A pesar de las operaciones continuas del Ejército mexicano para erradicar las plantaciones ilegales, el cultivo de la amapola y la producción de goma de opio están creciendo en las montañas del Estado de Guerrero. La escasa presencia de la fuerza pública, obliga a las policías comunitarias a proteger a las comunidades campesinas y, según las circunstancias, confrontar o negociar con los grupos del crimen organizado
Un miembro de la Policía Comunitaria de Guerrero monta guardia en un campo ilegal de amapolas, en la pequeña comunidad de Heliodoro Castillo, en Guerrero, México.Pedro Pardo (AFP)Vista aérea de un plantío de amapolas enclavado en la región montañosa del Estado de Guerrero.
Pedro Pardo (AFP)La policía comunitaria entiende el cultivo de amapola como algo cotidiano en las montañas del Estado, por ello no lo prohíben ni entran en conflicto con los campesinos.Pedro Pardo (AFP)Ante la falta de fuerza pública en las poblaciones de la sierra, los grupos de civiles armados han cobrado fuerza y presencia.
Pedro Pardo (AFP)Miembros de las guardias armadas se preparan para salir a patrullar.Pedro Pardo (AFP)Vista de las flores de amapola.Pedro Pardo (AFP)Civiles armados que hacen labores de policía en la sierra patrullan una carretera en la comunidad de Carrizalillo.
Pedro Pardo (AFP)
De la planta de la amapola se extrae la goma de opio con la que se produce la heroína, un kilogramo de esta goma en las comunidades de Guerrero puede llegar a costar 600 pesos mexicanos y en la frontera con Estados Unidos su precio se eleva hasta los 1,000 dólares.
Pedro Pardo (AFP)La policía comunitaria no impide el ingreso de las fuerzas armadas a la sierra sin embargo ellos no destruyen los plantíos.
Pedro Pardo (AFP)Vista panorámica de la zona serrana del Estado de GuerreroPedro Pardo (AFP)Guardias comunitarios recorren una de las carreteras de la sierra.Pedro Pardo (AFP)