Si sabes cómo es un ecosistema, entiendes de economía
Eco-sistema. Eco-nomía. Empiezan con Eco, que significa hogar. No es casual: los sectores de la nueva economía tienden a colaborar y convertirse en un ecosistema total, como nuestra casa planeta. La Barcelona New Economy Week (BNEW) conecta esa red de relaciones humanas

Preguntamos a la IA por la creatividad y dice que en ella es fundamental la conexión de las ideas. El cerebro se ilumina como un árbol navideño de eurekas. Así nace la innovación.
Con la economía pasa otro tanto. La asociación de empresas grandes y pequeñas, privadas y públicas, centros de investigación y talentos, tecnologías y conocimientos, acelera el avance. El conjunto, es decir, el ecosistema de ideas y sectores, llega más lejos que la suma de sus partes.
A continuación, empresas, hubs y organizaciones explican desde su experiencia por qué se forman los ecosistemas, cómo orientarlos para un beneficio social más allá del monetario. Todas participan en BNEW 2025, un evento de referencia en alianzas, organizado por la empresa pública Consorci de la Zona Franca de Barcelona (CZFB).
Un ecosistema llamado BNEW
“Vivimos en un mundo cada vez más interrelacionado. BNEW recoge esa interrelación para adaptarse a la economía real, integrada por todos los sectores de actividad”, apunta Pere Navarro, delegado especial del Estado en el CZFB. Para su directora general, Blanca Sorigué, el intercambio de ideas innovadoras, networking y estrategias de desarrollo tecnológico, de eficiencia operativa y sostenibilidad en todos esos campos, son su razón de ser.
“Conectamos mundos que de otra manera no se conocerían —continúa Navarro— y ayudamos a generar proyectos, soluciones y retos en el día a día de la nueva economía”. Por ejemplo, las sinergias de una empresa danesa que produce pinzas para robots con una multinacional alemana de vehículos de guiado automático en almacenes. O de una firma que innova un modelo de farola con una placa solar cóncava patentada y una que fabrica cristales de última generación para desarrollar vidrios solares mucho más eficientes en consumo.
“Intentamos impulsar los Objetivos de Desarrollo Sostenible y vemos en cada edición de BNEW que más empresas y sectores avanzan hacia una sociedad más justa, una tecnología más inclusiva y una economía más social, igualitaria, que contribuye al desarrollo de las poblaciones y la sostenibilidad medioambiental”, amplía Navarro.

No hablamos de un camino recto sino en zigzag, de ahí el valor de la cooperación entre empresas para superar amenazas como “algunos movimientos muy potentes de negacionismo con respecto a la Agenda 2030”, continúa el directivo. “Aun así, estamos convencidos de que es una buena hoja de ruta cuyos avances son objetivos, se pueden medir. La ciencia, que no es opinable, que es exacta, progresa. El objetivo es que la colaboración entre instituciones y empresas logre que esos avances vayan calando en el conjunto de la sociedad”.
“Nuestra meta —tercia Sorigué— es que los asistentes no solo se lleven ideas disruptivas, también soluciones prácticas para implementar en sus empresas. Que BNEW sea el catalizador de un cambio real en sus modelos productivos y les ayude a ser más competitivos en un entorno en constante evolución”.
Desde el aire se ve mejor el futuro
Para entender cómo la nueva economía representa un esfuerzo coral, pensemos en un dron. La principal protagonista es la startup especializada en su desarrollo. Pero si finalmente logra comercializarlo es porque colabora con una red de compañías complementarias, “desde especialistas en nuevos materiales y sistemas de propulsión a baterías más eficientes, de conectividad y el procesamiento de datos, de infraestructuras aeroportuarias o manufactura de precisión para aeronaves o instrumentos de medición”, explica Neus Olea, directora de AeroS (Ecosistema Aeronáutico y del Espacio de Cataluña).
En realidad, toda la industria 4.0 acaba conectada directamente con ese dron, el sector aéreo multiplica su impulso a la economía si cuenta alrededor con una base industrial, como la catalana, en metalmecánica, electrónica o materiales compuestos, entre otros.
Es más, el tejido industrial se apoya en las organizaciones que ven la economía completa, desde arriba. Por eso AeroS nace como “un ecosistema que conecta todas las cadenas de valor”, desde la aeronáutica a la satelital, a pymes, multinacionales, clústeres, centros tecnológicos e instituciones formativas. Esa coordinación de visión, inversión y talento “hace que todo el ecosistema trabaje de forma estratégica para fomentar la innovación y superar barreras de entrada”, apunta la directora.
