Ingresar más, pero gastar mejor

Quizás este país tiene derecho a tener Gobierno. Quizá a que sea progresista. Quizá a que eso sea este jueves

El presidente en funciones, Pedro Sanchez, durante su intervención en el Congreso el pasado martes.OSCAR DEL POZO (AFP)

Quizás este país tiene derecho a tener Gobierno. Quizá a que sea progresista. Quizá a que eso sea este jueves.

Si sucede algo así, el grueso del guión de la política presupuestaria de la legislatura está en buena medida preescrito. Acudan al documento “Acuerdo de presupuestos generales del Estado 2019: presupuestos para un Estado social” ...

Suscríbete para seguir leyendo

Lee sin límites
Más información

Quizás este país tiene derecho a tener Gobierno. Quizá a que sea progresista. Quizá a que eso sea este jueves.

Si sucede algo así, el grueso del guión de la política presupuestaria de la legislatura está en buena medida preescrito. Acudan al documento “Acuerdo de presupuestos generales del Estado 2019: presupuestos para un Estado social” firmado el 11 de octubre por Podemos y el Gobierno.

Añadan el discurso de investidura de Pedro Sánchez del pasado lunes. Y completen ambos textos con la “Actualización del Programa de Estabilidad” (APE) enviado a Bruselas el 30 de abril.

Y ya está el paquete entero. En esos tres papeles está bien descrito el aumento absoluto (aunque no relativo) del gasto; y, absoluto y relativo, del gasto social.

También el ingreso para 2019, que se difuminó al decaer el presupuesto y caer el Gobierno. Las nuevas medidas (refuerzo de algunos impuestos y creación de otros: transacciones financieras, servicios digitales) generarían 5.654 millones de euros adicionales. Se criticó el cálculo por optimista, pero la Autoridad Fiscal Independeniente (AIReF), que encabeza José Luis Escrivá, le dio luz ámbar.

Si hay Gobierno, volveremos a discutir de los ingresos necesarios para cuadrar los gastos, lo que Sánchez no abordó el lunes.

Pero quizá convenga concentrarse en otra óptica: en la eficiencia del gasto, en cómo gastar mejor. Esta estrategia solo la contempla, y más bien de puntillas, la APE, que recogió anticipadamente los siete estudios de la AIReF sobre “revisión del gasto”.

El hilo conductor de esos estudios estriba en que se gasta mal, en algunos casos muy mal, casi siempre peor que en países similares. Y que con reformas administrativas parciales, focalizadas y perseverantes, se pueden obtener grandes (y pequeños) ahorros, que pueden destinarse a ampliar otros gastos o a contener la factura fiscal,que ya aumentará de por sí.

Hay dos partidas sangrantes. Algunas políticas activas de empleo son un fracaso total: el plan Prepara retrasa, en vez de acelerar, la incorporación al empleo de sus beneficiarios. O los créditos (4.900 millones de euros entre 2008 y 20916) a la inversión productiva, que amén de “no mejorar la competitividad” han supuesto un quebranto de unos 200 millones anuales.

Su fracaso no implica que deban anularse esas políticas (a lo mejor hay que dotarlas más), sino replantear de raíz sus procedimientos, gestión y resultados.

Donde hay más a rascar es en la gestión sanitaria, sobre todo en gasto farmacéutico. Y en lo que será la próxima investigación de la AIReF: la recua de beneficios fiscales, deducciones y exenciones.

Algunos de ellos son agujeros negros. Totalizan 57.187 millones anuales. Solo con que se lograse reducirlos un 10% se generaría una disponibilidad de casi 6.000 millones. Una fortuna disponible para cuadrar el déficit y luchar contra la desigualdad.

Archivado En