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Los problemas de ser campeón

El Alcorcón necesita un estadio nuevo para estrenar el ascenso a Segunda

Juan Diego Quesada

En la pradera de un barrio de Alcorcón se levantó una ermita que durante años no tuvo ningún beato al que rezarle. En ese tiempo fue imposible pedir milagros, hasta que se importó una réplica de santo Domingo, tan pequeña que se quedó con el nombre de Santodominguín. En el lugar de la ermita se levanta ahora el campo de la Agrupación Deportiva Alcorcón, equipo que ascendió a la Segunda División A el pasado fin de semana. Pero el santo sigue ahí, por si acaso.

El ascenso de categoría ha disparado la popularidad del equipo de fútbol de esta ciudad del sur de Madrid pero también sus gastos. El estadio, con una capacidad de 2.800 espectadores y en el que se ha visto a gente encaramada a los postes de la luz para ver los partidos, se ha quedado pequeño. El club y el Ayuntamiento han presentado el proyecto para construir uno nuevo, muy coqueto, en el que cabrían casi 8.000 aficionados. Su coste asciende a unos nueve millones de euros. "Eso sería lo ideal", cuenta Julián Villanueva, vicepresidente del club, un hombre canoso, de buena planta.

El campo tiene 2.800 asientos y se ha visto gente en los postes de la luz
"Ojalá se convenza a la presidenta para invertir", dicen en el equipo

El problema es la financiación. Enrique Cascallana, el alcalde, eufórico por la victoria del equipo pero cabal a la hora de repartir responsabilidades, asegura que hay que construirlo "entre todos". "Hemos destinado cuatro millones de euros de los 13 que tendría que tener la ciudad del Plan Regional de Inversiones Prisma, de modo que vamos a pedir que la primera fase del estadio se haga con estos fondos". La pelota, pues, está en el tejado de la presidenta de la Comunidad de Madrid, a la que los jugadores del equipo fueron ayer a visitar. Esperanza Aguirre, al conocer los problemas de acondicionamiento del viejo estadio, les dijo: "Iré a verlo yo misma". Se espera que la próxima semana visite las instalaciones y tome una decisión. "Ojalá el santo la convenza", bromean desde el club.

El problema es que dentro de esta inmensa crisis en la que se pregona la austeridad se ve difícil que se apruebe de inmediato el proyecto. Otra opción que se baraja es remodelar el estadio, propiedad municipal pero cedido durante 50 años al club. La obra rondaría el millón y medio de euros. Se adaptaría a las necesidades de la Liga de Fútbol Profesional (colocar tornos en todos los accesos, más salidas de emergencia...) y habría que colocar cabinas de prensa, torres para las cámaras de televisión y nuevos focos para iluminar el estadio.

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Queda en el recuerdo la deuda de siete millones de pesetas que contrajo el club en los años noventa. Aquello estuvo a punto de hacerle desaparecer. Ahora la filosofía es otra. "No vamos a hacer locuras. Vamos a intentar organizar el mejor equipo con el mejor campo posible, pero siempre dentro del presupuesto", asegura Villanueva, algo que parece de cajón pero que no lo es tanto al observar la decena de equipos que se han visto obligados a acogerse a la ley concursal.

"Alcorcón tiene que estar a la altura". Es lo que más se oye decir estos días por las calles de la ciudad. Para ello, el club y el Ayuntamiento buscan dinero de debajo de las piedras. Buscan patrocinadores, más socios, derechos de televisión, todo lo que sea necesario para dejar en buen nombre a este pueblo. Son conscientes de que la historia del Alcorcón en el fútbol profesional está por escribirse, con estadio nuevo o sin él. Lo que es seguro es que dentro del estadio seguirá el santo, por si acaso.

Un hincha en el estadio de fútbol del Alcorcón, recién ascendido a la Segunda División.
Un hincha en el estadio de fútbol del Alcorcón, recién ascendido a la Segunda División.

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Sobre la firma

Juan Diego Quesada
Es el corresponsal de Colombia, Venezuela y la región andina. Fue miembro fundador de EL PAÍS América en 2013, en la sede de México. Después pasó por la sección de Internacional, donde fue enviado especial a Irak, Filipinas y los Balcanes. Más tarde escribió reportajes en Madrid, ciudad desde la que cubrió la pandemia de covid-19.

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