padecieron diarrea en las dos semanas previas al sondeo, más de la mitad no recibieron ningún tratamiento ni atención médica profesional. Los alimentos y el agua contaminados, por falta de saneamiento, agua potable e higiene, son causantes de este mal que puede derivar en una situación de desnutrición crónica o retraso en el crecimiento.Álvaro García
"Las mujeres son las que se encargan del agua en las casas, por eso se unen a la gestión. Entre las candidatas, la comunidad elige a las que son de su confianza. Cada comunidad es distinta y para cada una hay un plan, pero en todas es obligatorio que participen las mujeres", comenta Mussa Sanha, dirigente de la ONG local ASPAAB.Álvaro García
En el peor de los casos, los episodios agudos de diarrea pueden provocar la muerte. No es infrecuente. Esta dolencia, que en el mundo desarrollado es apenas un inconveniente y se trata fácilmente con rehidratación, es la segunda causa de mortalidad infantil en el mundo. Solo en 2019 mató a 370.000 pequeños. El consumo de agua o alimentos contaminados es una de las principales causas de la diarrea, por eso, garantizar el acceso a agua segura y saneamiento adecuado es considerada una intervención de salud.Álvaro García
“162 comunidades en Bafatá han abandonado la defecación al aire libre por intervención de ASPAAB. Es un orgullo; nos lo reconoce el Gobierno, Unicef, otras organizaciones internacionales. Es un orgullo”, subraya Mussa Sanha.Álvaro García
Con materiales y mano de obra local, les cuesta unos 35 euros (22.500 francos), una fortuna en un país en el que el salario mínimo es de unos 145 euros (95.500 francos) y casi el 70% vive por debajo el umbral de la pobreza.Álvaro García
Los trabajadores de ASPAAB y ADPPD (conocida en europa como Humana) hacen visitas de seguimiento para comprobar los progresos en la construcción de letrinas, también en el cambio de hábitos, es decir, que se usan, y anotan cualquier eventualidad que se encuentran; ppor ejemplo, que en el lugar escogido haya piedra y no puedan cavar.Álvaro García
A este vecino, Mussa Sanha, de ASPAAB, le elogia la construcción y le recuerda que tiene que tapar el agujero para evitar que las moscas merodeen por las heces y después por los alimentos que van a comer, lo que pone en riesgo la salud.Álvaro García
“Estas familias no tenían letrinas y defecaban al aire libre. La lluvia filtra esas heces y se contaminan los pozos de agua. Esto se traduce en casos de diarrea, fiebre tifoidea y dolores de tripa”. También las heces atraen a insectos, principalmente moscas, vectores de enfermedades. "Intentamos despertar la conciencia de las comunidades para cambiar comportamientos porque están comiendo la caca unos de otros", explica Mussa Sanha durante una visita de seguimiento a una de las comunidades donde ha intervenido su ONG para erradicar la defecación al aire libre.Álvaro García
Mussa Sanha era un profesor de matemáticas en su anterior vida, hasta que tuvo que abandonar la docencia para dedicarse a jornada completa a la ONG que creó para mejorar el acceso a agua y saneamiento en su región (Bafatá, el Este de Guinea-Bisáu). Le ha llevado años contar con el reconocimiento de organismos internacionales, pero gracias a su tesón, hoy cuentan con una sede y les ha sido encomendada la tarea de estudiar la disponibilidad de agua y saneamiento de los colegios de la zona para proponer soluciones.Álvaro García
Cuando Mussa Sanha llega a una comunidad rural del interior de Guinea-Bisáu coloca un plato con heces y otro con comida ante los vecinos congregados, casi siempre bajo la sombra de un árbol. No pasan muchos segundos antes de que empiecen a revolotear las moscas, que van de un recipiente a otro. A continuación, ofrece los alimentos para degustación de los presentes. “Ninguno quiere. Porque contiene caca”Álvaro García
En Guinea-Bisáu, un 36,4% de niños registra una altura menor de la mínima para su edad. Después de los cinco, las consecuencias físicas y cognitivas del retraso en el crecimiento son irreversibles.Álvaro García
“Algunas comunidades se resisten porque creen que defecar al aire libre es mejor. A veces, después de 15 visitas no conseguimos convencerles de que construyan las letrinas”, lamenta Sanha. Es el caso de Bindur Dugál, a media hora de la ciudad de Mansoa, en la región de Oio.Álvaro García
Augusta Halam, de 30 años y madre de dos hijos con un tercero en camino, forma parte del comité de saneamiento de Bindur Dugál. "Cuando los niños tienen diarrea, tenemos que ir a Mansoa (la ciudad más cercana), y si la carretera está mal o no hay una moto disponible, tenemos que ir a pie", comenta.Álvaro García
Julia Trapa, de 22 y madre de dos niños de dos y cuatro años, forma parte del grupo de saneamiento. “Porque la comunidad no está organizada; no tiene limpieza y necesitamos letrinas. Tampoco el agua está limpia. Tenemos problemas de salud”, justifica. Después de que su marido falleciese en marzo de 2021 ―“le salió algo grande en la garganta, luego le dolía el cuerpo y murió en el hospital”, resume la viuda, sin compungirse―, Trapa volvió a estudiar. Cada día, tras preparar la comida y trabajar en la recogida del anacardo o vendiendo cosas que adquiere en la ciudad, recorre ocho kilómetros hasta la escuela.Álvaro García
Aulé Quandi, de 25 años y madre de dos hijos, sí ha cavado su retrete y tiene otro en marcha “para las visitas”. Lo está haciendo ella misma porque su marido es muy mayor y no puede. “Ya no estudio”, lamenta. "Pero me siento bien de formar parte del grupo de saneamiento y hablar con la comunidad. Está bien que vengan visitas importantes y nos ayuda a convencerles de que las letrinas son necesarias".Álvaro García
En Bissa, los activistas de ASPAAB llevan tres o cuatro encuentros con la comunidad; y como no hay ayudas para la construcción, nadie ha cavado su retrete. “Este es un proyecto no subsiario; en ediciones anteriores dábamos los materiales, pero no funcionaba. Así que copiamos un modelo de Bangladés: que ellos mismos lo hagan con materiales locales, sin mucho coste, y asuman la responsabilidad. Si no te apoyan para hacer una casa o comer, ¿por qué tienen que hacerlo para construir un inodoro?”, cuestiona Sanha.Álvaro García
Brinsan, de 50 años (la de rosa) forma parte del grupo de saneamiento de Bissa. Se unió "para mantener la higiene" y por su propia seguridad. El bebé que lleva en brazo -no sabe especificar si un nieto o un sobrino- tiene diarrea, asegura.Álvaro García