Cherchez les femmes!
1. Más de medio millar de mujeres de África, Europa y Latinoamérica se reúnen en Valencia para hablar de los problemas de las mujeres en el mundo de hoy, y el protagonista del encuentro para un importante grupo de nuestros medios de comunicación es un hombre, Francisco Camps. La protesta de Rita Barberá porque el presidente de la Generalitat no fue invitado al encuentro acaba mereciendo casi más atención que todo lo demás.
2. Bibiana Aído presenta el plan para implantar como troncales los estudios de género en la universidad española, y se le echan encima, con su habitual histrionismo, los tertulianos y otros vociferantes de la derechona. Que la ministra se limitara a acatar una de las premisas del Plan de Bolonia, además de la propia Ley de Igualdad, y que dichos estudios estuvieran ya incorporados desde hace décadas en las mejores universidades del mundo, en particular las estadounidenses, no importa lo más mínimo.
Los conservadores temen que la igualdad derrumbe las pautas de dominación patriarcales y masculinas
3. Cuando esa misma ministra llama la atención sobre la escasa presencia de mujeres en los consejos de administración de las empresas, y propone establecer una bolsa de mujeres capacitadas para acceder a ellos, algunos de los comentarios más jugosos al respecto hablan de casting de mujeres empresarias, y esos mismos medios y tertulianos se despachan a gusto, entre chascarrillos e indignación, en contra del proyecto. Que la media de mujeres en dichos consejos no pase del 8% o 9% debe ser una mera anécdota ante la cual no es oportuno intervenir.
Esto no es más que una breve muestra de lo que podría ser un elenco de casos sin fin. Por eso no deja de ser grotesco que Esperanza Aguirre, que junto a Rita Barberá y a las dos abogadas del Estado del PP son lo más granado de la presencia femenina de este partido, se despachara el otro día diciendo que "la igualdad ya se ha consagrado". O que el Ministerio de Igualdad debería llamarse de "Igual-da". O que ironice con la creación de una "consejería de la bondad y el amor". No creo que les pareciera muy divertido a tantas mujeres que sufren la violencia machista; ni a aquellas que obtienen un salario menor por hacer el mismo trabajo que sus compañeros varones; ni a las que, además de su empleo, cargan con las labores del hogar; ni a las que deben soportar el acoso sexual o mobbing laboral; ni a las que acaban estrellándose con impotencia contra el techo de cristal.
Confieso que en su día no di la suficiente importancia a la existencia de un Ministerio de Igualdad, pero a la vista de las reacciones de la derecha ante cada uno de sus pasos me convenzo cada vez más de la necesidad de que ciertos temas puedan acceder directamente al Consejo de Ministros. Con todo, lo que merece una reflexión en profundidad son las causas de la animadversión más o menos explícita contra el feminismo de importantes sectores de la derecha. Seguramente obedece a que se trata de uno de los pocos movimientos que aún se toman en serio el ideal de la emancipación. Y no sólo la de la mujer. En países como Estados Unidos y algunos europeos, el feminismo ha ido siempre más allá de la liberación sexual de la mujer o de su igualdad con respecto al hombre. Siempre supo verse como una punta de lanza de una sociedad distinta. La admirable Michelle Bachelet explicó con claridad al manifestar en el encuentro de Valencia que "cuando una mujer entra en política cambia la mujer, pero cuando muchas mujeres entran en política cambia la política". Esto es precisamente lo que teme el conservadurismo, que la igualdad no se quede en una mera igualdad de derechos y poco a poco acabe derrumbando las pautas de dominación de la sociedad patriarcal y masculina.
Se dirá que el feminismo institucional es otra cosa, que se limita a promocionar a golpe de BOE la corrección política y las políticas de discriminación positiva. O que sólo sirve para vestir una ideología de izquierdas desprovista ya de muchas de sus señas de identidad. No parece verlo así la mayoría de los ciudadanos españoles. Tal y como muestra el barómetro del CIS del mes de marzo, el acuerdo con la mayoría de las iniciativas en este campo del Gobierno de Zapatero cuenta con un consenso amplio. Yo les rogaría, además, que se tomaran la molestia de leer las respuestas cruzándolas por sexo (http://datos.cis.es/pdf/Es2831sd_A.pdf). Busquen a las mujeres, oigan su voz y verán que ellas, las más afectadas, sí lo tienen claro.
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