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CATÁTROFE ECOLÓGICA

Un consejero con poderosos enemigos

Xosé Cuiña estaba enfrentado con Rajoy y con la ejecutiva nacional del PP aunque contaba con el apoyo de algunos líderes provinciales

Consejero de Obras Públicas en todos los Gobiernos de Fraga, Xosé Cuiña se había ganado en sus doce años en el Ejecutivo gallego la enemistad de poderosos sectores del partido. Tampoco le faltaban los apoyos, pues seguía contando con el respaldo de los barones provinciales de Lugo y Ourense, las dos provincias en las que el PP obtiene mejores resultados. Sin embargo, al final han pesado más los primeros que los segundos, y con la crisis del Prestige como puntilla, Fraga ha prescindido del más firme candidato a sucederle.

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La hostilidad a Cuiña de la dirección nacional del PP por este político y empresario, nacido en Lalín (Pontevedra) en 1951, viene de antiguo, según relata en su crónica en EL PAÍS del pasado 16 de enero Xosé Hermida. A ello había contribuido su antigua rivalidad con el vicepresidente primero del Gobierno, el gallego Mariano Rajoy, con el que libró algunas batallas por el control del partido en la provincia de Pontevedra.

La ejecutiva nacional nunca aceptó tampoco de buen grado los guiños galleguistas de Cuiña ni la autonomía con que actuaba el PP de Galicia durante los ocho años en que fue su secretario regional con la plena confianza de Fraga. Cuiña abandonó ese cargo en 1999, pero continuó al frente del departamento de Obras Públicas y Política Territorial de la Xunta, donde permanecía desde 1990.

En la secretaría general del partido fue relevado por Jesús Palmou, quien mantiene mucho mejores relaciones con la ejecutiva nacional y que algunas fuentes del PP sitúan como uno de los hombres fuertes del próximo Ejecutivo autonómico.

Pero además del respaldo de los líderes provinciales de Lugo y Ourense, una parte importante del partido en Pontevedra, su provincia natal, también le era fiel. Y dentro del gabinete le respaldaban al menos tres consejeros, los de Cultura, Agricultura y Emigración, quienes se unieron a él cuando, en una reunión del Gobierno celebrada el pasado 1 de diciembre, planteó que la Xunta debería contar con una estrategia propia para hacer frente a la crisis sin esperar a las directrices de la Administración central.

Cuiña se despide finalmente en medio del escándalo el mismo día en que se revelaba que una empresa vinculada a su familia había vendido a una empresa pública y a la propia junta parte del material usado para la limpieza del chapapote en Galicia.

EFE

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