"Mi disco es el de alguien que cosecha músicas en su portátil"
Una razón para sonreír: reaparece Gecko Turner, el músico extremeño (Badajoz, 1966) que disuelve todo tipo de formas afroamericanas en una expresión personalísima, muy apreciada fuera de España. Su anterior entrega con canciones nuevas, Chandalismo ilustrado, data de 2006; ahora llega Gone down south (Lovemonk), grabado durante un periplo que partió de Mérida e incluyó paradas en Londres, Los Ángeles, Madrid y Austin.
Gecko quiere disculparse: "Me ha tomado el doble de lo habitual por vicisitudes personales: una separación, el abandono del pueblo donde vivíamos (Guareña), mi necesidad de una base. Ya sé que eso no debe importarle al oyente, pero quiero explicar que Gone down south es el disco de un señor que viaja por el mundo cosechando músicas en su portátil. Estoy en tránsito, vital y musical".
"Quiero echar raíces en una ciudad donde haya cantera de artistas"
"Para mí es fácil caer en la indolencia. Detesto las tardes perdidas"
El asunto, bien lo sabe, es lograr que suenen orgánicas canciones que han sido registradas a trozos, a veces en países y continentes diferentes. "No tengo otra opción, sería imposible juntar a todos mis amigos en un estudio durante dos meses. Pero ahora siento el deseo de echar raíces en una ciudad donde haya una cantera de músicos de mentes bien abiertas. Lo ideal sería Los Ángeles, pero ¡no sé conducir! Así que miro hacia Nueva York. Harlem está muy apetitoso, en todo excepto en los alquileres".
Lo que ha aprendido Gecko: fuera los complejos de inferioridad, uno puede batirse con cualquier talento. "Tiendo a mitificar a los grandes de la música negra. Pero decidí trabajar con Sunny Levine antes de descubrir que, aparte de hijo de Stewart Levine, era nieto de Quincy Jones. Es decir, tercera generación de una estirpe regia de músicos y productores. Tiene ventajas: estábamos trabajando en el tema más electrónico, The love monk, y decidimos que necesitaba una trompeta. Y metió unas frases de un trompetista famosísimo, una carpeta de sonido grabada por su padre vete a saber cuándo. Es como hacer guantes con los gigantes".
Insiste Gecko en que Gone down south está marcado por la experiencia de producir al cantaor Fernando Terremoto. "Murió en febrero y me dejó destrozado. Es trágico que alguien como él solo grabara un disco por década. El nuestro se llamará Terremoto y colaboran mis músicos, aunque también aparece un dream team del flamenco de Jerez. Yo sabía que había palmeros que cobran tanto como el mejor instrumentista, pero también tuvimos a un jaleador extraordinario, El Bo. Me asombra su capacidad para subvertir, para deformar el lenguaje: le soltaba 'Ole, Fernando, terrorista".
Gecko parece dispuesto a pasarse la cita evocando a Terremoto, así que hay que forzarle a regresar al disco que nos ocupa. Donde se percibe que, lo que una vez parecían vicios, ahora es la marca registrada de Gecko: cierta reticencia a cantar (es frecuente que ceda el micro a vocalistas o raperos invitados), unas letras elípticas, un desgaire interpretativo. "Puede que sea culpa de mi timidez. O de mi fascinación por Dr. John, que tiene una expresión muy gutural, muy de pereza sureña".
La palabra "vicios" le pone en alerta. "Para mí es fácil caer en la indolencia. Detesto las tardes perdidas. Te tumbas en un sofá, te preparas tus canutos, te pones el portátil en la panza, auriculares en las orejas y, cuando te das cuenta, ya se ha hecho de noche".
E insiste con sus descubrimientos digitales. "A veces, encuentras cosas emocionantes: recuerdo haber seguido el funeral de Levi Stubbs [el solista de los Four Tops] por Internet. Pero en general resulta onanista. Si recibes un impulso creativo, necesitas alguien con quien compartirlo, rebotarlo, transformarlo. Y si estás en un pueblo, perdido entre maizales, rodeado de nueve perros, mal lo tienes".
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