Las Vegas, puro circo

Cirque du Soleil ha recorrido un improbable camino en Norteamérica para acabar haciendo de una ciudad en concreto el lugar en el que confluye su mayor número de espectáculos. Para esta compañía arcana, misteriosa y refinada, la elección es muy poco obvia. ¿Por qué elegiría un lugar como Las Vegas, capital del juego y de la perdición? Hay quienes dicen que fue casualidad. Pero lo cierto es que solo en un lugar como Las Vegas, laboratorio experimental de novedades hoteleras y de entretenimiento, podía Cirque du Soleil encontrar a empresarios visionarios capaces de invertir cientos de millones en erigir escenarios a la altura de lo que las mentes de sus creadores artísticos podían imaginar.

La compañía canadiense, creada por Guy Laliberté en 1984, cambió el circo para siempre. Y Las Vegas, por su parte, cambió a Cirque du Soleil de una forma igual o más profunda. Hasta entonces, la compañía únicamente había montado espectáculos ambulantes, en la más pura tradición circense, para recorrer el mundo y dejar a la improvisación una parte crucial de su arte. En Las Vegas encontró teatros a su medida o, mejor dicho, teatros construidos única y exclusivamente para albergar sus producciones, de unas dimensiones y posibilidades técnicas que ni siquiera muchas de las mejores compañías operísticas del mundo han podido disfrutar.

En la actualidad, Cirque du Soleil mantiene 11 espectáculos ambulantes -entre ellos, Corteo, el montaje que a partir del 5 de abril se podrá ver en Madrid, Valencia, Alicante y Sevilla- y 11 espectáculos estables: en Orlando, Los Ángeles, Macao, Tokio y los siete de Las Vegas.

'Nouvelle expérience'

Fue en 1993 cuando un grupo de actores, payasos y acróbatas llegó a Las Vegas, donde el constructor Steve Wynn les invitó a montar su carpa de circo en el aparcamiento del que entonces era el casino más lujoso de la ciudad, el Mirage. Wynn había sabido anticipar el potencial de aquella compañía canadiense, que reinventaba los géneros circenses dándoles un toque artístico y esotérico. Pensó que a los visitantes de su lujoso hotel les atraería ver algo distinto a lo que Las Vegas ofrecía hasta la fecha; otra cosa que no fueran coristas y actuaciones de viejas glorias en declive.

Wynn acertó. El espectáculo Nouvelle expérience (que ya no está en cartelera) fue la sensación del año en Las Vegas. Como les sucede a muchos artistas en esta ciudad, Cirque du Soleil llegó para unas cuantas representaciones y se ha quedado hasta hoy. El magnate hotelero, que habría de construir cinco casinos en la ciudad, se estaba empleando a fondo en cambiar Las Vegas; en hacer de ella una ciudad de entretenimiento para toda la familia, niños incluidos, y en ofrecer recintos de lujo con una meticulosa atención al detalle. El magnate estaba construyendo un nuevo hotel inspirado por el libro La isla del tesoro, la novela de aventuras de Robert Louis Stevenson.

'Mystère'

El recinto de Treasure Island iba a tener cofres, barcos, calaveras, representaciones de abordajes de piratas en alta mar y el primer espectáculo permanente de Cirque du Soleil en Las Vegas. Wynn se lo encargó al director y alma creativa tras Nouvelle expérience, Franco Dragone. El resultado fue Mystère, una de las producciones más veteranas de Cirque du Soleil, que el año pasado cumplió 8.000 representaciones y que ya han visto 12 millones de espectadores.

En esa obra, Dragone incluyó numerosos actos cómicos que retratan la relación entre adultos y niños. El espectáculo es una sucesión de actos circenses mezclados con fantasías orientales, faunas imposibles y acrobacias arriesgadas. El teatro, construido a medida para albergar esta obra, tiene la forma redonda de un circo, y en él ya se usaron técnicas que la compañía explotaría en producciones posteriores: diversos niveles de altura, focos de atención en constante cambio y movimiento, artistas que aparecen desde cualquier lugar. Dentro de la compañía se conoce a Mystère como "la flor del desierto". Es lo que fue: un primer e insólito espectáculo permanente de calidad en aparecer en el páramo creativo de Nevada.

