Gastrónomos independientes
UN calentador de agua, un bote de fideos instantáneos y corriente eléctrica: el material de cualquier estudiante sin pelas ni ganas de cocinar que se precie. ¿A alguien se le ocurriría elevar esta cena de urgencias a nivel de arte? Pues a McSweeneys sí. El imperio editorial indie estrenó este verano en EE UU la revista gastronómica Lucky Peach (melocotón con suerte) con una primera edición dedicada a los ramen (fideos japoneses). Y ya han cambiado la sazón al caldo de 52.000 lectores.
Peter Meehan, el editor, lleva años empapándose en las fondas más baratas de la gran manzana. Nos explica al teléfono desde su piso sin climatización en Nueva York, donde dice cocerse a 40 grados, cómo se pasa de crítico de tabernas populares de The New York Times a dirigir "un monstruo" de casi 200 páginas lleno de croquis, panfletos, manifiestos y recetas didácticas; un verdadero guiso gastronómico.
"Tenía la impresión de que la gente que compraba revistas culinarias no cocinaba nada de lo que leía, ni tenía la menor intención de hacerlo", dice Meehan. Las recetas de Lucky Peach se aproximan más a un pincho bien armado que a esos "tochos intragables". En vez de letra pequeña, las recetas se diseñan como una buena novela gráfica. Y con etiqueta made in Spain. El donostiarra Juan Mari Arzak surtió un boceto de sus famosos huevos cocidos en bolsas de plástico. La cultura culinaria de San Sebastián que Meehan conoció de la mano del chef es "una meta, porque no la tenemos en EE UU".
Para amasar esta cultura, Lucky Peach busca picar el paladar literario. Hay perfiles de los grandes maestros del ramen tokiotas, un peregrinaje a los fideos mestizos de Nueva Orleans, debates teóricos casi teológicos entre chefs y consejos de cocina realmente ingeniosos. "Queríamos sugerir recetas como Ramen cacio e pepe (fideos con queso y pimienta), que aunque el lector no hiciera, al menos haría que se quedara con la idea de que cualquier fideo se puede mezclar con cualquier sazón con resultados sabrosos".
Desde la atalaya de la alta cocina se le acusa de aguar los conceptos culinarios. "Yo siempre comí mal de niño; si se populariza pensar más en lo que comemos, qué más da si los puristas se quejan", defiende. El siguiente número, The fruit hunters (cazadores de fruta), afrontará los prejuicios y malentendidos sobre las frutas. Divulgación más ironía. Marca de la casa McSweeneys.
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