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Estereotipas
Columna
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Moderna por contrato

Yo soy rebelde porque el curro me hizo así. Llevaba 25 años de secretaria en una multinacional, de repente compran una red social y me trasladan de un día para otro. O eso, o la prejubilación, me dicen. A mí. Tengo 60, vale, pero yo no corrí delante de los grises para que me retire nadie. Soy una pionera nata. Así que me he reciclado. A la fuerza ahorcan.

El primer sofoco fue ver a mi jefe. Tiene 28 años y se llama Prometeo, te lo prometo, hay padres para matarlos. Lo ves y te dan ganas de darle un euro para que coma algo. Pero se ha inventado él solo este chiringuito que nos da de comer a él, a mí y a otros 150. Un cerebrito, el niño. Luego están los otros. Y las otras. Qué cuadros. Con esos pelos y esas barbas, ellos parecen extras de La vida de Bryan. Ellas, cualquier cosa menos vírgenes. Y yo, la madre que los parió a todos.

Era el último mono. Me llamaban de usted. Me marginaban. Pero yo no me manifesté con un cartel de "Sí al aborto" encima de un bombo de gemelos para que me jubilen unos niñatos. Fui a Bershka, pillé todo lo de la XXL, lo pasé por la Singer y me hice unos estilismos que los tengo muertos. Serán nativos digitales, pero les falta perspectiva. Lo del mes pasado les parece una antigualla y lo de hace 30 años el colmo del estilo. Mi último pelotazo son unas gafas de mi madre que me he graduado para vista cansada. Flipan con ellas. Vintage, las llaman. En mi época la vendimia era otra cosa.

Se las meto dobladas. Llevo el iPhone al cuello como la cruz el exorcista: los neutraliza. Solo sé llamar y contestar, pero cuela. Esto es anarquía y no la CNT. Desde que uno me dijo que había faltado por "un mal viaje", como si hubiera pinchado una rueda, yo ya ni pregunto. Estoy superintegrada. Hasta le he cogido el gusto al Red Bull de la máquina. Sabe a Bisolvón, pero me tomo tres al día, como el jarabe. Para marchosa, yo. Por Navidad me invitaron al Plasty, un local de culto. Me ve mi madre y me dice: "Ponte el visón, que viste más". Pobre, su reino ya no es de este mundo. Acabamos en un piano-karaoke del año de la tos. Pero si creen que es moderno, déjalos que disfruten.

Me agotan. Por eso trabajo en agosto. Así tengo dos meses de vacaciones. El mío y el que estoy sin verlos. He sacado a desfilar mis trajes chaqueta y tengo al portero loco. "Eso es una real hembra, y no esas zarrapastrosas", me suelta hoy Luciano, un chico de mi edad. Los modernos están unos en Formentera y otros en Vietnam, no tienen término medio. Oficialmente yo voy a San Juan de Luz, que es vintage. Si se enteran de que es San Juan de Alicante me jubilan sí o sí.

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