La chica ‘selfie’

Victoria tiene 15 años y vive en Straseni, una zona rural de Moldavia. Vive con una discapacidad derivada de problemas cerebrales. De mayor quiere ser fotógrafa

Victoria Bodean, de 15 años, en el cuarto de la casa en Straseni, a 30 kilómetros de Chisinau, la capital de Moldavia.Isabel Muñoz

Cinco años después, Victoria seguía ahí. En el mismo cuarto donde estaba cuando la conocimos. Pero estas paredes de su habitación en la casa de sus padres en el distrito rural de Straseni, a 30 kilómetros de Chisinau, la capital de Moldavia, el país más pobre de Europa, están hoy pintadas de rosa. En una esquina de la estancia hay un pequeño altar lleno de recuerdos presidido por un retrato de Victoria cantando, aferrada a un micrófono. Justo...

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Cinco años después, Victoria seguía ahí. En el mismo cuarto donde estaba cuando la conocimos. Pero estas paredes de su habitación en la casa de sus padres en el distrito rural de Straseni, a 30 kilómetros de Chisinau, la capital de Moldavia, el país más pobre de Europa, están hoy pintadas de rosa. En una esquina de la estancia hay un pequeño altar lleno de recuerdos presidido por un retrato de Victoria cantando, aferrada a un micrófono. Justo al lado está su mesa de estudio y algo que se ha convertido en su “salvavidas”: el ordenador donde guarda su pequeño “diario de sentimientos”. En su cuenta de Instagram va colgando las fotos de su día a día, que toma con un móvil a base de selfies. “Soy una chica Instagram… Y esta pantalla es mi salvavidas. Mientras que hay gente en la vida real que no me entiende, siempre encuentro a alguien en Internet capaz de comprender las cosas que me preocupan”.

Sigue siendo la misma luchadora de hace cinco años. No ha perdido esa sonrisa enorme con la que vuelve a abrazarnos. Tras varias operaciones con láser para mitigar el agarrotamiento de sus músculos debido a una lesión cerebral que le diagnosticaron al poco de nacer, Victoria es hoy una adolescente coqueta de 15 años que cursa el noveno grado, lleva el pelo teñido de caoba y las uñas pintadas de verde. “Sigo teniendo problemas por las dolencias cerebrales que sufro desde pequeña. Me han operado varias veces con rayos láser, en Rusia y aquí, en Moldavia, para estimular mis músculos. Después de la cuarta operación me he vuelto más valiente, he tomado más confianza en mí misma. Hoy soy una chica normal. Nunca dejo atrás mis sueños. Y soy feliz”. 

Victoria es una de los 200 millones de niños que sufren algún tipo de discapacidad en todo el mundo, y una de los 12.000 menores de 18 años que viven esta situación en Moldavia. Nada ha sido fácil para ella. Ha pasado entre estas cuatro paredes la mayor parte de su vida. Las operaciones y su inquebrantable fuerza de voluntad le han ayudado a superar el agarrotamiento de sus pies, de sus manos, de sus ojos. De pequeña apenas podía comer. Hace cinco años todavía hablaba a duras penas y necesitaba un tacataca para andar. Hoy es una chica locuaz que expresa con brillantez sus ideas. Todavía necesita ayuda para caminar y las fuerzas aún no le dan para compartir aula con sus amigas del barrio. “He intentado ir al colegio, pero me flaquean las energías y me desconcentro. Gracias a los profesores que vienen a casa, no he perdido ningún curso. Creo que voy a tener una buena vida. Hay algo que me gustaría decirles a todos los niños: nunca dejéis de luchar por vuestros sueños”.

Victoria, hace cinco años, abrazaba a su muñeca Papusha. Una de las cosas que más echa de menos ahora es no poder ir al colegio con sus amigas.Isabel Muñoz

María, su madre, conserva la misma mirada verde esperanza. Valentín, su padre, sigue estrechando sus callosas manos con fuerza. Esas manos han trabajado como albañil desde Grecia hasta Corea del Sur para pagar las operaciones de su hija. Valentín y María sienten hoy al ver a Victoria convertida en una adolescente soñadora “una mezcla de felicidad y orgullo”. A lo que María añade: “Y a la vez responsabilidad. Victoria tiene sus metas y es importante ofrecerle seguridad el día de mañana”.