"El concepto original del director Dragone gira alrededor de una celebración de la vida desde sus principios hasta la creación de la civilización humana", explica David Gómez, director artístico de la obra. "Mystère nos lleva de viaje a través de los elementos de la vida, donde el pasado, el presente y el futuro se unen. Como director artístico, es mi trabajo mantener vivo este viaje cada noche. Mystère, como todas las obras de Cirque du Soleil, siempre está en permanente cambio y alcanzando cotas más altas. Lleva en escena 17 años y aun así sigue su trayecto creativo, mientras que se mantiene la visión original de Dragone".

Agua en 'O'

La cumbre de la genialidad de Dragone, sin embargo, llegaría después, en 1998. Se trata de un espectáculo que sigue teniendo llenos completos 13 años después de su apertura y que suele provocar verdaderos arrebatos estéticos. El magnate Wynn quería un espectáculo a la altura del hotel que tenía planeado edificar. El Bellagio, abierto en 1998, debía ser el epítome del lujo, un recinto impecable, un oasis de elegancia en un mercado saturado de lugares con el mismo estilo que unos grandes almacenes de saldos. El hotel, diseñado a imagen y semejanza de una villa en el lago de Como, es todavía un emblema de ostentación y suntuosidad (quedó inmortalizado en el remake de 2001 de la película Ocean's Eleven).

Dragone supo estar a la altura. Para O hizo erigir un escenario que en realidad es una piscina con una capacidad de 5,6 millones de litros de agua, con cubiertas retráctiles que permiten jugar con él como si fuera una combinación de múltiples tablados. El resultado no es tanto un triunfo de las artes dramáticas como de la tecnología puesta al servicio de la estética y la actuación. Es también una reflexión sobre el propio arte de Cirque du Soleil: un espectador desaparece en el escenario y se pierde en un mundo rebosante de hermosura, donde barcos gigantes surcan el aire, animales recorren una sabana y personajes de opereta se alborotan en decadente carnaval.

O es una representación viviente de un cuadro de Salvador Dalí. Desde el arranque hasta el final, la protagonista única e indiscutible del espectáculo es el agua, fuerza creadora, contexto y contenido. En un momento, un grupo de cuatro acróbatas se zambulle desde una altura de 20 metros. Poner en escena semejante mastodonte artístico no fue fácil: erigir el teatro costó 80 millones de dólares de la época (hoy día serían unos 57 millones de euros). Desde su estreno, Las Vegas vive una permanente competición para emular una creación semejante, sin parangón identificable.

Ni siquiera el propio Franco Dragone ha podido llegar a tal nivel de excelencia circense con su espectáculo La rêve (www.wynnlasvegas.com), que montó después de dejar Cirque du Soleil. El magnate Wynn vendió sus hoteles a MGM en 2000. Pronto compró el mítico Desert Inn, lo demolió y construyó su hotel más lujoso hasta la fecha, el Wynn (como a un hijo, le dio su apellido, algo sobre lo que ironiza ampliamente la película Ocean's Thirteen, que cuenta la historia de un magnate que parece imitar a Wynn, interpretado por Al Pacino). Aunque los dos hombres tenían concepciones muy distintas del mundo del espectáculo y habían tenido fricciones en el pasado, volvieron a unirse en esa nueva representación que ha conseguido notables éxitos de público.

