10 fotos

El cazador de realidades olvidadas

El fotógrafo Álvaro Laiz acaba de ser seleccionado como finalista de los premios de fotografía de Magnum por su trabajo documental sobre el tigre siberiano

La primera vez que llegué a Uganda, en 2008, descubrí el problema que hay en el país con los huérfanos de VIH. Esta es una imagen muy especial porque a partir de esta visita, ya en 2009, empezamos a trabajar con la ONG local Nacwola, que es una cooperativa de mujeres con sida. Muchas mueren y dejan huérfanos, así que un grupo decidió juntarse y elaborar unos libritos para sus hijos. En ellos cuentan quién era su madre, quién es su familia, qué les gustaría para ellos, cuál es su casa y cuáles son sus tierras, en qué personas pueden confiar… Nos enamoramos de esta iniciativa, así que decidimos volver y fundar nuestra ONG, Anhua. Autoeditamos un libro de fotografías y el dinero recaudado fue destinado a continuar este proyecto.Álvaro Laiz
Esta foto, tomada en Uganda, es la imagen que tuve en la mente todo el tiempo desde que me fui en 2008 hasta que regresé un año después. La mujer se llama Joyce y es la abuela de los cinco niños que la acompañan. Como madre, primero cuidó de sus hijos, pero luego ellos murieron, así que con 70 años tuvo que hacerse cargo de todos sus nietos, que quedaron huérfanos. Es la imagen del desarraigo; imagina toda una vida luchando para que tus hijos salgan adelante y que luego se mueran todos. Un problema añadido fue la dote, una tradición aún vigente en Uganda. Los padres del marido de una de sus hijas, también fallecido, le reclamaba la casa en la que vivían a pesar de que eso implicaba dejar a los hijos de ese matrimonio –sus propios nietos también- en la calle. Álvaro Laiz
Este es uno de los prostíbulos de Ulan Bator, la noche que hice esta foto nos la pasamos entera trabajando. La mujer a la que están maquillando en el fondo de la escena es Gambush, la única transgénero que ha conseguido un estatus respetable en la sociedad mongola. Es porque lleva todo el negocio de pubs nocturnos, de prostitución… En Mongolia, se les permite un espacio muy concreto: el mundo de la noche. Saliendo de ahí, no hay forma de que sean ellos mismos. En Mongolia me encontré todo el tiempo esa dicotomía. De noche pueden hacer alarde de su personalidad pero de día tienen que pasar desapercibidos; tienen una doble vida. Álvaro Laiz
Esta foto, tomada en un desierto en el centro de Mongolia, muestra a Gambush vestida con el traje de reina mongola. Necesitaba una imagen que fuera el resumen del proyecto y ella me la dio. El traje viene de la cultura nómada del país, hay varios vestidos de reinas de diferentes regiones y hoy en día se usan en bodas y otras celebraciones. Este es muy parecido al de la princesa Amidala de la saga de La Guerra de las Galaxias, ya que se inspiraron en el folclore mongol para elaborar el vestuario de las películas. En Mongolia existe un estrecho vínculo entre la transexualidad y el chamanismo; este ha tenido mucho arraigo en la sociedad pero en la época comunista desapareció, se diluyó. Álvaro Laiz
Esta imagen pertenece a un trabajo conjunto con David Rengel que trata sobre los niños soldado de Uganda, Sudán y República Democrática del Congo. Yo esperaba encontrar en Uganda niños soldado, con sus fusiles y sus gorras militares, y lo que hallé fue a personas adultas que habían sido capturadas por el Ejército ugandés o por el Ejército de Liberación del Señor de Joseph Kony, o a veces por ambos en distintos momentos de sus vidas, y entrenados para combatir y matar. Los mismos que habían sido secuestrados de niños luego habían capturado a otros menores cuando ellos ya eran adultos. Cuando salían de ese infierno, la mayoría de ellos quedaban abandonados a su suerte: la gente no los quería porque habían sido obligados a matar a sus familias en muchos casos. Si te secuestran con nueve años y vuelves a tu aldea con 18, ya no eres la misma persona. Muchos tenían traumas psicológicos brutales; se dan casos de agresiones a gente de su entorno… Si el estrés postraumático desencadena suicidios en ex combatientes de Estados Unidos que tienen atención y están arropados, imagínate lo que puede provocar en estos chavales que carecen de cualquier ayuda. El proyecto Planes de Futuro vino de ellos; les preguntamos dos cosas: ¿Qué perdiste por la guerra? y ¿Qué planes de futuro tienes? Fue muy revelador saber lo que pensaban porque están en el limbo: tienen un pasado complicado y un futuro incierto.Álvaro Laiz
