El Rayo eclipsa al Athletic

El Athletic y el Rayo Vallecano invirtieron ayer los papeles en su debut liguero. El equipo de José Ramón Sandoval se sacudió cualquier rastro de inseguridad por ser un recién ascendido y se llevó un valioso empate de San Mamés mientras que el de Marcelo Bielsa saltó al campo sin pulso, acomplejado y con serias dificultades, como ya le ocurriera ante el Trabzonspor.

Fue el Rayo un ejemplo de paciencia y actitud que logró impedir que el Athletic pasara del centro del campo durante la primera parte. Alcanzar la portería madrileña se convirtió en una cima muy difícil de hollar para el conjunto vizcaíno. Tampoco apretaron los locales como acostumbran en el inicio del encuentro y no fueron capaces de mantener un nivel de posesión suficiente. Con el balón más tiempo en el aire que por el suelo, solo Muniain protagonizó momentos desequilibrantes, pero infructuosos.

El Rayo supo, con Trashorras como abanderado del sentido común, cortar las acciones ofensivas de los locales. Pero, además, dio otro paso. Empezó a crear peligro en la portería rojiblanca. Fue Iraizoz, y solo él, quien evitó catástrofes mayores firmadas por Casado.

Bielsa había dicho antes del choque que "había suficientes antecedentes para descartar cualquier presunción previa de facilidad" con vistas a derrotar al Rayo. El tiempo le dio la razón. El argentino decidió adelantar a los jugadores e inyectar más velocidad y agresividad a las jugadas, pero, sobre todo, empezó a contar más con los laterales. Ese nuevo aire incomodó al Rayo, pero no le hizo perder el norte. Entonces llegó Iturraspe, que se asoció con Muniain para marcar el que iba a ser el primer y último gol rojiblanco. Parecía que el orden de las cosas se armonizaba cuando Movilla empató de un certero remate con la pierna izquierda tras un decisivo pase de Casado.

Fue un partido de abundantes giros argumentales con un resistente hilo común: el mérito del perseverante Rayo, que se llevó, además de un excelente resultado, la seguridad de que va por el buen camino.