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Lluvia de euros para regar el crecimiento de las pymes

Los fondos de la UE suponen una gran oportunidad para atajar dos problemas endémicos de una gran parte del tejido empresarial español: sus dificultades para ganar tamaño y la falta de digitalización. Allanan el camino para que las empresas con menos de 50 trabajadores tengan un papel protagonista en la recuperación económica

De izquierda a derecha, algunos de los participantes en el Foro Fondos Europeos 2022, celebrado a mediados de febrero en Madrid: Alicia González, editorialista de EL PAÍS; Lorenzo Amor, presidente de ATA; Luis Aribayos, secretario general de la Cepyme; Marta García Mandaloniz, profesora de Derecho Mercantil de la Universidad Carlos III, de Madrid; Inmaculada Riera, directora general de la Cámara de Comercio de España, y Albert Figueras, subdirector general y director de Empresas, Negocios y Autónomos de Banco Sabadell.
De izquierda a derecha, algunos de los participantes en el Foro Fondos Europeos 2022, celebrado a mediados de febrero en Madrid: Alicia González, editorialista de EL PAÍS; Lorenzo Amor, presidente de ATA; Luis Aribayos, secretario general de la Cepyme; Marta García Mandaloniz, profesora de Derecho Mercantil de la Universidad Carlos III, de Madrid; Inmaculada Riera, directora general de la Cámara de Comercio de España, y Albert Figueras, subdirector general y director de Empresas, Negocios y Autónomos de Banco Sabadell.Santi Burgos
Thiago Ferrer Morini

La palabra se usa con demasiada largueza, pero en este caso es inescapable: el 28 de mayo de 2021 fue un día histórico. Los 27 países de la Unión Europea se ponían de acuerdo para poner sus voluntades y sus reputaciones en común para obtener e invertir 800.000 millones de euros con un objetivo claro: que la salida de la brutal recesión provocada por la pandemia de covid fuese una oportunidad para modernizar el continente, solventando sus deficiencias y permitiéndole mantener su papel de gran potencia económica en un mundo que cambia demasiado rápido y cuyo foco se mueve del Atlántico al Pacífico. Pero de los sueños de Bruselas hay que pasar a las realidades de Irún, Vigo o Arrecife: convertir el maná europeo en empleos reales, en empresas reales, en cambios sociales y ecológicos reales. Y eso solo es posible si es sostenido sobre las pequeñas y medianas empresas. Es para discutir sobre esta oportunidad histórica que EL PAÍS, con el patrocinio de Sabadell y la Cámara de Comercio de España y la colaboración del Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, organizaron esta semana un encuentro en Madrid.

Sin una base de pequeñas empresas, no hay gran economía que se desarrolle, como explica Lorenzo Amor, presidente de la Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos (ATA). “España es un país donde las empresas trabajan en red. De cada empresa grande cuelgan cientos de pymes y miles de autónomos”. “Las pymes y los autónomos tienen que tener un papel protagonista”, apunta la vicepresidenta Nadia Calviño.

Y eso incluye incorporarlas en los grandes planes impulsados con fondos europeos. “En los PERTE [Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica], las pymes tienen un papel fundamental”, apunta Calviño. “Tanto en los que ya están en marcha, como el del automóvil, el agroalimentario, y el del almacenamiento energético e hidrógeno verde, así como los próximos de Inteligencia Artificial, economía circular e industrias naval y espacial. Dentro del PERTE del vehículo eléctrico y conectado se exige que en los proyectos presentados haya un 40% de pymes. En algunas convocatorias es una exigencia, en otras da puntos”.

La recuperación económica solo puede verse en clave digital. La economía digital es ahora mismo el 22% del PIB. Queremos que para 2025 sea el 40%
Carme Artigas, secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial

Pero para garantizar el éxito de las pequeñas empresas en estos grandes planes hacen falta más cosas que meras normativas. Las reformas estructurales son una exigencia de Bruselas. “Están la laboral, la de pensiones, pero tanto o más, importan la reforma de la burocracia, del impulso al ecosistema de startups, la reforma concursal, con la ley de segunda oportunidad”, enumera Calviño. “Se trata de crear un entorno normativo que favorezca el clima de negocios”. Otro de los retos, según la ministra, es “la recapitalización y modernización de la administración pública española”. “Hay que poner el 060 al servicio de las pymes y de los emprendedores”, afirma.

