El arca de Noé de la ciencia

El CSIC cuenta en la Estación Biológica de Doñana con uno de los más importantes archivos de biodiversidad del mundo

Fotogalería. Carlos Urdiales, conservador de las colecciones de la Estación Biológica de Doñana, muestra un ejemplar de águila imperial.PACO PUENTES

Antonio Machado y Núñez (Cádiz, 1815 - Madrid, 1896) fue abuelo de los poetas Antonio y Manuel Machado y precursor de lo que hoy es la mayor colección científica de vertebrados de España, creada por José Antonio Valverde en 1964. Los ejemplares que el divulgador español del darwinismo recopiló hace dos siglos fueron solo el germen de uno de los más relevantes archivos de la biodiversidad del mundo, que se encuentra en los sótanos ...

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Antonio Machado y Núñez (Cádiz, 1815 - Madrid, 1896) fue abuelo de los poetas Antonio y Manuel Machado y precursor de lo que hoy es la mayor colección científica de vertebrados de España, creada por José Antonio Valverde en 1964. Los ejemplares que el divulgador español del darwinismo recopiló hace dos siglos fueron solo el germen de uno de los más relevantes archivos de la biodiversidad del mundo, que se encuentra en los sótanos de la sede de la Estación Biológica de Doñana (Consejo Superior de Investigaciones Científicas, CSIC) en Sevilla. Cientos de archivadores y estanterías albergan más de 100.000 ejemplares de una quinta parte de las especies del planeta, una colección que, según su conservador Carlos Urdiales, es “un patrimonio científico de la humanidad”.

Cada ejemplar conservado es representativo de su especie, su hábitat y su tiempo y la continuidad en la colección, que sigue viva, es fundamental para la investigación. Las muestras de lobo y lince ibérico, águila imperial o de fauna del Sáhara, son únicas, una ventana del pasado y del presente que será fundamental en el futuro.

La colección, con animales de la península Ibérica, norte de África y América, de forma destacada, es heredera de los gabinetes que hace siglos comenzaron a recopilar ejemplos de fauna como rarezas, para su divulgación o para su estudio. En la actualidad, ha evolucionado hacia un centro científico público con una compleja preparación previa de los ejemplares que garantiza su conservación y su uso en las investigaciones. “Son faros de la evolución y del ecosistema”, afirma Urdiales mientras recorre las salas y los archivos.

Este espacio, con una sala ornitológica con 21.500 especímenes de 1.600 especies, es el único lugar donde volver a ver ejemplares como el torillo andaluz, un ave de canto singular similar a un mugido del que no se ha documentado su presencia desde los ochenta. O de sapo arlequín americano, al que un hongo le está abocando a la extinción.

Ejemplar de torillo andaluz, un ave que no se ha vuelto a ver desde los años ochenta.PACO PUENTES

De los 8.000 ejemplares de 300 especies de peces destacan los esturiones. Uno de ellos, de dos metros (pueden llegar a medir hasta cuatro) de largo, procede del Guadalquivir, en cuyas aguas habitaron hasta el siglo pasado.

Vampiros y un oso que sostenía el menú del día

La serie de murciélagos es una de las más importantes del mundo y las instalaciones de Sevilla cuentan con ejemplares de vampiros venezolanos. Los quirópteros se han convertido en una especie muy demandada para su estudio al ser considerado un vector de transmisión del ébola.

La colección sigue viva con cesiones y donaciones procedentes de campañas de investigación o de particulares o de atropellos o, como el caso de un oso pardo de los Cárpatos, del decomiso de la Guardia Civil, que localizó el ejemplar en una venta de Algeciras donde era utilizado como reclamo y sostenía entre sus garras el menú del día.

Carlos Urdiales, junto a la colección de linces ibéricos. PACO PUENTES

Entre los felinos se puede ver un león indio procedente del Zoo de Jerez o un tigre de Nueva Delhi. Pero los ejemplares más importantes son el último guepardo del Sáhara o gatos (Felis margarita) de la misma zona y de los que quedan pocos. Y por supuesto, la más completa y antigua colección de linces ibéricos del mundo.

Uno de los restos más estudiados (la última investigación fue sobre el oído interno) es un cráneo de un macho de gorila que falleció en el Zoo de Jerez en 1974. Otro simio relevante es una antigua hembra de mono aullador, una especie de la que apenas quedan dos centenares de ejemplares en el mundo.

Ejemplares de codornices de la colección de la Estación Biológica de Doñana. PACO PUENTES

Casi 200 años tiene un ornitorrinco macho (reconocible por el espolón venenoso en sus patas traseras). Pero no solo los ejemplares más singulares son importantes. Las colecciones zoológicas de especies comunes, especialmente si son representativas de áreas geográficas amplias o de una zona concreta durante años, también son relevantes para analizar cambios poblacionales, derivas genéticas u otros aspectos como el estudio de la variación en el tiempo de la presencia de contaminantes en plumas o la presencia de metales pesados en muestras de huevos.

Esta gigantesca arca de Noé permanece en las instalaciones del CSIC en Sevilla con las limitaciones comunes de la ciencia española (de sus escasos cinco trabajadores, dos cesarán en breve por baja y por finalización de contrato). Su importancia no es solo por ser un archivo de la diversidad actual o pasada. “Preservar el material biológico permite investigaciones con nuevas técnicas o con otras que se desarrollen en el futuro”, explica Urdiales. El centro de la Estación Biológica de Doñana ha creado un banco especifico de tejidos con pieles de mamíferos ante la creciente demanda de solicitudes para análisis genéticos.La colección incluye muestras en seco (pieles, cascarones, material óseo,...), conservadas en fluidos (antes formol, ahora alcohol) y banco de tejidos crioconservados para estudios moleculares.

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