La noticia no estaba en la Bolsa
Los mercados responden con volatilidad a los factores externos que aportan incertidumbre. Es el caso de los procesos electorales y los atentados terroristas. Pero, entonces, ¿por qué la Bolsa española pasó de puntillas, impasible, ante el anuncio de la tregua de ETA?
La captura de Sadam Hussein animó los mercados del mundo, el 15 de diciembre de 2003. Ese día, los índices neoyorquinos subían por encima del 1% y el petróleo caía el 2,1%, tras una apertura de las plazas europeas al alza. Otra de las noticias más esperadas por los inversores es la detención de Bin Laden. Sueñan con las grandes cifras que generaría el final de esa incertidumbre, sobre todo para las empresas presentes en Afganistán. Y, entonces, ¿qué explica que la Bolsa española no reaccionara ante el anuncio de la Tregua de ETA, a pesar de los beneficios que provocaría el fin de la violencia en el País Vasco y el resto de España?
El parqué respondió plano. El Ibex 35 cerró con una leve alza del 0,15%, más preocupado por los rumores de una posible OPA en el sector bancario que por la noticia que copaba los telediarios y las conversaciones de los españoles. Los valores ligados al sector turístico como NH Hoteles o Sol Meliá acabaron la anodina jornada con aumentos, pero ya registraban subidas antes del anuncio.
La explicación de David Cabeza, de Renta 4, que dice que "la tregua de ETA no es una noticia que afecte a los mercados de renta variable, susceptibles ante otros marcadores", no parece suficiente, a la vista de la infinidad de noticias de carácter no económico que sí influyen en el parqué.
Mariano Sancho, director de Mercado de Capitales de Riva y García, aporta alguna clave más: "En la tregua del año 98, los inversores reaccionaron exactamente igual. Un atentado tiene consecuencias directas sobre la economía, como el 11-S, pero, para el mercado es difícil de valorar el alcance de la noticia, de cuantificar sus beneficios. Ni tan siquiera el Gobierno se atreve a valorarla... puede que el proceso dure años".
José Luis Martínez, estratega de Citigroup, apela a la globalización para explicar la pérdida de influencia de ETA sobre la economía española: "Existe una pérdida de protagonismo doméstico, los inversores tienen un sesgo global claro. Además, las empresas españolas, cada vez más fuertes, llevan tiempo sin valorar el coste de la amenaza terrorista".
Un último factor, argumentado hace tiempo por un investigador de la Organización Mundial de turismo, Augusto Huéscar, parece pesar especialmente: "Al término de la guerra de Irak, la confianza volvía a sufrir el embate de los atentados terroristas de Riad, Casablanca, Yakarta y Bombay. Sin embargo, tuvieron mucha menos influencia de lo previsto. El hombre parece haberse acostumbrado a vivir en un mundo inseguro".
Así parece confirmarlo la reducción de la intensidad y duración de las bajas bursátiles consecutivas a los ataques terroristas. El índice EurostoXX volvió a su nivel anterior al 11 de septiembre en 28 sesiones. Le bastaron 18 para retornar a la normalidad después de la matanza de Madrid. Tras el 7-J de Londres, la recuperación de lo perdido la víspera fue relámpago: 24 horas. El terrorismo ya no asusta a la Bolsa.
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