Xavi se pone el frac
El Barça vuela ante Osasuna impulsado por el toque del medio y los goles de Cesc y Messi
Aseguran que Xavi ha encargado un traje en la tienda Serra Claret de Manresa para la gala del lunes en que se entregará el Balón de Oro. No es que crea que va a salir ganador de una votación que seguramente premiará de nuevo a Messi, sino que simplemente quiere sentirse en la sala igual que en la cancha y, por tanto, se vestirá como merece el director de orquesta del Barça. Xavi juega con frac, no por guapo y elegante, sino por marcar el estilo de su equipo con independencia de que juegue o no Messi. El fútbol azulgrana se despliega a partir de múltiples triángulos, siempre a la búsqueda del tercer hombre, del jugador que crea la superioridad. El punto de apoyo es siempre Xavi.
BARCELONA 4 - OSASUNA 0
Barcelona: Pinto; Puyol, Piqué, Mascherano; Busquets, Xavi, Thiago, Cesc (Keita, m. 87); Alves, Pedro (Messi, m. 59) y Cuenca (Alexis, m. 72). No utilizados: Oier, Fontàs, Adriano y Maxwell.
Osasuna: Asier Riesgo; Damià, Lolo, Sergio, Raitala; Cejudo (Lamah, m. 67), Nekounam, Timor, Annunziata (Ibrahima, m. 83); Torres (Puñal, m. 70) y Leka. No utilizados: Ricardo, Flaño, Calleja y Satrustegui.
Goles: 1-0. M. 14. Cesc supera por bajo a Riesgo. 2-0. M. 18. Cesc, de vaselina. 3-0. M. 72. Messi, de cabeza. 4-0. M. 90. Messi, desde el balcón del área.
Árbitro: Fernández Borbalán. Mostró la tarjeta amarilla a Cesc, Nekounam, Cuenca y Sergio.
64.124 espectadores en el Camp Nou.
Igual le da cómo le miren los jueces, Xavi se gusta y se siente importante. Alrededor del volante, Messi, Cesc, Iniesta, Thiago, extremos y volantes, han completado partidos estupendos y marcado buenos goles. Ayer le tocó a Cesc, que terminó muy bien las combinaciones Xavi-Alves, y después a Messi. El triángulo de anoche fue Xavi-Alves-Cesc hasta que apareció La Pulga, cuya gripe fue tan misteriosa como el cambio del césped. El dolor de barriga le va y viene al argentino en cuestión de horas y a la hierba le alcanzó con las Navidades para arraigar. Jugó bien el Barça, con y sin Messi, en una noche fría e intensa, la mejor receta para digerir los turrones, desperezar y coger el tono.
Al Barcelona le llevó dos minutos y medio pasar del medio campo, incapaz de superar la presión de Osasuna, un equipo vitalista y entusiasta, en racha desde noviembre, después de tomar 15 goles en sus visitas al Camp Nou y Bernabéu. Las alineaciones son coyunturales para Mendilibar. Incluso en partidos como el de anoche en que le faltaban seis notables y su líder Raúl García. La mayoría de sus equipos se distinguen por su espíritu combativo, su valentía y tensión competitiva, nunca dan un paso atrás si no es por obligación. Ayer, prácticamente durante un cuarto de hora, convirtieron a Pinto en el protagonista del Barça. Tuvieron 14 minutos de gloria en el Camp Nou.
Apretaba Osasuna y el Barça no encontraba la línea de pase, ni con Piqué ni con Busquets. Imposible superar la línea de presión navarra y, por tanto, se sucedían las cesiones a Pinto, que no es Valdés. Más que angustia se contaron momentos de preocupación en la hinchada por temor a un mal pase, a una pifia, a un gol sorpresa de Osasuna. Hasta que apareció Thiago con un excelente cambio de orientación hacia la banda derecha, abierta por Alves; el brasileño tocó para Xavi y el interior paró y aguardó el instante preciso para asistir al espacio a Cesc; el volante, bien perfilado e infalible en el tiro, no perdonó nada más pisar el área.
El fútbol de Osasuna se expone a goles como los del Barcelona: resulta tan difícil vencer el achique de espacios en el área propia como fácil contar ocasiones en la contraria a la que se supera la divisoria. La efectividad azulgrana fue estremecedora: transformó las dos oportunidades que tuvo en 20 minutos. El 2-0 fue especialmente celebrado por bello. Perseverante en la recuperación, el Barça conectó con Xavi y el interior volvió a habilitar a Cesc. El portero inició la salida en cuanto vio ceder a Sergio, gesto que no pasó inadvertido para un volante que marca muchos goles: Cesc levantó la pelota sobre Asier con un toque tan pausado como certero, mitad cuchara, mitad globo, definitivo.
Los detalles técnicos fueron tan interesantes como la intensidad y velocidad del juego del Barça, nuevamente ordenado a partir del 3-4-3, con Alves de extremo derecho y Cesc por detrás de Pedro o de Cuenca, que se intercambiaron como falsos 9. A la que el Barça se calmó y encontró el punto de pausa necesario a su juego, una vez dio con su sitio en la cancha, atacó sin desmayo a Osasuna. Los navarros aguantaron entonces a pie firme, serios, dispuestos a dar sentido a la vuelta en la irreductible Pamplona. Aunque ahora sabía cómo darle salida al balón por fuera y llegaba con facilidad con los mediapuntas, no encontraba el Barcelona la portería navarra, muy bien resguardada por Asier.
Así las cosas, y después de que el árbitro se desinteresara por cuanto ocurría en el área de Osasuna y los barcelonistas perdieran gas y tino, Guardiola sacó a Messi. A La Pulga le bastó con media hora para cambiar la marcha, revolucionar la contienda y poner un par de goles más para dejar la eliminatoria sentenciada, el cuarto y último, a pase naturalmente de Xavi. Al Reyno de Navarra conviene ir abrigado porque nadie ha podido todavía con Osasuna en su casa. Cuatro goles, sin embargo, parecen una renta definitiva para el Barça, puede que incluso suficiente como para que Xavi descanse por un día y pueda ponerse el traje, que no el puro en la boca, porque ya no se puede fumar tampoco en el Camp Nou.
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