“La red crea comunidad, genera conocimiento y abre puertas. No somos solo una estructura, somos un catalizador. Y cuanto más participativo sea el ecosistema, más valor creamos para todos”.
La economía colaborativa no corre, vuela
Ellas Vuelan Alto (EVA), asociación que impulsa la igualdad de género y la cooperación en el sector aéreo, comparte esa visión cenital: “Los grandes retos globales ya no pueden abordarse desde compartimentos estancos. Necesitamos enfoques colaborativos y soluciones integradoras”, apunta Ana Fernández, directora de Relaciones Públicas e Institucionales.
Así, un sector como el aeronáutico, altamente especializado, “rompe silos y tiende puentes”, evoluciona hacia una red donde colaboran empresas de múltiples verticales, incluidos la energía, la logística, la movilidad o el turismo. “Donde el conocimiento fluye, las capacidades se complementan, la innovación se multiplica, se escalan soluciones para lograr un impacto real y a tiempo”.
Vivimos en un mundo cada vez más interrelacionado. BNEW recoge esa interrelación para adaptarse a la economía real, integrada por todos los sectores de actividadPere Navarro, delegado especial del Estado en el CZFB
Pone varios ejemplos: la colaboración de aerolíneas con especialistas en combustibles sostenibles o vuelos urbanos eléctricos; de bufetes, administraciones y asociaciones aeronáuticas para desarrollar normativas que regulen el vuelo de los drones, los espacios aéreos compartidos o la ciberseguridad. “El impulso colectivo va más allá de lo técnico. Suma capacidades entre ingeniería, tecnología, normativa, talento, sostenibilidad, movilidad y cultura”. Emerge la capacidad creativa de la diversidad “entre perfiles conectados que, a priori, poco tendrían que ver”.
Entre tantos actores y factores, ¿alguno puede considerarse el motor? Sí, el factor humano. En 2050 el transporte aéreo global se habrá duplicado y necesitará casi tres millones de profesionales, con una demanda crítica de expertos STEM. Un filón o un cuello de botella, depende de la capacidad de colaborar con el ecosistema formativo. Precisamente, EVA contribuye a reducir la brecha estimulando vocaciones femeninas. Casi todo por hacer, hoy solo el 5,1% de los profesionales del sector son mujeres.
Descubrir un talento cambia la vida
El talento humano es el tejido conjuntivo de los ecosistemas. Solo él ha traído al mundo el mayor potencial, quizá, de todos los tiempos: la IA. Solo él puede orientarla para el bien.
“La humanización de la tecnología nos tiene que servir para escalar, pero siempre con el foco en lo humano. La IA nunca podrá sentir y el talento es nuestro principal valor. Une todos los verticales. Hoy las habilidades más demandadas por las empresas son el trabajo en equipo, la resolución de conflictos o la capacidad de presentar en público. Son las tres patas troncales de todos nuestros programas y proyectos”, explica Juan Castilla, CEO y cofundador de Talent Factory, con una década de experiencia en siembra, crecimiento y cosecha de jóvenes profesionales.
Su trabajo entrelaza la capacidad técnica con la gestión emocional. “He visto cómo a jóvenes, que podrían ser un ejemplo de fracaso escolar, se les abre la mente y cambian su vida al descubrir y enfocar su talento”. “A una madre llorar orgullosa al ver cómo su hijo defendía un proyecto antes 500 personas, cuando antes apenas se dejaba ver por la escuela. A una joven con una vida complicada, sin padre, viviendo en un piso de acogida, capaz de poner en marcha un proyecto empresarial”.
Castilla recuerda que, si solo el 3% de la población parece contar con altas capacidades, el 100% tiene algún talento. “Solo hay que saber qué teclas tocar para que aflore y salir del túnel. Lo más potente no es todo lo que se ve, sino lo que hacemos sentir”.

El renacimiento digital de las industrias
Clúster Digital de Catalunya, otro ejemplo de ecosistema (organizativo) que trabaja para crear un ecosistema (colaborativo) de pymes industriales y tecnológicas, universidades y centros de innovación digital.
Este concepto aterriza en proyectos como NORMAN, que enlaza empresas harineras con socios tecnológicos cuyos modelos IA, big data, sensores IoT o sistemas de automatización aumentan la productividad, reducen el desperdicio y mejoran la eficiencia energética. “En la nueva economía, la innovación surge en la intersección de disciplinas y sectores”, explica Joana Barbany, presidenta del Clúster.