Valentín y María se conocieron a base de reformas. Valentín le alquilaba un apartamento a María donde ella recaló tras separarse de su primer marido, un maltratador con el que había tenido dos hijos. Un día Valentín iba a arreglar el fregadero. Otro día, el balcón. Cuando ya no quedaba nada que reparar, le preguntó a María: “¿Te casas conmigo?”. Después nació Victoria. Los médicos dijeron que, debido a las lesiones cerebrales que sufrió en el parto, no sobreviviría. Y los dos unieron sus fuerzas para ayudar a su hija a vivir con discapacidad. Ella lo sabe bien: “Mis padres lo han dado todo por mí”. La historia de Victoria es imposible de contar sin ellos, Valentín y María. La madre ofrece hoy masajes por horas en su casa y el padre sigue faenando aquí y allá para mantener a la familia. Reciben 445 leu (unos 24 euros) mensuales de ayuda estatal por el grado de invalidez de Victoria. “A los 18 años, ella dejará de tener derecho a esta pensión”, apunta el padre. Hasta los 25, Victoria tendrá que seguir sometiéndose a las agresivas intervenciones quirúrgicas para seguir estimulando la movilidad y crecimiento de sus huesos y músculos. “Después no sabemos lo que pasará”, suspira Valentín.

El mayor sueño de Victoria hoy es tener buena salud, “ser una chica normal”. También le ilusionan los preparativos de unos exámenes para optar a una beca de viaje a Estados Unidos. “Me gustaría estudiar y vivir en Estados Unidos cuando sea mayor. Ser periodista. O actriz. O fotógrafa… ¡Me encanta hacerme selfies! Empecé a manejarme en Instagram y a retratar todo lo que hacía: estudiando, cantando, comiendo… Por eso pienso que quizá algún día podría ser fotógrafa”.

–¿Cómo te sientes hoy siendo adolescente?

–Me siento bien. Creo que ser adolescente es la mejor manera de explorar el mundo, comprobar la diferencia entre la naturaleza, el mundo real y el mundo de Internet. Puedes apreciar la belleza de las cosas. Y maduras, notas que eres mayor. A veces mis padres no me entienden, pero es normal. Le pasa a todo el mundo cuando crece.

–¿Has estado enamorada?

–Este es un asunto muy interesante. Estuve enamorada, como cualquiera de nosotros. Pero intenté no dar rienda suelta a ese sentimiento. No soy una chica normal. Y me cuesta amar a alguien que no me amará a mí. Pero quizá algún día encuentre a mi príncipe. 

–Hace cinco años tu sueño era correr. ¿Lo has conseguido?

–No. Pero he cumplido el sueño de andar por mí misma, aunque sea un poco. Como puedes ver, estoy mucho mejor que hace cinco años. Pero no he conseguido correr.

Anastasia, su mejor amiga, dice que lo que más admira de Victoria es “su gran corazón”. Si le preguntas a sus padres cómo definirían a su hija en una palabra, los dos dirán al unísono: “Lo que mejor la define es su nombre”. Victoria.

Discapacidad

En el mundo, 1 de cada 20 niños menores de 14 años vive con discapacidad y tiene 4 veces más probabilidades de sufrir violencia. Más del 90% de los niños con discapacidad que viven en países en desarrollo no van a la escuela. Un niño con discapacidad tiene casi 20 veces más probabilidades de ser separado de su familia e ingresado en instituciones donde no recibe atención adecuada.

Uno de los grandes avances ha sido la aprobación de la Convención de Derechos de las Personas con Discapacidad (2006) y su visibilidad en política y medios de comunicación. En Moldavia existen zonas que están entre los niveles más altos del mundo en número de niños viviendo en instituciones. Durante los últimos años, el país avanza hacia la inclusión y ha reducido en un 40% el número de niños con discapacidad viviendo en estos centros.

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