_
_
_
_
Crónica:Mundiales de atletismo en Berlín
Crónica
Texto informativo con interpretación

Un 'keniano' acaba con Kenia

Kamel, nacionalizado por los petrodólares de Bahrein, fulmina a sus compatriotas en el 1.500

Carlos Arribas

No hubo españoles en la final de los 1.500 metros. "Una mala noticia", dice Jorge González Amo, uno de los pioneros de la distancia (ya corría en 3m 40s en los sesenta), "pero no un síntoma de nada. Sencillamente el atletismo español ha tenido el privilegio de contar en todos los mundiales con dos o tres atletas en la final, la suerte de contar con varias generaciones seguidas de alto nivel, algo con lo que el atletismo español, por su estructura y sus carencias, no tenía por qué. Nos han tenido muy mal acostumbrados".

Habla González Amo, encargado de captar y detectar talentos jóvenes en la federación, de que el futuro no pinta mal, con atletas como Kevin López, Álvaro Rodríguez y David Bustos, y que no tiene sentido quejarse cuando algunos países con mucha más tradición, como el Reino Unido de Coe, Ovett y Cram, lleva años de penosa travesía del desierto sin apenas finalistas en la distancia. Campeones no sólo españoles como Fermín Cacho, sino ya europeos, son la excepción, de la misma manera que en la final de ayer la excepción a una final prácticamente africana la constituía Leonel Manzano, un mexicano de Guanajuato con pasaporte estadounidense.

El medallista de oro es hijo de Konchellah, doble campeón mundial de 800 metros

Los demás eran un francés de sangre marroquí (Baala), marroquíes con pasaporte marroquí, un etíope, dos kenianos con pasaporte de Bahrein, un keniano con pasaporte de Estados Unidos (Lagat), un sudanés refugiado de la guerra de Darfur con pasaporte de Estados Unidos, Lomong López, el abanderado del imperio en Pekín y hasta kenianos con pasaporte keniano (tres). Curiosamente, desde que se inventaron los Mundiales, en 1983, ningún keniano con la camiseta de Kenia había conseguido la medalla de oro, una cadena que ayer cogió otro eslabón, con la victoria del hijo de Billy Konchellah, un ciudadano de Bahrein que antes, cuando era keniano, se llamaba Gregory Konchellah, y era, como su padre, doble campeón mundial en 1987 y 1991, un gran atleta de 800 metros. Hasta ayer, en que saltó a los 1.500 -abandonados los 800 que no le daban tanto dinero ni tanta gloria como soñaba- y llegó para provocar una de las grandes sorpresas de los Mundiales.

Quien debía arreglar el desarreglo para Kenia Kiprop, un chaval de 20 años, finísimo y ligero de piernas (1,88 metros, 62 kilos), que más que pisar con fuerza parece flotar sobre la pista cuando cambia brutalmente de ritmo, corrió tan confiado como si la carrera estuviera ganada antes de empezarla. Se mantuvo en la tripa del grupo, guiado a marcha moderada (2m 0,18s en los 800) por su compatriota Choge. Cuando sonó la campana, en un alarde de indiferencia, pasó el último. Como hacía Wottle en los 800 quería darse el gran lujo de pasar a todos en la última recta. Lo intentó, pero no es lo mismo un 1.500 corrido por los mejores del mundo a 3m 35,93s, marca final de Konchellah, que un 800 en el que a la recta todos llegan secos. Terminó cuarto, al pie de un podio en el que a Konchellah le acompañó un etíope, Deresse Mekonnen, y otro keniano con camiseta de otro país, el estadounidense Bernard Lagat, campeón en 2007.

El 1.500, hasta entonces un asunto de la aristocracia blanca anglosajona y escandinava, se tiñó de negro por primera vez en los Juegos de México de 1968, cuando Keino derrotó a la gran esperanza estadounidense, Jim Ryun, en la final.

Keino, un superdotado, también consiguió en aquellos Juegos la plata en los 5.000 metros y, cuatro años más tarde, en Múnich 72, cerró su ciclo olímpico con el oro en los 3.000 obstáculos. Después de él, sólo otros dos kenianos, Peter Rono en Seúl y Noah Ngeny en Sidney 2000, dos atletas de corta trayectoria, lograron coronarse campeones olímpicos en la distancia reina del medio fondo. Y ninguno campeón mundial. Bahrein, el país del desierto que atrae atletas con la promesa de fastuosa vida y altos sueldos a costa de los petrodólares, una forma como otra cualquiera de comprar la gloria, consiguió así su segundo Mundial.

Yusuf Saad Kamel, antes conocido como Gregory Konchellah, tras lograr la victoria en los 1.500.
Yusuf Saad Kamel, antes conocido como Gregory Konchellah, tras lograr la victoria en los 1.500.EFE

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Carlos Arribas
Periodista de EL PAÍS desde 1990. Cubre regularmente los Juegos Olímpicos, las principales competiciones de ciclismo y atletismo y las noticias de dopaje.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_