El pacificador Kaká
El Madrid se pierde sin el brasileño, el futbolista que participa en más jugadas
Dicen que ningún momento definió mejor el carácter armonizador de Kaká que su boda. La novia, Carolina Celico, pertenece a la oligarquía de São Paulo, una de las ciudades más elitistas y más divididas del planeta. La suegra, Rosengela Lyra, es representante de Christian Dior en Suramérica y sus invitados, unos 300 patricios, no se mezclaron con esa parte de los convidados de Kaká que provenía de los suburbios, cuando no de las favelas. Eran sus amigos los futbolistas, ex compañeros del São Paulo y colegas de la selección brasileña, la mayoría negros. La boda reflejó la división de clases. El único que se relacionó con los dos mundos con la misma naturalidad fue Kaká, que se pasó la velada entre el barrio rico y el pobre.
Por su vocación de pacificador, Kaká no comprendió la clase de tensión que agitó al Bernabéu el sábado pasado, durante el partido contra el Tenerife. No entendió que la gente se manifestase con pitos para reprobar el juego de un Madrid recién constituido, que apenas lleva seis partidos jugados esta temporada y los ha ganado todos por goleada. "Sé que el público del Bernabéu está acostumbrado a ver muy buen fútbol y es normal que se impaciente", dijo recién salido del vestuario, peinado como un pincel, pálido y medido; "pero, lógicamente, no siempre podemos jugar bien. Les pediría que tuvieran un poco de paciencia".
La irritabilidad de la afición del Bernabéu va en aumento. La expectación que ha generado el equipo no permite un alto grado de tolerancia ante la mediocridad. Contra el Xerez hubo bronca y los episodios de enfado multitudinario se repitieron durante la visita del Tenerife, cuando el equipo mostró su versión más vulgar. Los primeros 45 minutos del partido fueron los peores que ha jugado el Madrid esta temporada. Coincidieron con los 45 minutos que Kaká estuvo en el banquillo.
El entrenador, Manuel Pellegrini, procura administrar esfuerzos y hacer que cada jugador se sienta partícipe de la empresa. El plan le salió bien hasta el sábado, cuando dejó sentado a Kaká. Tras el partido, el chileno admitió que ningún jugador transforma tanto a su equipo como el mediapunta brasileño. Los compañeros pensaron lo mismo. Benzema, que no hizo nada en la primera parte, se revolucionó cuando entró Kaká y le empezó a surtir de balones. "El ingreso de Kaká fue muy importante para el equipo", observó el francés, que metió los dos goles que abrieron el marcador. "Kaká nos ayudó a encontrar espacios para proyectarnos en el ataque. Gracias a él marqué, ya que provocó la falta que desembocó en el primer gol".
Kaká es el jugador más ambiguo del Madrid. Es un falso delantero o un falso centrocampista. En la cancha, como en la vida, se mueve entre aguas. Es punta en el medio campo y volante en el área. En otros, la indeterminación es síntoma de carencias o de confusión. En Kaká es la expresión de un carácter conciliador, versátil, imprescindible para el equipo. Sus números revelan su importancia. Esta temporada es el hombre que ha participado en más jugadas en el equipo: 198. Una cada minuto y medio. El dato es más propio de un organizador que de un atacante. Además, es el cuarto pasador, después de Lass, Xabi Alonso y Marcelo, y es el mayor asistente, con dos goles brindados. El sábado, además de levantar el partido y mejorar el humor en las tribunas, Kaká metió su primer gol en el Bernabéu. Después, hizo una promesa: "Jugar como queremos llevará su tiempo. Pero estamos mejorando y lo vamos a conseguir".
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