'Zumanity', 'Kà' y 'Believe'

Sin Dragone, Cirque du Soleil exploró nuevos caminos en Las Vegas. En 2003 abrió en el casino New York-New York un espectáculo erótico y carnal, al estilo de vodevil y el cabaré, bajo el título de Zumanity, descrito por la empresa como "la cara sensual de Cirque du Soleil". Un año después, en el hotel de enfrente, el gigantesco MGM Grand, estrenó una obra dirigida por el veterano Robert Lepage e inspirada en las artes marciales, bautizada como Kà. Con un precio de producción de 220 millones de dólares (160 millones de euros), fue el espectáculo más caro de Cirque du Soleil hasta la fecha. Posteriormente se montaría Believe, un espectáculo conjunto con el mago Criss Angel en la pirámide del hotel Luxor.

'Love'

Fue sintomático que después de que el ataque de un tigre acabara con la larga carrera teatral de los ilusionistas Siegfried y Roy en el Mirage, en 2003, fuera Cirque du Soleil el encargado de sucederles. Los domadores vestidos con lamé y lentejuelas cedían su cetro a los acróbatas canadienses. El escenario donde los tigres saltaban y desaparecían por arte de magia se convirtió en un foro donde se cuenta la historia de Los Beatles a través de su propia música. El espectáculo, dirigido por Dominique Champagne, se llama Love, y abrió una nueva etapa para la compañía, mucho más comercial, centrada en el mundo del rock y el pop, dentro de cuyo marco se estrenará, este año, todo un espectáculo ambulante dedicado a Michael Jackson.

'Viva Elvis'

No hay, sin embargo, mayor homenaje a Las Vegas que el espectáculo que Cirque du Soleil ha dedicado a uno de los hijos predilectos de esta ciudad. Elvis Presley debutó aquí en 1956. Fue un estreno muy pobre: a los empedernidos jugadores no les gustaba aquel joven rockero, moderno y afectado. Duró dos semanas en cartel. En 1969 regresó triunfante al hotel International -hoy día, Hilton Las Vegas-, en el que hasta la fecha era, con 2.200 asientos, el auditorio más grande de la ciudad. Iba a dar 57 conciertos y duró allí cinco años, ante un éxito salvaje. Su canción Viva Las Vegas es el himno no oficial de una ciudad donde nada es oficial.

Viva Elvis es un espectáculo dirigido por Vincent Paterson que ofrece el casino Aria y en el que se repasa la vida de Elvis a través de sus éxitos emblemáticos, desde su niñez en Tupelo (Misisipi), a su madurez y consagración mundial en Las Vegas. Las canciones se han reinventado, utilizando nuevas técnicas musicales. Voces masculinas y femeninas cantan junto a Elvis mientras los acróbatas hacen comulgar sus canciones con la temática circense: trapecistas para One night with you, saltimbanquis pendencieros para Got a lot of livin to do, equilibristas para Bossa nova baby, coristas reinventadas para Viva Las Vegas.

"El escenario del teatro de Viva Elvis se transforma a lo largo de la obra para crear diferentes localizaciones dentro de un mismo recinto. Cada una de ellas sirve para destacar los distintos aspectos de la carrera profesional y la vida personal de Elvis", explica John Barnett, gerente de producción y operaciones. "A través de proyecciones de vídeo devolvemos a Elvis al bulevar de Las Vegas. El teatro en sí mismo y el tamaño de las proyecciones debían ser de unas dimensiones más grandes que la vida misma para llegar a estar a la altura de un artista semejante".

El resultado es un espectáculo de Cirque du Soleil con la misma factura artística y precisión técnica que caracterizan a la compañía, pero con un repertorio musical mucho más moderno y animado. Es el perfeccionamiento de la unión entre la compañía canadiense y una ciudad como Las Vegas: elevados conceptos estéticos centrifugados en una ruleta y sacudidos como un cubilete de dados.

Solo en Las Vegas podría verse algo semejante. Únicamente la capital del vicio, refugio estético de cartón piedra en pleno desierto, podía ofrecer un espectáculo donde Elvis es una excusa para probar el más difícil todavía.