16 fotosAcrobacias como antídoto de guerra en AlepoParkour en Alepo Alepo - 11 abr 2018 - 18:29CESTWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceTranscurridos quince meses desde que se acallaran los últimos combates en la ciudad vieja de Alepo, EL PAÍS recorre de nuevo sus calles. Esta vez no seguimos a francotiradores hacia el frente de combate sino a un grupo de adolescentes acróbatas que han transformado un dantesco escenario de posguerra en su lugar de recreo.NATALIA SANCHANacido en los suburbios parisinos, el 'parkour' llegó a Alepo en plena guerra y como antídoto para unos jóvenes “que necesitaban sacar la rabia del cuerpo”.NATALIA SANCHAHoy saltan de techo en techo, entre coches calcinados, escalan el milenario zoco de la ciudad y hacen piruetas sobre una manta de salvas y morteros.NATALIA SANCHAUn soldado de 30 años es el entrenador que en 2015 reunió en Alepo a un grupo de muchachos de entre 16 y 18 años a los que bautizó como los 'Foxies'.NATALIA SANCHA“Compartimos una pasión por el deporte y es lo que nos ha permitido sacar fuera toda la energía negativa y la presión psicológica que trajo la guerra”, dice uno de los jóvenes que practica el 'parkour' en Alepo.NATALIA SANCHASegún uno de los entrenadores, ya son más de 120 los jóvenes los que practican el 'parkour' en Alepo, aunque no pocos han emigrado al extranjero en busca de un mejor futuro o para eludir hacer el servicio militar obligatorio.NATALIA SANCHAMientras entrenan, confiesan que sueñan con viajar a Alemania, la meca del 'parkour' en Europa porque “allí la arquitectura de las ciudades es ideal para hacer acrobacias”.NATALIA SANCHAEste arte callejero llegó primero a Damasco y en plena guerra en 2015 para luego extenderse a la costa, a Latakia, y al norte, a Alepo, en territorios bajo control gubernamental. También lo practican los jóvenes al otro lado del frente en zonas insurrectas.NATALIA SANCHAEstos adolescentes pertenecen a una generación crecida bajo el sonido de las bombas y los morteros, cuyos escombros han convertido en obstáculos que saltar.NATALIA SANCHASon chicos que no aprendieron a jugar al fútbol porque, como en toda guerra, sus madres les prohibieron los peligros de las calles para condenarlos a los intramuros del hogar.NATALIA SANCHA“¡Parkuri! Parkuri!”, gritan los niños al volante de sus bicicletas con los ojos rebosantes de admiración al verles pasar a toda velocidad por la carretera.NATALIA SANCHASolían entrenar en un gimnasio de la residencia universitaria hasta que un mortero destrozó el lugar. “Limpiamos la metralla y reconstruimos el gimnasio. Dos meses después ya estábamos entrenando otra vez”.NATALIA SANCHAAdentrándose en casas abandonadas los jóvenes descubren un puesto de francotirador. Sacos de arena encuadran un agujero cavado en la pared y latas oxidadas de munición han quedado olvidadas sobre un ladrillo. Ante ellos se abre un panel de edificios agujereados y techos ennegrecidos.NATALIA SANCHAA falta de fondos con los que hacerse con equipamiento para practicar, han expandido su zona de entrenamiento a cielo abierto apropiándose de una ciudad aun resacosa de la guerra.NATALIA SANCHA"¡Sin golpes no se aprende!", exclama uno de los 'Foxies' ante las risas de sus colegas mientras se frota el costado izquierdo que se acaba de golpear contra el borde de una fuente de mármol.NATALIA SANCHAVisten chándal y lucen modernos cortes de pelo con tupés engominados que a cada salto se peinan con los dedos. Con la adrenalina como compañera, en ocasiones se les olvida explorar la zona antes de lanzarse en una triple voltereta y darse de bruces con un barreño de mermelada casera que algún vecino dejó macerando al sol.NATALIA SANCHA