Romanticismo y nostalgia en el Conde Duque
El cantante Salvatore Adamo, de gran fama en los sesenta, encandila a un público entregado a un repertorio tierno y amable
Guste o no su estilo de musical, muchos querrían para ellos la fórmula del éxito del cantante belga de origen italiano Salvatore Adamo (Sicilia, 1943) quien, más de cuarenta años después de triunfar en las listas de éxitos de media Europa, ha emulado sus días más dorados ante un público fiel que ha llenado esta noche las gradas del Conde Duque.
Enfundado en un traje negro y con la elegancia y el porte en el escenario que lucía en los añorados sesenta, Adamo ha arrancado su recorrido musical por el pasado. La primer perla de su tierno repertorio ha sido C'est ma vie tras la que, elegantemente, ha pedido disculpas por haberse ausentado Madrid por "demasiados años".
Le esperaba más de una hora y media de concierto ante un público de su misma generación pero que no se ha venido abajo en ningún momento, transmitiendo a su héroe musical el entusiasmo y la mecha necesaria para bordar una noche para el recuerdo. No hubo defraudados en la grada, porque Amado dio a todos ellos lo que venían buscando: éxitos como Tu nombre, Un mechón de tu cabello o Louise, entre otras. Así encauzó la primera mitad del espectáculo,
Peinando canas y con sonidos y formas de otros tiempos, el cantante italo-belga se cuidó de lucir ese atractivo que hacía suspirar a muchas, y que anoche no dudaron en acercarse al escenario para entregarle un obsequio y estrecharle la mano. Ramos de flores, cartas, paquetes y hasta un foulard, que el cantante no dudó en enroscarse al cuello, fueron apareciendo ritualmente al final de cada canción.
Canción protesta
Estaba claro que su público le recordaba, y mucho, pero por si quedaba alguna duda se encargarían de despejarla en la segunda parte de recital que Adamo comenzó en francés y acompañado solo de un piano con Le monde a mal, un tema que lo distancia de sus habituales baladas y despierta la parte de canción-denuncia del artista.
Después llegarían temas más populares como En bandolera, Las chicas de la playa o Cae la nieve -la canción que le dio la fama mundial a finales de los sesenta-. A estas alturas del concierto la mayoría de los asistentes habían olvidado su pudor inicial y se habían levantado de sus asientos moviéndose de un lado para otro con las manos entrelazadas en lo alto y coreando los estribillos, mientras Adamo contestaba emocionado: "¡Fantástico!".
Bien por la emoción, o por los años transcurridos, el cantante tuvo que recurrir a la memoria de uno de los asistentes al quedarse en blanco mientras cantaba en español el estribillo de "Le Reuseao". Luego, el cantante reflexionó sobre "una canción escrita hace cuarenta años" y que nunca imaginó que "pudiera seguir de actualidad", "Inch'Allal", sobre la paz en Oriente Medio.
Llegaba la recta final y algunas voces en el público se encargaban de recordar títulos que aún no habían sonado en el patio central del Conde Duque. Pero es que, Adamo había guardado una traca final para los nostálgicos que se encendió con La noche, siguió con Mis manos en tu cintura y estalló con Mi gran noche -con el estribillo en la versión que hizo Raphael-, tema con el que se despidió de Madrid.
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