La esperanza de internet

Hay muchas esperanzas puestas en el poder de internet. “La recuperación económica solo puede verse en clave digital”, considera Carme Artigas, secretaria de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial. “La economía digital es ahora mismo el 22% del PIB. Queremos que para 2025 sea el 40%”. Pero para lograr ese objetivo es imprescindible integrar a las pymes. “La falta de digitalización y la falta de formación digital nos lastra como país, lastra nuestra competitividad”. Y aunque en una página web las empresas son más iguales entre sí que en la calle, la pandemia ha revelado que, en la práctica, no es así. “El comercio digital creció un 50% durante la pandemia; el de las pymes lo hizo un 9%”, apunta Artigas. “De un programa en el que participa una empresa de telecomunicaciones participan miles de autónomos”, explica Amor. “Se habla del wifi en los pueblos, pero ¿quién lo instala?”

Nadia Calviño, vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital del Gobierno de España, en conversación con Xavier Vidal-Folch, columnista de EL PAÍS.
Nadia Calviño, vicepresidenta primera y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital del Gobierno de España, en conversación con Xavier Vidal-Folch, columnista de EL PAÍS.Santi Burgos

El kit digital, un paquete de ayudas a la digitalización de las empresas, tiene el potencial de ser una herramienta para dar ese salto cualitativo. “Es un instrumento al servicio de la competitividad”, afirma Inmaculada Riera, directora general de la Cámara de Comercio de España. Pero internet es un medio, no un fin, como deja claro Amor: “El kit digital no debería quedarse solo en eso. Debemos aprovechar para formar, mantener y fortalecer a los autónomos dentro de ese espacio”. “No solo basta dotar a las empresas de servicios, hay que formarlas, orientarlas y que trabajen en red”, confirma Calviño.

Voces que piden realismo

Todo esto es muy bonito, pero hay voces que piden más realismo. Muchas empresas españolas van a quedarse fuera porque los sectores en los que operan no encajan con las líneas por las que la Comisión Europea quiere desarrollar la recuperación económica. El resultado, en palabras de Amor, es que “los fondos no han llegado a los autónomos, a la gran parte del tejido empresarial”. “Es imprescindible que las ayudas lleguen a la realidad de la pyme”, considera Luis Aribayos, secretario general de la Confederación Española de la Pequeña y Mediana Empresa (Cepyme). “Dos de cada tres pequeñas empresas no cree que recibirá dinero de las ayudas europeas. Mucha pyme lucha por sobrevivir. Y estos fondos son un producto perecedero: si no se distribuyen se van a pudrir. Necesitamos cambiar la percepción e invertir en distribución”.

Cómo hacer que el dinero pase de las manos del Estado a las necesidades de las pequeñas empresas es, posiblemente, el mayor desafío de todos. ”Las entidades financieras tenemos un papel clave, primero por la cofinanciación y las soluciones que podemos aportar, pero también por la parte del conocimiento: lo que sabemos de las empresas, la capilaridad y también la capacidad de cribar proyectos para que vaya a más”, apunta Albert Figueras, subdirector general y director de Empresas, Negocios y Autónomos de Banco Sabadell. “Necesitamos de la colaboración del sistema financiero”, considera Amor.

Las entidades financieras tenemos un papel clave, primero por la cofinanciación y las soluciones que podemos aportar, pero también por la parte del conocimiento
Albert Figueras, subdirector general y director de Empresas, Negocios y Autónomos de Banco Sabadell

La Comisión Europea pretende que, por cada euro de dinero público invertido, el sector privado aporte otros cuatro. Y no siempre es posible, apuntan desde las organizaciones empresariales. “Las exigencias de cofinanciación pueden dejar fuera a mucha gente: si se pide un 30% por parte del empresario muchos autónomos se quedarán fuera”. “Muchas empresas no tienen la liquidez”, apunta Aribayos. Sin embargo, como recuerda Figueras, hay una oportunidad: “durante la pandemia muchas empresas han hecho acopio de liquidez por razones coyunturales que se están desgastando por la inflación”.

