El buen 'Bad Boy'
Chuck Daly, entrenador de la NBA y del 'dream team' que ganó el oro en los Juegos Olímpicos de Barcelona
No siempre ocurre que los equipos se parezcan a sus entrenadores. Chuck Daly, fallecido ayer a los 78 años a causa de un cáncer de páncreas, fue un claro ejemplo de ello. Su salto a la fama y mejor legado fueron los Detroit Pistons de finales de los ochenta y principios de los noventa. Un equipo feroz, despiadado, lleno de personajes bastante poco amigables y que patentaron una legendaria imagen de marca: los Bad Boys. Isiah Thomas, Bill Laimbeer, Ricky Mahorn o Dennis Rodman se convirtieron, salvo para sus seguidores, en personajes tan odiados como temidos, pues su baloncesto aunaba como nunca se ha visto calidad y dureza. Primero pega y luego pregunta era una de sus máximas.
Pues a este colectivo tan singular le dirigía en la banda un tipo de aspecto y modales diametralmente opuestos a los de sus jugadores. Comedido, respetuoso, parecía a veces más un director de un colegio para chicos problemáticos que un entrenador de baloncesto extraordinario. Que lo era. Su mejor virtud fue la capacidad para convertir un grupo de jugadores ciertamente complicados en un equipo sobresaliente. "Creo que Chuck entendía a las personas tanto como al baloncesto", ha dicho Joe Dumars, el componente más amable de aquellos Bad Boys. Llegó a los Pistons en 1983 y bajo su dirección fueron creciendo hasta alcanzar su cénit con los dos anillos del 89 y 90.
Los Pistons se convirtieron en el nexo entre la década de la rivalidad de Magic y Bird y la dominada por Chicago y Michael Jordan. En estos enfrentamientos entre los Pistons y Jordan, al que frustraron en más de una ocasión, se labraron el apelativo que ya no les abandonaría nunca.
Ante la arrogancia de algunos de sus jugadores, Daly nunca fue un entrenador reivindicativo de su labor. "La NBA es una liga de jugadores. Ellos son los que te permiten entrenarles o no. Si alguna vez dejan de hacerlo, estás ya en el camino hacia la puerta", dijo en más de una ocasión. Siendo ya suficiente su labor en Detroit, Orlando o Nueva Jersey para tener un sitio en la historia del baloncesto, en 1992 dirigió al mejor equipo que se recuerda.
El dream team ganó de forma aplastante la medalla de oro en los Juegos de Barcelona y Daly logró armonizar una vez más un colectivo plagado de megaestrellas como Jordan, Magic, Bird, Barkley, Ewing, Malone, Pippen, Robinson, Drexler, Stockton o Mullin. Basta decir que 10 de los 12 componentes fueron elegidos entre los 50 mejores jugadores de la historia de la NBA. Nadie mejor que Daly para conseguir la armonía suficiente entre tanto ego superlativo.
En 1997, los Pistons retiraron el número 2 en honor a Daly y sus dos títulos. En la ceremonia tomó la palabra Ricky Mahorn: "Sin ti, no hubiese habido nosotros". A eso se dedicó el gran Chuck toda su carrera. A convertir unos en nosotros. Una lección que ningún entrenador o jugador debería olvidar.
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