Esa visión a la vez panorámica y a pie de polígono le permite cuantificar el impacto de esa transformación tecnológica. El 64% de las empresas industriales catalanas mejora claramente su productividad, trazabilidad y capacidad de adaptación; el 40% reduce costes operativos; y el 42% mejora el cumplimiento normativo, por ejemplo.
Según Barbany, la digitalización en sectores estratégicos cohesiona el territorio porque se riega por pymes y empresas proveedoras. “Se dice que la digitalización elimina empleo, pero en nuestro entorno comprobamos que, al contrario, genera valor añadido, crea trabajo de calidad, impulsa modelos más sostenibles y refuerza el equilibrio social”. Cuando se aplica con sentido, “la tecnología no sustituye a las personas: las capacita, las conecta y amplía su potencial dentro de organizaciones más resilientes y competitivas”.
Aunque parezca una paradoja, lo importante de estos beneficios es que se quedan cortos. Según el propio Barómetro del Clúster, “solo un 9 % de las empresas dispone de perfiles con competencias digitales avanzadas, y un preocupante 77 % no lleva a cabo ninguna acción para mejorar las capacidades digitales de su equipo”. La formación es la otra gran industria facilitadora.
La salud (del sistema de salud) es lo primero
Según el informe anual de ACCIÓ (Generalitat de Catalunya), Cataluña es la segunda región global en inversión de capital tecnológico extranjero para el sector de la salud entre 2020 y 2024. El tercer puesto lo ocupa Madrid.
Sin los hubs especializados, no sería posible este hito. “Impulsan la creación de cientos de startups que generan empleo de calidad, fomentan la innovación local y atraen inversión extranjera, mejoran la gestión de enfermedades crónicas, la atención médica remota y personalizada. Contribuyen a reducir los tiempos de diagnóstico y hospitalización, y permiten ahorros relevantes en los sistemas sanitarios públicos”, apunta Eva Rosell, CEO de Barcelona & Madrid Health Hub.
Cataluña es la segunda región global en inversión de capital tecnológico extranjero para el sector de la salud entre 2020 y 2024 según el informe anual de ACCIÓ (Generalitat de Catalunya)
Solo este Hub vincula a más de 600 organizaciones y teje alianzas con ecosistemas como el CZFB para la transferencia tecnológica entre sectores. Una muestra: la compañía Rotimpress imprime sensores inteligentes que detectan con precisión bacterias, virus o compuestos químicos en el organismo. “Esta transferencia urge para que el sistema sanitario no colapse y llegue de forma directa a los pacientes”.
La revolución tecnológica del diagnóstico, la validación clínica de tecnologías y tratamientos o la medicina preventiva, entre otros, también refleja cambios culturales. Por ejemplo, “en la incorporación de profesionales médicos a las startups para aportar una perspectiva clínica”.
El sector agiliza el desarrollo y comercialización de soluciones porque hoy una empresa debe invertir más de 250.000 euros y entre dos y cinco años de trabajo en esa tarea. En tal contexto, “la colaboración público-privada resulta esencial para que las innovaciones no mueran antes de llegar al paciente”, concluye Rosell.
Si tienes proyecto, Barcelona te activa
Pensemos en una ciudad como ecosistema de ecosistemas. Su núcleo, periferia, área metropolitana, diversidad y potencial ciudadanos, las relaciones económicas consigo misma y el mundo. De ahí que Barcelona Activa, la agencia de promoción económica del ayuntamiento, trabaje para “diversificar y conectar polos estratégicos como la tecnología, la salud, la investigación, la formación, la cultura, la economía azul…”, explica su presidenta, Raquel Gil.
¿Cómo? Con esa visión común entre administraciones y empresas. “De cara al futuro esta es la gran tendencia”, apunta. Pero no se trata de una fórmula garantizada, necesita enfoque: “La colaboración público-privada es fundamental siempre que persiga un objetivo compartido y un compromiso por ambas partes. La colaboración con los agentes sociales también es imprescindible, y entender que las personas, con nombre y apellidos, con necesidades propias de ayuda empresarial, de empleo, son el centro”. Dos casos de sinergias: la industria circular como sector emergente conectado con el tejido industrial y la convergencia entre formación y necesidades empresariales.
Formación, innovación, emprendimiento, competitividad. Con estos objetivos, la mitad de las startups catalanas han pasado por Barcelona Activa. Más de 6.800 compañías han recibido asesoramiento y unos 1.500 proyectos han evolucionado en empresas viables. Además: 7,4 millones de euros en ayudas para pymes y autónomos, tres fondos de inversión para startups con 50 millones, o su IT Academy de formación tecnológica gratuita, con un 84% de inserción laboral. A través de sus servicios de ocupación, en 2024 más de 15.000 personas encontraron trabajo, especialmente mayores de 45 años, mujeres, jóvenes y colectivos vulnerables.