El problema burocrático

Otro de los temas es la burocracia, la complejidad y la falta de información. “La pyme no tiene tiempo para leerse el BOE ni para rellenar 36 papeles”, apunta Artigas. “Cada comunidad autónoma tiene condiciones distintas, así como el IDAE [Instituto de la Diversificación y el Ahorro Energético]”, indica Isabel Reija, consejera delegada de Barter Energy, una empresa especializada en la instalación de placas solares compartidas. “Tenemos agentes externos que nos apoyan y personas destinadas a analizar la documentación, y nosotros tenemos a gente. También ayudan las asociaciones locales y los gremios”.

Francesc Boya, Secretario general para el Reto Demográfico del Gobierno de España, en conversación con Javier Ruiz, jefe de Economía de Cadena SER.
Francesc Boya, Secretario general para el Reto Demográfico del Gobierno de España, en conversación con Javier Ruiz, jefe de Economía de Cadena SER.Santi Burgos

El llamamiento es a ayudar a las empresas. “No hagamos de esto una burocracia que genere frustración. Generalicemos la declaración responsable”, apunta Amor. “Porque por 3.000 euros de papeleo hay muchas solicitudes que no se van a hacer”. “Queremos que los empresarios solo tengan que rellenar unos cuantos formularios y que la inteligencia artificial haga el resto”, defiende Artigas. “Lo que hacemos en Sabadell es ser proactivos”, explica Figueras. “Analizamos cada una de las convocatorias, las cruzamos con los datos que tenemos de los clientes y vamos a ellos a aconsejarles: por la actividad, la ubicación, por la finalidad, esta le conviene”. Aunque reconoce: “somos los primeros en querer que la documentación fuera uniforme y que la clasificación fuese más sencilla”.

Uno de los problemas que se combaten es que en España nos gustan tanto las pymes que parecemos querer que lo sean siempre. En este país nunca han faltado emprendedores: la dificultad siempre ha estado en hacer crecer esos negocios, profesionalizarlos y que su objetivo deje de ser la mera supervivencia para convertirse en un sólido generador de empleo y formación para sus empleados y sus entornos. “España debe ganar tamaño empresarial, dentro de nuestra idiosincrasia del sector servicios”, reconoce Amor. “Tenemos un ecosistema vibrante”, confirma Calviño. “Es la segunda parte lo que nos falta. Impulsar el emprendimiento, pero no solo: que esas empresas crezcan, inviertan en I+D, en formación y en su integración en red. Cuando eso se impulsa, se crece sin complejos en todo el mundo”.

No hagamos de esto una burocracia que genere frustración. Generalicemos la declaración responsable, porque por 3.000 euros de papeleo hay muchas solicitudes que no se van a hacer
Lorenzo Amor, presidente de la Federación Nacional de Asociaciones de Trabajadores Autónomos (ATA)

Como apunta Reija, “para las pequeñas y medianas empresas las oportunidades están; lo que hay que hacer es aprovecharlas. Lo que las pequeñas empresas han de hacer es no quedarse esperando a que les llamen a la puerta, porque no les va a llegar. Todo el esfuerzo merece claramente la pena”.

Dinero por todo el territorio

T. F. M.

Todo empezó a finales del siglo pasado. En una España en medio de la euforia económica de la entrada en el euro, que prometía ferrocarril de alta velocidad en todas direcciones, en provincias como Teruel y Soria empezaban a surgir voces que se percataban de que ese gran futuro no tenía en cuenta sus provincias. Las plataformas ciudadanas buscaron respuestas en los partidos políticos tradicionales y, al no encontrarlas (o no encontrar respuestas satisfactorias) decidieron seguir el ejemplo de los partidos regionalistas y nacionalistas, de creciente importancia en unas Cortes Generales fragmentadas, y organizarse políticamente por su cuenta. En 2019, Teruel Existe logró un diputado y dos senadores por la provincia aragonesa. Y en 2022, ¡Soria Ya! fue la primera fuerza en votos en la provincia en las elecciones a las Cortes de Castilla y León; en León, la Unión del Pueblo Leonés logró más de un 20% de los votos y se convirtió en la tercera fuerza política en la provincia.

