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Reportaje:

Pequeños, atrevidos, juveniles

Las nuevas cadenas hoteleras compiten en tecnología, diseño y precios

La hostelería en el mundo ha pasado de un mercado de demanda a uno de oferta, señalan los expertos. O lo que es igual, hay demasiados hoteles para una clientela estancada en su crecimiento. Mientras dura la crisis, los principales grupos hoteleros y constructores llaman a la contención de precios, a la actualización urgente de sus instalaciones y a una segmentación de la oferta más adecuada a la anunciada recesión turística.

Diez años atrás soplaban otros vientos. Eclosionaba el fenómeno de los hoteles boutique, un concepto propuesto por el estadounidense Ian Schrager, fundador del neoyorquino Studio 54, que encargó al entonces enfant terrible del diseño Philippe Starck el interiorismo de sus hoteles Royalton y Hudson (Nueva York), Delano (Miami), Mondrian (Los Ángeles), Sanderson y Saint Martin's Lane (Londres).

A partir de ese instante, y sobre todo desde principios de esta década, floreció un movimiento que ha llenado las principales ciudades del mundo de hoteles pequeños o medianos basados en la escenografía a veces teatral de sus zonas comunes. Incluso kitsch y hasta cursi, en el caso de los hoteles del francés Starck. Su redecoración del parisino hotel Meurice así lo atestigua. Y también el lobby del hotel SLS Los Angeles at Beverly Hills, inaugurado en julio de 2008, con un restaurante de altos vuelos que regenta el cocinero asturiano José Andrés.

La primera cadena internacional que secundó este movimiento fue el grupo Starwood, creador de la división W, hoy divisa de la hotelería boutique de lujo en las principales ciudades de América y Asia. Otro W acaba de abrir en mayo en Estambul, y para septiembre de 2009 está prevista la inauguración del hotel Vela en Barcelona.

Otras iniciativas vanguardistas han sido, más recientemente, las de la marca alemana 25 Hours, con un primer establecimiento en Hamburgo y otros dos en Francfort; la holandesa Citizen M, en cuyo hotel del aeropuerto de Schipol, en Amsterdam, las habitaciones se personalizan con un mando a distancia que controla la iluminación, la música, la temperatura ambiental, el traslado de la ducha o el color de las paredes, o la británica Yotel, una especie de habitaciones nicho superequipadas en el aeropuerto londinense de Heathrow.

Mención aparte merece el experimento de hotel virtual aLoft, promovido por el grupo norteamericano Starwood, que generó expectativas durante los dos años que estuvo a merced de diseñadores diletantes entre los avatares de Second Life y al final se ha convertido en un proyecto tan previsible como vulgar en su diseño.

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El éxito de los vuelos baratos operados por Easyjet animó al grupo británico EasyGroup a ofrecer habitaciones de hotel por 20 libras (25 euros). No fueron los primeros, pues la cadena francesa Accor, a la que pertenecen las marcas Sofitel, Novotel y Dorint, llevaba años construyendo hoteles económicos en las autopistas de toda Europa.

En España se adelantó el grupo Sol Meliá con su marca Meliá Boutique, que tan poco éxito ha obtenido en ciudades como Zamora, Salamanca o Cáceres. Desde el año pasado, la cadena mallorquina ha regresado a este segmento con un estilo más cool en su división ME by Meliá, con hoteles en Madrid y Barcelona.

Sin embargo, han sido cadenas de nuevo cuño, algunas de ellas de bajo coste, las que más han apretado el acelerador en inauguraciones, frenesí creativo y precios imbatibles. En 1998 vieron la luz en Madrid los dos primeros NH Express, hoteles prácticos y funcionales, dirigidos a una clientela de empresa, situados en polígonos empresariales o en los accesos a las grandes ciudades.

En el polo opuesto, Hospes, grupo participado por Alicia Koplowitz, lidera la hotelería boutique con hoteles de lujo en Madrid (Hospes Madrid), Valencia (Palau de la Mar), Alicante (Amérigo), Sevilla (Casas del Rey de Baeza) y Puigcerdà (Villa Paulita).

Miranda, en Ribabellosa (Álava), es el primer low cost del grupo Hesperia. Además de su colorista fachada, este hotel ofrece unas habitaciones high tech pintadas de gris, naranja y blanco.

Sidorme, compañía de capital cien por cien español, aterrizaba en el mercado hace un par de años con una propuesta similar a la de Easyhotel: habitaciones desde 36 euros la noche, conexión a Internet y plaza de aparcamiento incluidas. Otra de las propuestas más económicas son los hoteles Cityexpress, pertenecientes al grupo Domus, con habitaciones dobles desde 35 euros la noche.

El low cost aderezado con algunas de las propiedades de la hotelería boutique ha dado lugar a un nuevo concepto de hotel con decoración vanguardista, gestión automatizada y tecnología avanzada. Hoteles de diseño, asequibles, a precios que oscilan entre los 60 y los 170 euros, para gente joven y cosmopolita que valora el diseño y acostumbra a organizar sus viajes y reservar su habitación de hotel a través de Internet.

