_
_
_
_
Nacido en Oviedo, criado en Soria y formado académicamente en Madrid, Pedro Monge (en la doble página anterior) parecía destinado a una vida mesetaria. Hoy vive en Palma de Mallorca, la ciudad a la que se trasladó para trabajar en la firma zapatera Camper y que, de forma insospechada, acabaría siendo el lugar donde abriría su propio negocio. Claro que para comprender su vocación balear hay que tener en cuenta algunas cosas. Por ejemplo, la excelencia de los talleres de calzado artesanal de Mallorca. “Vi cómo se iba perdiendo poco a poco una tradición de siglos”, explica. O su afición por el calzado: “Me fascinaba el modo en que se cuidaba antes, cuando había que cepillarlo cada día para que durara toda la vida”. Estos y otros factores confluyeron para que, hace tres años, Pedro Monge decidiera fundar en Mallorca una firma dedicada a producir zapatos de caballero artesanales con un diseño más actualizado. “Nadie hace calzado clásico formal como los ingleses ni experimenta con los materiales como los italianos, pero yo buscaba algo diferente que a su vez no tuviera nada que envidiar técnicamente a los grandes del sector”. El resultado es una firma que lleva su apellido, Monge, y que en poco tiempo ha logrado conquistar un hueco inédito en el panorama español: el de la zapatería masculina de nicho. Lo ha conseguido ejerciendo él mismo como diseñador y delegando la producción en un taller local. Ofrece diseños de cordones, mocasines, botines, Oxford, guiños vintage y combinaciones cromáticas puramente mediterráneas. Cada pieza tiene adjudicado un nombre propio que alude a su personalidad, y buena parte del negocio se sustenta en la confección a medida. Todo en la marca respira un aire de cercanía, casi de misterio minimalista. Por ejemplo, lo reducido de su plantilla estable: solo él y su socio. También su voluntad de no despegar los pies de la tierra, produciendo tiradas reducidas, fomentando la confección a medida y cuidando cada detalle para que nada se les vaya de las manos. La firma tuvo una buena acogida desde el primer momento, pero aun así imperó la cautela. “En un principio diseñamos una marca de zapatos que pudiera venderse en establecimientos multimarca, pero entonces encontramos la tienda”. Se refiere al local en la plaza del Banc de l’Oli donde, después de jurarse que no quería puntos de venta propios, Monge abrió su primer establecimiento. “Desde el primer día la gente del barrio entraba y nos daba la enhorabuena”, explica Pedro. “Además, trabajar de cara al cliente nos ha permitido mejorar el producto”. Desde entonces, el crecimiento ha venido por la incorporación de nuevas colecciones, el traslado a una tienda más grande y la consolidación de una clientela que, asegura Pedro, suele repetir. ¿Hasta dónde puede crecer la firma sin perder su identidad? “Hemos tenido ofertas de inversores que quieren entrar en la empresa”, responde Monge, “pero el diseño, la imagen de firma y la forma de producción son innegociables para nosotros, así que preferimos seguir siendo independientes trabajando a pequeña escala en un lugar que nos encanta”.
1 fotos

Universo masculino

s

_
_