 Estos resultados han reforzado la necesidad política de dar respuesta a los problemas de la España de los pueblos y de las ciudades pequeñas. Y los fondos de la UE también están marcados para dar respuesta a la crisis demográfica, como se explicó en el evento organizado por EL PAÍS y patrocinado por Banco Sabadell y la Cámara de Comercio de España con la colaboración del Ministerio de Economía. 

“Se ha creado una brecha que es casi un océano”, explica el secretario general para el Reto Demográfico del Gobierno de España, Francesc Boya. “Los ayuntamientos de menos de 5.000 habitantes, que están sufriendo más la crisis demográfica, tienen una vitalidad económica muy baja. De media, cada uno de estos municipios tiene unas 20 empresas”. 

Más que trabajo

Es por eso que uno de los cuatro ejes transversales del Plan de Recuperación, Transformación y Resiliencia es la cohesión social y territorial. “El gran problema es que hemos descapitalizado el medio rural”, afirma Boya. “La política debe salir al paso de los elementos que discriminan al territorio, construir en estos espacios unas dinámicas que generen ecosistemas que atrapen talento. Tenemos que construir entornos en los que invertir, lugares donde establecer proyectos de vida. Pero, para eso hace falta trabajo, pero no solo trabajo: hace falta vivienda, hace falta conectividad digital, hace falta movilidad física”.

Boya afirma que, con ese objetivo, el dinero europeo ya se está moviendo: el 80% destinado a la despoblación en una primera tanda, 3.800 millones de euros, “ya está en curso en distintas convocatorias”. Pero alerta que todavía se está en una fase muy preliminar. “Es un brote verde que está empezando a desarrollarse”. Pero su impacto, reitera, va a ser importante. “Pongamos el caso de la conectividad. El 95% de los hogares van a tener conexión de más de 100 megas, y eso es un primer impacto de ‘shock’ para la mitigación de las desigualdades”.

Y continúa: “La transición ecológica y energética es una gran oportunidad. En el caso de los planes de sostenibilidad turística, más de 200 millones han ido a planes específicos para el medio rural. También se está desarrolando un plan en el que las pymes rurales tienen especial atención para no descolgarse de la digitalización”.

El secretario general afirma que, casi tanto o más que el dinero, es importante un cambio de actitud. “El relato de la España rural en nuestra sociedad pesaba con iconos más bien despectivos. Hay que construir un nuevo relato donde lo que prevalezca sean la calidad de valores, de vida en comunidad. Hay que saber explicar que esos territorios son también territorios de oportunidad”. Y ejemplifica: “Tenemos sorpresas muy interesantes. Hay cantidad de mujeres que emprenden de forma realmente muy original y jóvenes interesados que quieren acercarse. Hay que preparar las pistas de aterrizaje”. 

Para lograr esto hay que navegar la complejidad administrativa del Estado español. No solo el nivel autonómico, sino también (en muchos casos) el provincial y sobre todo, el municipal: España tiene un mapa administrativo tremendamente fragmentado (más de 8.100 municipios) cuya consolidación se ha revelado un problema muy complejo, que se puentea a través de mancomunidades y organizaciones sectoriales y específicas.

Y es por eso que Boya es muy crítico con los localismos. “Los problemas que vamos a abordar respecto a la España despoblada no se resuelven a nivel local”, afirma. “Necesitamos un Estado fuerte que sea capaz de limar las desigualdades territoriales; necesitamos una política de Estado y una política pública muy robusta. El ‘qué hay de lo mío’ tiene un recorrido muy corto, necesitamos mucha pedagogía, ver que el problema es de más calado, necesitamos gobiernos muy comprometidos con la cohesión territorial (porque esto no se resolverá en una legislatura o dos) no sucumbir ante un proceso que nos puede llevar a la ingobernabilidad”.

Sobre la firma

Thiago Ferrer Morini
(São Paulo, 1981) Licenciado en Ciencias Políticas y de la Administración por la Universidad Complutense de Madrid. En EL PAÍS desde 2012.

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