En un viaje a Venezuela, en 2013, coincidí con una antropóloga que llevaba trabajando casi 20 años en el delta del Amakuro, en el río Orinoco, y conocía mi trabajo. Me explicó que en esa zona quedaban reductos de vinculaciones entre el chamanismo y la transexualidad. Algunos chamanes transgénero tienen una consideración superior porque poseen dos identidades para comunicarse con el más allá. Lo que me gustó de esta historia es que no es una cuestión política ni es activismo, es algo cultural. En la foto, el chaman está fumando tabaco; el humo se usa para entrar en cierto tipo de trances, igual que hacen otros indígenas con el peyote o la ayahuasca.Álvaro Laiz
En la imagen sale Arsenio Beria, un transgénero warao. A ellos les llaman tidawena, que significa algo parecido a mujer extraña. Entre los warao, el transexual o transgénero sí puede adoptar el rol de la mujer en la familia, siempre que lo haga de verdad, es decir, con todas las labores y responsabilidades que asumen ellas tradicionalmente: cuidar de la casa, del fuego, del conuco o huerto… Arsenio siente que su identidad es femenina y la desarrolló así con todo lo que ello implica. Álvaro Laiz
Para los warao, todo viene de los gebus o espíritus. Saben que en la selva hay alguna fuerza y quieren mantenerla apaciguada. Tú no te pones enfermo, sino que te han mandado un gebu. Los chamanes son los que se comunican con ellos, pero es algo cada vez más anecdótico a pesar de que viven en una zona tan aislada que se han mantenido protegidos de la invasión cultural y de la globalización. En la imagen vemos a Andrés Medina, otro transgénero, que está saltando un pantano con una liana para evitar caer en el lodo. Álvaro Laiz
Esta es la historia en la que ahora estoy trabajando. Me interesa mucho la vinculación que tiene el tigre como elemento cultural en la vida del extremo oriente ruso porque es un animal muy amenazado y a la vez muy temido. Allí lo ves todos los días, a todas horas y en todas partes. La historia del tigre tiene relación con la leyenda de los indígenas udegei, que dice que el tigre es el guardián del bosque y si lo ofendes, él te busca y te pide cuentas. En 1997 un cazador intentó matar a uno en la taiga siberiana para venderlo en el mercado negro en China, pero falló: le hirió y no le mató. A partir de entonces, el tigre empezó a rastrearlo, buscó venganza: mató a sus perros, destrozó su cabaña y al final lo mató a él y a todos los tipos que habían ayudado al cazador. Lo hizo con premeditación. Hay un libro de esta historia y la película empezará a rodarse este año.Álvaro Laiz
En este contexto en Siberia conviven los cazadores de tigres udegei los madereros con los rusos exiliados en la época soviética que se fueron a Bolivia, Ecuador o Argentina y ahora han vuelto a su tierra. Es como un ‘far west’ a la rusa. La comunidad ortodoxa vive a la entrada del Udege Park, una reserva natural dedicada a la conservación del tigre. Conviven con ellos o, más bien, intentan no cruzarse con ellos. Estos bebés pertenecen a la primera generación de ortodoxos rusos que nacen en su país desde la revolución. Viven del campo, del ganado… son como los menonitas. Tienen unas reglas muy estrictas de convivencias y entre ellas está la de no dejar que les hagan fotos. Me las vi y deseé para tomar alguna; estuve una semana para convencerlos.Álvaro Laiz