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LA POLÍTICA | Laboratorio de ideas | BREAKINGVIEWS Reuters

Aumenta el populismo

Wall Street tiene razones para temer el reciente plan de medidas enérgicas contra los bancos planteado por el presidente Obama. La propuesta sorpresa, aunque poco definida, da a entender que la Casa Blanca contempla el acoso a los bancos como una forma de frenar la caída política de los demócratas. En un año de elecciones, es probable que los republicanos tampoco los salvasen.

Tras la traumática derrota de los demócratas en las elecciones celebradas en Massachusetts para el Senado estadounidense, la política ha saltado al primer plano. Las huellas de los dos principales arquitectos de la política económica de Obama hasta el presente -el asesor económico Lawrence Summers y el secretario del Tesoro, Timothy Geithner- brillan por su ausencia en el plan de limitar el tamaño y las actividades de intermediación de los bancos. Los probables autores en la sombra son Rahm Emanuel, jefe de personal de la Casa Blanca, y el asesor político David Axelrod.

Con esta propuesta populista y opuesta a Wall Street, la Casa Blanca intenta contrarrestar el tsunami anti-Washington que contribuyó a que los demócratas perdieran en Massachusetts. En esas elecciones, los datos de algunos sondeos insinuaban que la anterior propuesta lanzada por Obama de imponer un impuesto a los bancos redujo de hecho el margen de victoria del republicano Scott Brown.

A la Casa Blanca le gustaría más anunciar una fuerte recuperación económica a medida que se aproximen las elecciones de noviembre al Congreso. Pero dado que la tasa de desempleo sigue por encima del 10%, castigar a los bancos parece un útil plan B. También podría dar nuevos bríos a la base progresista de Obama, en la actualidad desmoralizada por la situación de la reforma sanitaria y crítica con el actual proyecto de ley de reforma financiera.

La victoria de Brown significa que los demócratas del Senado necesitarán mantener a todos los suyos de su lado y atraer al menos a un republicano para alcanzar la mayoría cualificada de 60 votos necesaria para aprobar cualquier ley importante. Pero John McCain, por ejemplo, ya ha manifestado su apoyo a que se vuelva a imponer la estricta separación entre la banca comercial y la de inversión que imponía la Ley Glass-Steagall, aprobada en la época de la Gran Depresión.

Puede que otros republicanos se le unan también. El partido atacó el impuesto bancario de Obama, pero el nuevo plan no es un impuesto. Dado que ahora mismo nadie en Washington desea que lo asocien con Wall Street, hasta una legislación con fallos podría salir airosa. -

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