¿Dónde se esconde el consumo de electricidad que cae imparable cada año?
La demanda del sistema ha retrocedido un 10% desde 2018, en parte por los 8.000 MW de autoconsumo instalados, cuya producción es un misterio pues no se puede medir
“La demanda eléctrica en España se encuentra actualmente en niveles de hace 20 años”. Esta frase, de tintes dramáticos, se escucha con cierta frecuencia entre directivos de las empresas del sector. En promedio, la demanda de electricidad ha caído un 3,7% en los últimos cinco años. Respecto a 2018 y 2019 el derrumbe ha sido del 10%: en volumen anual, se ha venido situando entre 230 y 240 GWh, similar a la del primer semestre de 2024, unos 118 GWh. Menos incluso que hace 20 años, tal y como se lamentan las compañías.
Varias son las razones que explicarían esta evolución, pero los datos también encierran una trampa: aunque la demanda registrada en el sistema eléctrico ha caído, el consumo total en sí no lo ha hecho en igual medida pues este se esconde e buena parte en el autoconsumo, cuyo crecimiento en los últimos años ha sido espectacular y del cual no existen datos.
¿Por qué cae tanto la demanda eléctrica? Los expertos coinciden en que en buena medida se debe al descenso del consumo industrial, ya que la industria en Europa se está deslocalizando y los Gobiernos no han apostado por la reindustrialización; también porque las pymes se han vuelto más eficientes al sustituir maquinaria antigua por otra de menor consumo. Los mensajes insistentes recomendando el ahorro y la eficiencia lanzados por el Gobierno en los últimos años ha calado con fuerza entre los consumidores domésticos, especialmente, tras los elevados precios de la energía que se registraron durante la crisis energética.
“Las señales de precios caros en los últimos años ha hecho que los clientes tengan más cuidado con la factura”, señala Juan Antonio Martínez, analista de Grupo ASE. Por contra, aunque ahora el precio ha descendido de manera significativa (llegando a registrarse por primera vez cotizaciones negativas el pasado mes de abril) estos descensos no han incentivado el consumo, pues es conocida la inelasticidad de este mercado en el que los procesos de adaptación son lentos.
Ha habido un gran avance en el conocimiento por parte del consumidor del recibo y de las tarifas de la luz que frecen las comercializadoras quienes, a su vez, han mejorado sus servicios y son más rápidas a la hora de contratar y cambiar de suministrador. Un 40% de la demanda eléctrica corresponde a los hogares; otro 40% a la industria y el 20% restante a los servicios públicos.
Existe un claro consenso en el sector al afirmar que parte de la demanda perdida se esconde en el autoconsumo. Pero su producción es un misterio. La Unión Española Fotovoltaica (UNEF) calcula que este suma una potencia de 8.000 MW, lo que equivaldría a ocho grandes centrales nucleares. Según la asociación, estos datos se han elaborado con los datos de las ventas de paneles fotovoltaicos que proporcionan los fabricantes, así como de los registros de importaciones y exportaciones de Aduanas. Asimismo, UNEF estima que las horas de funcionamiento de las instalaciones de autoconsumo se sitúan entre 1.400 y 1.500 al año.
El problema para conocer la realidad es que los hogares y las pequeñas industrias con autoconsumo no tienen instalados medidores porque no están obligados a ello. “Si el cliente no pone contadores es imposible medir el consumo, nadie tiene esos datos”, señalan en el sector. Otra cuestión es que en el futuro el operador del sistema, Red Eléctrica (REE), considere importante la medición.
En cualquier caso, las compañías eléctricas se lamentan de la demanda perdida por el sistema y, aunque reconocen que el autoconsumo es en parte responsable, todas ellas han optado abiertamente por promover este negocio, últimamente con la creación de las llamadas comunidades solares, como es el caso de Iberdrola o Acciona, que recientemente han lanzado campañas para sumar clientes. En otras palabras, las empresas tendrían parte de culpa del trasvase de la demanda al autoconsumo, de cuya caída se quejan.
Electrificar, la solución
Varias son las vías que se plantean para reactivar la demanda eléctrica, aunque ninguna de ellas sería efectiva en el corto plazo pues lleva su tiempo. Por un lado, incentivar la movilidad eléctrica y la electrificación de la industria. Aquí, habría que destacar la reivindicación de moda: facilitar la instalación de los centros de procesamiento de datos y favorecer la electrificación de los procesos productivos de empresas que aún utilizan gas u otros combustibles. Otra solución es que España pueda exportar mas energía y que se desarrolle el almacenamiento (no tanto con grandes baterías, sino con bombeo).
Llegados a este punto surge la polémica sobre la capacidad de las redes eléctricas españolas para hacer frente a los 6.000 MW que las distribuidoras de las grandes compañías del sector reclaman para suministrar a los potenciales grandes consumidores (centros de datos e industrias), así como para la evacuación de la nueva potencia renovable. Los expertos aseguran que con las plantas fotovoltaicas en suelo no hay problema y que la potencia de la red es suficiente para cumplir con los objetivos del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC).
La cuestión está en gestionar o ampliar la capacidad de zonas concretas, para resolver los vertidos técnicos. “El problema no es global, sino de restricciones técnicas y de puntos específicos de conexión para los nuevos grandes consumidores”, aseguran en el sector de renovables. Una solución óptima -consideran-, sería llevar las industrias donde está la producción. En el caso de los centros de datos, un hándicap es que muchos quieren ubicarse en centros urbanos o cerca de ellos donde las redes pueden estar saturadas.
Sigue toda la información de Cinco Días en Facebook, X y Linkedin, o en nuestra newsletter Agenda de Cinco Días
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.