Imaginación y ciencia bajo los palos

Emilio Álvarez es uno de los preparadores de porteros más innovadores que existen. En la cantera del Madrid, en el Valencia y en el Benfica era fácil verle trabajar con raquetas, con pelotas de tenis o con balones de rugby. El Atlético no iba a ser la excepción. Desde que hace siete meses llegó debajo del brazo de Quique Flores sus métodos de trabajo han causado sensación. "Son una gozada, se me pasa el tiempo volando", decía antes de su lesión Asenjo. Las sesiones en el Cerro del Espino son un espectáculo por el que desfilan los objetos más inverosímiles: muñecos hinchables, cinturones de los que cuelga un balón... "Al principio puedo causar sorpresa, pero nunca impongo nada. Soy de los que convencen, y lo hago porque al final los porteros entienden que les saco un gran rendimiento", dice Álvarez, que se retiró tras romperse una rodilla con 29 años.

"Emilio es muy moderno, le gustan las cosas muy bien hechas, poquitas repeticiones pero muy intensas. Por mí magnífico, porque con él estamos aprendiendo muchas historias, detalles que hacen que mejoremos muchísimo", cuenta De Gea bajo su inseparable cazadora blanca. El portero rojiblanco, una de las grandes sorpresas que ha dejado la temporada, tanto que Vicente del Bosque le ha incluido en la lista previa para el Mundial de Suráfrica, asegura que una de las claves de su estreno deslumbrante en la Liga es la variedad de los ejercicios que plantea Álvarez con la misma intensidad que un sargento instructor de los marines. "¡Levántate bien, no te apoyes en el balón, qué antiguo eres!", "¡Interior, control, pausa!", "¡No seas irreal entrenando!", "¡Si no pides la pelota nadie te la va a dar!", ruge en pleno ajetreo el preparador, que en octubre sucedió al técnico de la casa, Miguel Bastón.

"Es un poco diferente del resto de entrenadores de porteros. La verdad es que no me puedo quejar, he quedado muy contento con los cuatro que he tenido en el club, Mejías, Diego, Bastón y él. Pero Emilio es diferente, tiene su propio método. Le gusta que los arqueros sean muy buenos técnicamente y todos esos ejercicios van encaminados a ello", explica Joel. "Por eso le gusta utilizar esas pelotas pequeñas que emplea en los entrenamientos, para que mejoremos los reflejos, o los muñecos hinchables para practicar las salidas", continúa el último producto de la cantera, que hace dos jornadas, en Gijón, se convirtió en el cuarto meta de la temporada que juega con el Atlético.

"La base de los muñecos es dura, pero si te chocas no pasa nada. Son como un rival, ¡así que a muerte a por ellos!", apunta De Gea después de fajarse con los mayordomos, conocidos así por su color blanco y negro, que recuerda a un frac. "Estudié Magisterio, y no sé si es por aquello de enseñar, pero el caso es que me dio por allí. Ya cuando jugaba diseñaba mis propios ejercicios para hacer en las pretemporadas... El ejercicio debe estar personalizado pero también debe ser lo más dinámico y alegre posible. Para eso hay que recurrir a la imaginación", piensa Álvarez.

Que se lo digan a De Gea: "Ya estoy acostumbrado, al principio todo se te hace un poquito raro pero en cuanto coges la dinámica es impresionante. Mejoras muchísimo y encima disfrutas entrenando".