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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

José Antonio Momeñe, cuarto en el Tour de 1966

Carlos Arribas

En Zierbana (Vizcaya), donde había nacido el 15 de agosto de 1940, se celebró ayer el funeral por José Antonio Momeñe, ciclista, fallecido el pasado jueves. Antes de llegar a la iglesia, Txomin Perurena paró a comer en Durango junto a algunos compañeros de pelotón de los años sesenta, como Otaño e Iragorri. Allí aprovecharon para recordar al corredor ausente, ganador de etapas en la Vuelta y el Giro y cuarto en la general del Tour del 66. Recordaron a una persona más bien reservada, un hombre que no se dejaba ver mucho. "Hablaba poco, pero cuando tenía que hablar, hablaba", dice Perurena.

"Era, sobre todo, un corredor muy inteligente", añade Perurena, quizás el ciclista que mejor representa aquella década, en la que el ciclismo español era sobre todo el ciclismo vasco, y este se resumía en la rivalidad terrible Kas-Fagor. Momeñe, como Perurena, corrió en ambos, bajo la dirección de Dalmacio Langarica y Pedro Matxain. Debutó en el Kas en 1962 ganando la Vuelta a Andalucía. "Tenía mucha clase, era rápido, un ganador, sabía explotar muy bien sus posibilidades y sus condiciones, y se defendía en montaña", continúa Perurena. "Le ganó a Mendiburu un campeonato de España de aficionados. Cuarto en el Tour dice mucho".

Entonces, el ciclismo español era también Gabika, Gómez del Moral, Gandarias, Aurelio González, López Carril, Uriona, San Miguel, Vélez, Lasa y Uribezubia, López Rodríguez, Ventura y Mariano Díaz, Manzaneque, Julio Jiménez y Pérez Francés. Los ciclistas eran ídolos populares que en julio invadían y transformaban la vida cotidiana, vía la voz radiada de los enviados especiales. El ciclismo era el Tour. "Y también carreras como la que corrimos en la Casa de Campo para celebrar los XXV Años de Paz", dice Perurena. "Fue en abril del 64, recuerdo que Momeñe ganó en profesionales y yo en aficionados".

Perurena era también un tipo muy rápido, y siempre mantuvo una cierta rivalidad con Momeñe, pero cuando ambos coincidieron en el Fagor, de 1967 a 1969 no hubo ocasión para las disputas. "Él ya estaba en su cuesta abajo y yo crecía año tras año", recuerda Perurena, tres años más joven.

En 1970, en el Werner, corrió Momeñe su última temporada. Después de dos años de director, montó un taller mecánico y vivió tranquilo. "Le vi hace no mucho", dice Perurena. "Fue en un homenaje a los olímpicos vascos. Me dijo que tenía algo de médula, pero no podía imaginar que sería la última vez que hablaba con él".

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Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

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