A por el botín del FIB
Vecinos de Benicàssim recogen los enseres abandonados por los 'fibers'
Muchos saben que los fibers dejan dinero (este año se habla de un impacto de 18 millones), pero pocos saben que también dejan tiendas de campaña, mesas, sillas, colchonetas, neveras... Y es que los 150.000 metros de CampFib, la zona de acampada del festival, se convirtieron ayer en el escenario de un peculiar saqueo. Unos 200 vecinos de Benicàssim y alrededores se agolpaban en la entrada a la espera de que los guardias les permitieran acceder para hacerse con todos estos enseres que cada año abandonan los fibers extranjeros, a quienes les sale más barato comprar y tirar que facturar. Pero antes, quienes aprovechan este botín son los fibers españoles, que tenían hasta las 14 horas para recoger sus pertenencias (y las de otros).
"Los extranjeros se lo dejan todo, estamos aprovechando para llevarnos lo que podemos, sobre todo tiendas", explican dos chicas madrileñas. Belén y Marcos llevan años asistiendo al FIB y también aprovechan hasta el último minuto para hacerse con sillas plegables. "Es que están nuevas", dicen.
A otras el fenómeno les ha pillado por sorpresa. Maca, Ana y Carla luchan para plegar una tienda más grande de lo normal. Alzan la vista y miran alrededor buscando otra posible adquisición. No dan crédito. "Hemos flipado, se queda más de la mitad", dice Carla. Es su primer FIB y se han enterado del pillaje tras comprobar que, tras un primer viaje para descargar cosas en el coche, les habían abierto la nevera. "Pensábamos que nos habían robado, pero nos hemos dado cuenta de que la gente estaba aprovechando para llevarse cosas", apunta. Así que no se lo pensaron dos veces para hacer más viajes al coche. "Me llevaré cosas que necesito para el siguiente festival al que voy a ir", comentaba Carla.
Una hora y media después del cierre del recinto aún continuaban entrando y saliendo fibers ante la atenta mirada de los vecinos que esperaban su turno. Y entre ellos hay expertos y novatos. Para Mario y Mónica, dos vecinos de Benicàssim, es el tercer año. "Hoy hemos venido bien pronto porque el año pasado llegamos más tarde y ya casi no quedaba nada", dice Mario, quien apunta que hasta ha llegado a encontrar dinero y teléfonos.
Entre las novatas está María Pilar, también de Benicàssim. "Me ha llegado por amigos que pasaba esto y estoy esperando, cuando nos dejen pasar será como cuando abren las puertas de El Corte Inglés", bromea. Con la salvedad de que aquí no pasará por caja.
![Una de las asistentes al festival, con una caja llena de enseres abandonados en el cámping, antes de abrir la puerta a los vecinos.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/NJDOHEUF3FHBJ4WL566LHU2RNU.jpg?auth=8f8d73cea67a304acb477b0bba70b2e00d448cf809ddf29bb79a7604f612cc6e&width=414)
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