Sin noticias del petróleo libio
Los expertos creen que llevará años recuperar los niveles de producción previos a la guerra civil
Con el ruido de las metralletas todavía resonando en las calles de Trípoli, las calculadoras se han puesto en marcha. Empresas y analistas se esfuerzan al máximo por conocer la situación real de las instalaciones petroleras para hacer, así, un cálculo lo más aproximado posible de cuándo podrán volver a bombear el valioso oro negro. Algunos, como la petrolera italiana Eni -el mayor inversor extranjero en el país-, sostienen que es posible retomar un nivel aceptable de negocio antes de finales de año. De hecho, este lunes está prevista la firma de un acuerdo por parte de la italiana para garantizar el suministro de gas y gasolina al nuevo Gobierno libio. Otros son menos optimistas. Los analistas de Citigroup y JP Morgan creen que habrá que esperar a diciembre de 2012 para que los campos funcionen a pleno rendimiento. Y algunos otros, como Barclays Capital, advierten que será necesario establecer los mimbres mínimos de un Estado libio organizado antes de poder pensar en la plena producción del sector petrolero. Pero todos hacen, como en el cuento de la lechera, sus propias estimaciones de negocio y de las vacantes que quedarán supuestamente libres en la explotación de pozos. Se da por hecho que las empresas de los países más afines al régimen de Muamar el Gadafi, sobre todo Rusia, China y Brasil, no tendrán cabida en la nueva Libia. Al menos no de forma inicial e inmediata.
Cuatro de las cinco refinerías del país están cerradas desde junio pasado
Un claro precedente de la situación libia es la recuperación petrolera de Irak tras la invasión de Estados Unidos en 2003. Como explica Helima Croft de Barclays Capital, la producción iraquí no se estabilizó hasta 2007, después de un periodo de fuertes fluctuaciones en la producción y un ritmo muy gradual de vuelta al rendimiento de los campos. Las compañías extranjeras no volvieron al país hasta 2009 y no fue hasta ocho años después de la invasión cuando la producción petrolera de Irak logró retomar los niveles previos a aquel conflicto.
Si la historia sirve de guía, algo parecido ha sucedido en otros conflictos. En el caso de la caída de la Unión Soviética y su impacto sobre la producción petrolera rusa [ver gráfico adjunto], la vuelta al ritmo habitual de bombeo de crudo no se produjo hasta una década después y en el caso de Irán y la crisis de la década de los setenta, hoy por hoy todavía no ha recuperado los niveles previos a la revolución islámica. Eso no significa que Libia vaya a seguir un patrón similar. "Libia no es un caso tan extremo como Irán, Rusia o Irak, pero no va a ser fácil", aseguraba en declaraciones a Bloomberg Peter Hutton, analista de RBC Capital Markets.
"Los problemas de Libia no se resolverán necesariamente con la marcha de Gadafi. De hecho, ese puede ser el comienzo de unas dificultades de largo plazo", advertían esta semana en un informe los analistas de Barclays Capital.
Conscientes de que el futuro económico del país depende casi en exclusiva de la reanudación de la producción petrolera, los insurgentes se han comprometido a reanudar el bombeo de Zawiya, cerca de Trípoli, con la mayor brevedad posible. Se trata de la segunda mayor refinería del país, cuya infraestructura se libró más o menos de los combates y la única de las cinco que ha seguido, aunque de forma parcial, en funcionamiento después del cierre de todas las demás en junio pasado hasta su toma por los insurgentes el pasado 19 de agosto.
Pero no se puede decir lo mismo del resto de las instalaciones, especialmente de los campos e infraestructuras situados más al este del país, como Sarir, Waha, el puerto de Es Sider o la terminal de Brega. Los expertos calculan que esas reparaciones pueden llevar más de un año, lo que retrasará su puesta en marcha. Los más optimistas creen que Libia podría estar produciendo unos 450.000 barriles diarios a finales de año, frente a los 1,6 millones de barriles que bombeaba cada día antes de que estallara el conflicto. Libia es el país con mayores reservas probadas de petróleo de toda África, con 42.000 millones de barriles, según datos oficiales, 1,3 billones de metros cúbicos de gas.
Esas dificultades explican que el alborozo inicial con que los mercados recibieron la aproximación a Trípoli de las tropas insurgentes se diluyera en pocos días y el barril de crudo Brent haya terminado la semana finalmente al alza. Las últimas rebajas en las previsiones del precio del crudo se han hecho como consecuencia del frenazo que experimenta la recuperación económica entre los países desarrollados y no porque los analistas confíen en una avalancha de petróleo libio.
Repsol aguarda prudente
"La situación es todavía demasiado confusa", aclaraban esta semana los portavoces de la petrolera española Repsol. Pero al mismo tiempo recordaban las palabras de su director general, Miguel Martínez, en julio pasado cuando aseguraba que sus instalaciones no había sufrido ningún daño y que "en dos o cuatro semanas podrían estar funcionando". Antes del estallido del conflicto, Repsol bombeaba 360.000 barriles brutos en sus dos campos libios, que representaban el 3,8% de su producción total.
España ocupa el séptimo lugar en función de dependencia de las importaciones de crudo libias (con el 13% del total de sus compras al exterior), seguido de Irlanda (con el 24%) e Italia (con el 22%).
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