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Reportaje:Economía global

El FMI diseña la estrategia de salida

Los tipos podrían subir antes de retirar otras medidas facilitadoras del crédito

La ciudad escocesa de Saint Andrews es conocida como "la cuna del golf". Sus habitantes presumen de llevar jugando desde el siglo XV a este deporte, cuya práctica fue prohibida algunos años por mandato del rey Jorge II de Escocia porque distraía a los jóvenes de su preparación para la guerra. De hecho, las colinas y acantilados de esta localidad costera albergan al club de golf más antiguo del mundo, el Royal and Ancient Golf Club, y todo en la ciudad recuerda a la práctica golfista.

Ha sido también en Saint Andrews donde otro club, el de las principales potencias mundiales -el Grupo de los 20-, ha empezado a diseñar la estrategia de salida de los planes de estímulo que se han aplicado en todo el mundo para evitar una nueva depresión económica[VER GRÁFICO] [ver gráfico]. En esa discusión ha sido el Fondo Monetario Internacional (FMI) el que ha llevado la voz cantante.

Los países ricos deberían reducir su deuda pública al 60% del PIB
"Coordinación no implica necesariamente sincronización"

El Fondo reconoce que aunque "no se puede diseñar un plan que sirva para todos", sí que hay principios comunes que deberían regir esas estrategias de salida. Son siete principios en total que parten de una advertencia: "El riesgo clave es que el apoyo económico se retire antes de que la recuperación pueda alcanzar un nivel de autosuficiencia y que las reformas financieras se aparquen hasta languidecer". Todo porque "la recuperación es desigual", sobre todo entre las economías más desarrolladas, y aunque las condiciones financieras han seguido mejorando, "se encuentran lejos de alcanzar niveles de normalidad".

No cabe duda de que las autoridades económicas mundiales quieren evitar que se repita la experiencia de Japón en los años noventa, cuando, ante las primeras señales de recuperación de la crisis bancaria y económica, se subieron los tipos de interés y lo que parecía una reactivación se frenó de golpe. "Una salida prematura de las políticas fiscales y monetarias acomodaticias podría minar la incipiente recuperación, dado que ese rebote inducido podría confundirse con una recuperación profunda y duradera", precisa.

Entre las recetas que propone el FMI, hay dos especialmente llamativas: las políticas de estímulo del crédito (relajación cuantitativa, en el lenguaje de los bancos centrales) no necesariamente deben retirarse antes de empezar a subir los tipos de interés; y los gobiernos deben prepararse para un ajuste de las cuentas públicas mucho más intenso que los llevados a cabo en el pasado.

Hasta ahora, las declaraciones de las autoridades económicas y monetarias hacían pensar que antes de empezar a subir los tipos de interés, los bancos centrales irían retirando sus propias medidas de estímulo como la compra de deuda pública. El FMI explica que "en la medida en que los mercados de crédito sigan funcionando mal, el endurecimiento monetario debe empezar con una subida de tipos", algo especialmente relevante a su juicio para las economías emergentes, "especialmente en Asia".

Y es que el principal problema de estos países es "lidiar con las entradas de flujos de capital", que el organismo reconoce que les están obligando a acumular reservas, apreciaciones del tipo de cambio y, en algunos casos, como han acordado las autoridades de Brasil, a introducir medidas poco ortodoxas como los controles de capital para intentar frenar el ritmo de entrada. Todo ello sin "comprometer las finanzas domésticas ni la estabilidad de precios", apostilla.

En cuanto al ajuste fiscal, el Fondo insiste en que los planes de rescate financiero y de estímulo económico "han trasladado el riesgo desde las cuentas del sector privado a las de los Estados". De ahí la necesidad de abordar un duro plan de ajuste para reducir la deuda pública desde sus niveles actuales -una media del 118% del PIB para los países desarrollados, según sus propios cálculos- hasta situarla por debajo del 60% a medio plazo (2030). Pero advierte: "Los objetivos para los países emergentes tendrán que tener en cuenta la menor tolerancia del mercado a unos elevados niveles de deuda pública", por lo que su meta debería situarse en el 40% del PIB en el mismo plazo.

Para cumplir esos objetivos ambiciosos, cuando menos, el FMI reconoce que "el ajuste que habrá que aplicar en los buenos tiempos será mucho más duro que en el pasado", y que no podrá hacerse sin acometer reformas sobre los gastos en pensiones y sanidad y sin adoptar políticas efectivas contra la evasión fiscal. Asimismo, para que los gobiernos sean creíbles en sus estrategias deben ser transparentes y coherentes, y elaborarse "sobre previsiones de crecimiento conservadoras".

El organismo multilateral insiste en que la coordinación de estrategias es requisito imprescindible para su éxito, pero recuerda que "coordinación no implica necesariamente sincronización". Es decir, no todos los países pueden, ni deben, abandonar sus políticas de estímulo al mismo tiempo ni hacerlo todos a la vez, como bien reclamaban países emergentes, como es el caso de México, en la última asamblea del Fondo celebrada en Estambul el pasado mes de octubre.

Los ministros de Economía del G-20 también analizaron un informe elaborado conjuntamente por el Fondo, el Foro de Estabilidad Financiera (FSB, por sus siglas en inglés) y el Banco de Pagos Internacionales que pretende ser una guía para valorar qué entidades conllevan riesgo sistémico. Pero el documento reconoce que en muchos casos ese calificativo depende de las circunstancias en que se produzca la crisis, más que de la propia estructura de las entidades, lo que hace difícil establecer una clasificación a priori.

En todo caso, todos estos organismos se comprometen a actualizar sus análisis al respecto para que los países puedan hacer sus propias evaluaciones y a advertirles, si fuera necesario, de la necesidad de cambios en el marco legal, de regulación y de supervisión para mejorar la resistencia de cada uno de los sistemas financieros.

De cara a la próxima reunión del G-20, el FMI ha recibido el encargo de preparar un informe sobre los instrumentos que puedan generar recursos con el objetivo de financiar futuras crisis financieras. La discusión ya empezó en Saint Andrews: Tobin sí o Tobin no. Ésa es la cuestión. -

Foto de familia de los ministros de Economía del G-20 junto a los responsables del FMI y el FSB, en Saint Andrews, el 7 de noviembre.
Foto de familia de los ministros de Economía del G-20 junto a los responsables del FMI y el FSB, en Saint Andrews, el 7 de noviembre.REUTERS

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