La era del prodigio McIlroy
El jugador norirlandés, el símbolo de los mejores jóvenes del mundo, deja un sello indeleble en Augusta a los 21 años
La paciencia y el control de las emociones no son los acompañantes habituales de un niño de 21 años que roza entrar en la historia del golf con su primera chaqueta verde en Augusta. Pero Rory McIlroy no parecía nervioso ayer en el tee del uno, cuando arrancó la última vuelta del Masters con 12 bajo par y cuatro golpes de ventaja sobre el australiano Day, el sudafricano Schwartzel, el coreano Choi y el argentino Cabrera.
El prodigio norirlandés tenía la misma cara de chico de instituto que siempre. Había pasado la noche anterior viendo el partido del Manchester United y por la mañana, antes de citarse con la gloria, se levantó pronto para animar por la tele a su equipo de rugby, el Ulster, contra el Northampton, en cuartos de la Copa de Europa. Pedieron los suyos.
Su semana favorita es la 15ª del año, la del Masters, no la del Open Británico
McIlroy es un chico normal que juega al golf con la misma naturalidad con la que se relajó peloteando con sus amigos con un balón de fútbol americano después de ser líder del Masters los tres primeros días. Como si no estuviera a las puertas de romper barreras: el ganador más joven del Masters desde 1997, el primer vencedor irlandés, el primer europeo desde Olazábal en 1999, el chico que baja 10 años la edad media de un primer ganador en Augusta (31). Todo eso perseguía anoche en los últimos 18 hoyos. Pero, más allá de eso, el valor de McIlroy es representar a una estupenda generación de jóvenes jugadores que aseguran el futuro del deporte por encima del fulgor de Woods, que no será eterno: Ricky Fowler, Jason Day, Mateo Manassero, Ryo Ishikawa... Un grupo muy heterogéneo y que simboliza la democratización del golf puesto que llevan las banderas de Estados Unidos, Australia, Italia y Japón, respectivamente. Sin olvidar a muchos veteranos que siguen peleando en la élite. Y, por supuesto, a Woods, cuyo juego en Augusta ha recordado por momento al que era antes y que ayer andaba al acecho de la cabeza: sumó dos birdies en los tres primeros hoyos, pero en el par tres del cuarto dejó de lado la bandera y cargó con un bogey. Solo el Tigre, Ballesteros y Mickelson fueron más precoces que McIlroy en ganar en el circuito estadounidense.
El joven chico tiene la ambición de los recién llegados. Y a pesar del millonario capricho de comprarse ya 13 coches, parece tener los pies en el suelo. Cuando conoció a Rafa Nadal en el Open de Estados Unidos de hace un año, quedó impresionado. "No podía creer lo modesto que es después de todo el éxito que ha tenido y el dinero que ha ganado. Sigue en el mismo sitio de Mallorca en que creció, con su novia de toda la vida... Es un gran modelo para mí. Hay cosas en su carácter que me encantaría tener. Nunca se rinde, siempre lucha por cada punto".
Rory rememora una tarde de domingo de 1997 junto a su padre como su primer gran recuerdo del golf. Era Tiger ganando en Augusta con 21 años -acabó con el récord de Ballesteros de 23, en 1980-. Los mismos 21 que ahora tiene él. Se enamoró del Masters, su semana favorita del año, más incluso que el Open Británico de su casa, y el torneo al que ha encaminado toda la preparación en esta temporada. Tenía además una espina clavada. Hace dos años, en su debut, quedó en un honorable 20º puesto, pero en 2010 ni siquiera pasó el corte en un momento bajo de su juego. En el pasado Open Británico, McIlroy aprendió una cruda lección. Después de conseguir la mejor vuelta en un grande con 63 golpes en el primer día, en el segundo se pegó un tortazo de aúpa con 80. Ahora ya sabe que no se puede lanzar las campanas a vuelo por muy bueno que uno sea. Y McIlroy lo es. Tiene un swing que es la envidia del circuito y que se ha sido radiografiado milésima a milésima de segundo, le pega más fuerte que nadie con el driver y tiene pausa en el juego corto, pese a ese bogey con el que empezó la decisiva jornada de ayer.
Tras ser tercero en tres de los cinco últimos grandes, Rors (el apelativo que lleva grabado en su gorra) preguntó por el sastre en Augusta. Tenía una chaqueta verde preparada con sus medidas.
Clasificación tras la tercera jornada.
1. R. McIlroy (Irl.N.), 204 golpes (-12). 2. Á. Cabrera (Arg), C. Schwartzel (Sud), K.J. Choi (Cor) y J. Day (Aus), 208 (-8). 9. T. Woods (EEUU), 211 (-5). 18. Á. Quirós, 213 (-3). 24. M. Á. Jiménez, 214 (-2). 30. S. García, 215 (-1).
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