Fundada a principios de 2001 por un grupo de profesionales con experiencia en la gestión de hoteles, la cadena High Tech se ha instalado en edificios emblemáticos de las principales capitales españolas. Su propuesta: hoteles urbanos de mediana capacidad que incorporan las últimas tendencias decorativas y un equipamiento tecnológico a la última: sus habitaciones ofrecen ordenador portátil con webcam, acceso gratuito a Internet y conector para ordenadores externos. Además, han sido las primeras en España en incluir terminales para iPods, que ya están disponibles en el High Tech Tamarises de Getxo, en Vizcaya, en el madrileño High Tech Presidenty en el Petit Palace Museum de Barcelona.

Divertida y juvenil, Room Mate, la cadena liderada por el empresario Enrique Sarasola, inicia ahora su despegue internacional con dos sonadas aperturas en Nueva York y Miami Beach; además, promete cerrar el año con un hotel en México y otro en Bogotá. En Madrid posee cuatro establecimientos (Mario, Laura, Alicia, Óscar), uno en Málaga (Lario), uno en Valencia (Marina Atarazanas), otro en Granada (Shalma) y hasta 31 proyectos hoteleros en otras capitales españolas.

Los pequeños hoteles con encanto desplazan a los clásicos de toda la vida en el paisaje urbano. Antes parecía que la cantidad de estrellas era directamente proporcional al número de habitaciones. Hoy, más que nunca, el turismo urbano recupera el aserto de que "el perfume, mejor en frasco pequeño".

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Hotel Aire de Bardenas, proyecto de Mónica Rivera y Emiliano López.
Hotel Aire de Bardenas, proyecto de Mónica Rivera y Emiliano López.JAVIER HEVIA

El renovado turismo rural

Ni las vigas de piedra, ni la chimenea encendida ni la solería de barro resultan ya suficientes para calmar el ansia de desconexión y nuevas emociones de los urbanitas en escapada fin de semana. La multiplicación de los hoteles rurales por todo el territorio peninsular obliga a sus propietarios a un sobreesfuerzo de renovación y redefinición de los viejos conceptos que caracterizaban la hotelería con encanto desde hace dos décadas.

Los primeros diálogos entre lo urbano y lo rural, la tradición y la modernidad, fueron propuestos por hoteles como La Posada de Babel, obra de Ruiz-Larrea, en el oriente asturiano, que amplió sus instalaciones con un cubo minimalista de madera de teca y cristal para albergar sus alcobas de estética zen; El Palacio de la Serna, en La Mancha (Ballesteros de Calatrava, Ciudad Real), cuyo propietario y artista, Eugenio Bermejo, rehabilitó una antigua fábrica, o El Milano Real, en la sierra de Gredos, que se resistió a vestir todos sus dormitorios de estilo country house y apostó por la decoración temática.

También han adoptado este rusticismo vanguardista La Posada Real de Esquiladores (San Esteban del Valle, Ávila), que posee dos alcobas domóticas en las que la cama aparece retroiluminada para leer sin molestar, y el Convento de Mave, en Palencia, con una rampa de acceso que traspasa el minimalismo de la no-recepción y ocho nuevas habitaciones diseñadas por el arquitecto Jesús Castillo Oli.

Para propuesta transgresora, la de los pabellones de Les Cols, en Olot (Girona). Su propietaria, Judit Planella, confió en el estudio de arquitectos RCR el alumbramiento de cinco piezas de vidrio suspendidas sobre un lecho de lava ondulante inspirado en el paisaje de La Garrotxa.

Cabinas fragmentadas

Hace menos de un año, el hotel Aire de Bardenas se significa por unas cabinas fragmentadas y narigudas en pleno desierto de las Bardenas Reales, con la vega del Ebro en lontananza y los molinos de viento sobre el horizonte.

El último en aparecer es la Casa Herreros, en Roda de Haro (Cuenca). Florencio Sotos Arellano ha sido su arquitecto.

Masificada y afeada por construcciones banales, se dice que la costa española ya no es sostenible. A falta de vistas abiertas al mar, los nuevos hoteles imitan el modelo caribeño: piscinas geométricas, saltos de agua, palmeras y jardines encantados.

En la Costa del Sol, el Gran Hotel Elba Estepona cuenta con el mayor centro de talasoterapia del litoral malagueño. Aunque el punto fuerte de la cadena Elba son los cuatro establecimientos que posee en Fuerteventura: Elba Palace Golf, Elba Sara, Elba Carlota y Castillo Elba.

Impresionante también por su envergadura es el AGH Estepona: 11 edificios de dos y tres alturas. Lo último en complejos temáticos es el Barceló Asia Gardens, en Benidorm, que recrea los jardines balineses con una exuberancia admirable.

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