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La crisis triplica en solo un año los locales de compraventa de oro

Proliferan las detenciones de comerciantes por la venta de joyas robadas

La venta de oro ha vuelto a la calle como refugio ante la crisis. Y de qué forma. En el último año los andaluces han acudido en masa a los comercios de compraventa de oro para recibir dinero a cambio del metal amarillo. Tanto es así que el auge de estos comercios suma ya más de 500 establecimientos en la comunidad, cuando hace un año rondaban los 175. La subida más espectacular se ha dado en Sevilla y Málaga. Si la primera provincia ha pasado de 46 establecimientos a 183, la segunda ha crecido de 40 comercios en 2009 a los 145 actuales.

La subida imparable del precio del oro, que hoy se paga a unos 17 euros el gramo, también ha ayudado a que las economías familiares se hayan apoyado en este valor seguro. La necesidad de liquidez ante el inmenso paro, al margen del vaivén de los mercados y el desplome del ladrillo, explican este fenómeno.

Los comerciantes tasan las joyas de las familias necesitadas o que compraron oro como inversión, les pagan y las destinan a la fabricación de nuevas piezas o a la fundición, a menudo a la de Córdoba, centro del sector joyero. En esta provincia había solo cinco establecimientos en 2007, un año después se sumaron otros nueve, en 2009 se abrieron 27 más, y este año abrieron sus puertas 43 nuevas tiendas. En total, 84 negocios cada vez más lucrativos. El dinero que mueve es tan jugoso que algunos joyeros se han pasado a este negocio del sector que antes no gozaba de buena fama.

Es el caso de Iván Martínez, propietario de Todo y Solo Oro en Sevilla: "La competencia se ha triplicado", confirma. En Granada, donde los locales crecieron de 19 en 2007 a 31 hoy día, la mayoría de operaciones, unas 300 cada día, son empeños, no venta. En Cádiz, de cinco comercios se ha pasado a 20. Fuentes policiales subrayan que les preocupa especialmente la competencia que se hacen entre ellos, muchas veces con publicidad engañosa y el hecho de que muchos insten a los clientes a firmar contratos en blanco, lo que propicia el fraude fiscal.

En Huelva, los locales han crecido hasta los 41, una cifra "muy por encima" de la de 2009, según fuentes policiales. Mariano Soler, secretario general de la federación andaluza de joyeros, dibuja un mal panorama para el sector pese al auge de la compraventa. "El sector está muy castigado y será el último que se recupere. No podemos alegrarnos de que las familias estén necesitadas".

Los agentes que investigan los robos controlan que estos comercios cumplan con los requisitos de seguridad exigidos y les entregan un libro oficial para reseñar la compraventa de joyas. Pero la policía vigila sobre todo que estos establecimientos no vendan joyas robadas, y para ello cada 15 días debe autorizar las ventas tras cotejar las compras de las alhajas. Y aquí surge el problema. Los efectivos de los grupos de robos no dan abasto para controlar tantas tiendas y tal aluvión de ventas. Ello a pesar de que las operaciones por fraude están dando resultados.

La última de ellas fue el pasado viernes en Cádiz, cuando fueron detenidos los propietarios de una casa de compraventa de oro por fraude fiscal y falsedad documental. "No incluían la mitad de las joyas que adquirían, por lo que la Agencia Tributaria no podía controlar los beneficios", informó la policía.

Hace una semana los agentes intervinieron en Sevilla, donde detuvieron a cuatro joyeros por defraudar presuntamente 192.956 euros gracias a que no registraban joyas y piedras preciosas que habían sido robadas. De las 612 operaciones que realizaron, el libro de registro oficial sólo reflejó 361. Todos quedaron en libertad pese a los cargos.

En Jaén, donde hay una decena de establecimientos, la policía detuvo a un hombre acusado de robar joyas y a los dos dueños de uno de estos comercios, mientras se realizaba la transacción. La policía en Almería no quiso aclarar la cifra de locales que compran oro.

Ante el aluvión de aperturas, la picaresca se extiende y fuentes del sector relatan que algunos comerciantes pagan el oro a menor precio que el fijado por el mercado, aprovechándose de la ignorancia de los clientes. "Están pagando a la gente al precio de 1991", critica un joyero que pide el anonimato.

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