Beneficios privados convertidos en beneficios públicos
“Los clientes ya no buscan solo productos, sino acompañamiento, confianza y un propósito compartido”, detalla Myriam Santos-Morán, directora territorial de Ibercaja en Arco Mediterráneo. La adaptación a esta tendencia se traduce en la reinversión de los beneficios a través de cuatro fundaciones accionistas. Solo en 2024, canalizaron más de 134 millones de euros hacia proyectos sociales, culturales, educativos y medioambientales, junto con donaciones a 23 organizaciones sociales y más de dos millones recaudados para las víctimas de la DANA.
En 2025, la entidad apoya la innovación en Movilidad urbana sostenible, su Mobility Innovation Program “conecta a ocho empresas tractoras con startups especializadas y talento académico para resolver desafíos reales”, además despliega otros programas como la aceleración de empresas tecnológicas. Una nueva iniciativa, IAON, en colaboración con el Gobierno de Aragón, Microsoft y Fundación Ibercaja, fomenta mediante formación, divulgación e investigación el uso ético y con orientación humana de la IA. “Que sea accesible, comprensible y beneficiosa en toda la sociedad, que garantice un impacto positivo y equitativo”, tercia Santos-Morán.
“Cuando las empresas comparten conocimiento y propósito, se acelera la creación de valor a largo plazo. Participamos en ese ecosistema desde un papel facilitador: generando espacios, recursos y conexiones”. La innovación también se enfoca hacia el ecosistema interior, de puertas adentro. Así, el proyecto Krea desarrolla la incubación de ideas y el trabajo colaborativo, donde el talento y la creatividad de toda la plantilla “se convierten en motores de cambio”.
Cuando innovación equivale a financiación
“Innovar no solo es incorporar tecnología, es usarla para transformar la forma en que vivimos, trabajamos o cuidamos de nuestra salud”. Lo dice Francisco Pla, director regional para Catalunya del BBVA, la primera entidad española en lanzar una tarjeta de crédito allá por los setenta, y una de las primeras europeas en aportar a toda su plantilla, 120.000 personas, herramientas de IA generativa.
“Muchas soluciones a los retos climáticos, sociales, económicos e industriales vendrán de nuevas soluciones capaces de mejorar la sostenibilidad de nuestras ciudades, hacer más eficiente la movilidad, transformar la manera de cuidar el talento o de aplicar la IA en todos los sectores, sea la sanidad, la educación o el financiero”, añade.
No cualquier innovación, sino aquella “abierta, colaborativa y conectada con el entorno, que comparte capacidades y entiende que el progreso económico y tecnológico debe mejorar la vida de las personas y la competitividad empresarial”.
La entidad comparte proyectos con empresas, universidades, aceleradoras y startups. “No hay soluciones aisladas. Ninguna empresa, independientemente de su tamaño, puede afrontar sola desafíos como la transición energética, la digitalización, la inclusión o la gestión del talento. Requieren miradas complementarias, soluciones compartidas”.
Pla se refiere a la economía transversal. Pero, por poner un caso concreto, habla de la descarbonización en pymes que, más allá de la relación financiera, reciben respaldo desde la ideación técnica y el desarrollo de los procesos a la tramitación de subvenciones, a veces un muro burocrático infranqueable para empresas modestas.
Cita en BNEW 2025
Dónde y cuándo. Del 29 de septiembre al 2 de octubre en DFactory Barcelona.
Quién lo organiza. Consorci de la Zona Franca de Barcelona (CZFB).
Por qué. Evento B2B, físico y digital, que aborda las principales tendencias de la nueva economía, presenta ideas y productos, fomenta alianzas y proyectos empresariales.
Cómo. Conecta siete sectores clave: Aviation, Health, Digital Industry, Talent, Sustainability, Mobility y Experience. Reúne a cerca de 320 ponentes de primer nivel nacional e internacional, con 100 horas de contenido distribuidas en 66 paneles, debates y sesiones. Entre otras temáticas, aborda la creación de medicamentos mediante impresión 3D, cirugía robótica, sostenibilidad energética de los centros de datos, bioeconomía, ciberresiliencia, los desafíos de los deepfakes, ciudades y movilidad inteligentes, mujeres en el espacio, eco vuelos, talento en la generación Z y habilidades blandas en la era digital.