1 fotosUniverso masculinos 14 oct 2015 - 12:41CESTWhatsappFacebookTwitterBlueskyLinkedinCopiar enlaceHay muchos elementos que sirven para definir la calidad de una chaqueta. El bilbaíno Carlos Castillo, presidente de la firma de moda masculina Man 1924, conoce bien los motivos que hacen especiales a las suyas. “Desde siempre mi obsesión han sido los tejidos y los patrones”, explica. Los primeros vienen de Reino Unido (“los tejidos italianos tienen calidad, pero suelen parecer demasiado satinados”), y los segundos, de su propio celo, capaz, según nos cuenta, de cambiar un patrón por apenas unos milímetros a media temporada. “Una chaqueta tiene que ser anatómicamente perfecta”, explica. “Por eso, sin ser baratísima, no creo que mi marca sea cara”, puntualiza. Explicar el valor específico de cada una de las prendas que diseña es una de sus batallas personales desde 1989, cuando heredó la empresa de su abuelo. “Yo quería montarme mi propia historia, así que los principios fueron difíciles”, recuerda. “Viajaba a Barcelona en el tren nocturno, llegaba a las seis de la mañana y me iba a visitar fábricas y proveedores. Los volvía locos, claro, porque les pedía cosas que ellos no estaban acostumbrados a hacer y se sorprendían de que un chico de 20 años supiera tanto de tejidos, cortes y acabados”. Cuando le preguntamos por el modo en que ha vivido el último boom de la moda masculina clásica, no duda. “No lo he vivido”, responde, “porque llevo 30 años sacando esto adelante. Además, varias firmas masculinas recientes las han fundado exempleados míos, así que nada me ha pillado de nuevas”. Lo que lleva defendiendo Castillo desde principios de los noventa es lo que hoy sigue protagonizando los escaparates de sus tiendas bilbaína y madrileña: una revisión técnicamente impecable de los clásicos de la moda masculina con guiños al sport y una estética levemente retro que nunca cae en la caricatura. “Soy muy anglófilo para las chaquetas y más americano para los pantalones, pero no me gusta nada el estilo preppy estadounidense, me parece muy cursi”, apunta. También la imagen que proyecta ha sido decisiva para su expansión. El estilo de la firma insiste en combinar prendas dispares, tejidos contrastados y detalles de color. El mejor ejemplo son sus pañuelos, que han terminado independizándose de la marca para constituir una firma propia, Lovat & Green, con 180 puntos de venta en todo el mundo y clientes tan ilustres como los almacenes londinenses Liberty. Pretender competir en Reino Unido con diseños anglófilos podría parecer una bravuconada, pero las palabras del diario Telegraph, que en 2012 urgía en un artículo a que las multimarca inglesas apostaran por Man 1924, demuestran que no era del todo imposible. Desde hace tres años, la firma se distribuye internacionalmente y, según cuenta Castillo, “en este tiempo he tenido un reconocimiento público que hasta entonces me había faltado”. La prueba de fuego, sin embargo, sigue siendo la misma: comprobar que al final de temporada los almacenes de la firma están vacíos, y las fábricas española y portuguesas que producen las colecciones, satisfechas.