Impacto africano
Los clubes españoles descubren el potencial de jugadores como el congoleño Ibaka y los senegaleses Savané y Ndong
Un baloncestista más grande, más físico, más atlético, diferente. Ahogado por el monopolio de las canteras del Barça y el Joventut, un club mucho más modesto, el Hospitalet, se lio la manta a la cabeza hace un año y se fue a buscar jugadores a África, donde se supone que la competencia de los grandes equipos españoles era menor. Así fue como desde la República del Congo llegó Serge Ibaka a Cataluña. No era el primer africano ni será el último en integrarse en la élite del baloncesto español ni tampoco es ya raro ver africanos en la NBA. Se habla de cierto auge. No es como en 1985, cuando el presidente del OAR Ferrol esperaba a Anicet Lavodrama convencido de haber fichado a un americano. Lavodrama fue el primer africano en la ACB. Sí, llegaba en un vuelo de la TWA y había jugado en la Houston Baptist University, pero Aniceto, como pronto fue apodado, era el hijo de un ex embajador de la República Centroafricana y había nacido en Bangui.
Ahora no son uno ni dos, sino tres los jugadores africanos en la ACB pese a que el nigeriano Munecke abandonó el Tau. Además de Ibaka -este verano ha fichado por el Ricoh Manresa y acaba de ganar el concurso anual de mates-, también compiten en España los senegaleses Sitapaha Savané (Gran Canaria) y Boniface Ndong (Unicaja). El británico Mensah-Bonsu (DKV Joventut) es originario de Nigeria y el norteamericano Thomas Kelati (Unicaja) de Eritrea. Y varios clubes controlan en sus canteras o en sus equipos filiales a jugadores africanos.
"El Barça controla a Mamadou Samb [ya ha obtenido la nacionalidad española] y el Cajasol a Michel Diouf, dos senegaleses que, para mí, son de los jóvenes con mayor proyección", cuenta Jordi Ardèvol, director deportivo del Ricoh Manresa y que fue el hombre clave del Hospitalet cuando se reclutó a Ibaka. "Técnicamente, sabes que están por debajo de los tuyos porque aquí contamos con más infraestructura y mejores técnicos. Lo que buscas son capacidades atléticas o físicas superiores que, junto a su capacidad de adaptación y aprendizaje, en general muy buena, te permiten acabar consiguiendo excelentes jugadores", asegura Ardèvol. Samb, al igual que su hermano Cheikh, llegó a España gracias a Eloy Santamaría, el presidente del Arona, un club tinerfeño que se ha distinguido por rastrear en las prolíficas canteras de Senegal y Georgia.
¿A qué se debe la eclosión de los jugadores africanos en Europa? Lavodrama, que ha trabajado para la Federación Internacional (FIBA) y para los Cavaliers de Cleveland, comenta que Estados Unidos, Francia y el Reino Unido siempre han tenido muy presente la cantera africana: "El éxito de Angola en los Juegos de 1992 intrigó mucho a los clubes. En los últimos años se ha comprobado el éxito de muchos africanos en el fútbol europeo, de la misma forma que ahora hay muchos europeos en la NBA porque poseen mejor formación de trabajo en equipo y están menos mimados".
La mayoría de los jugadores africanos se distingue por su poderío atlético. "Obviamente, muchos entrenadores y clubes se sorprenden al ver la capacidad atlética de Ndong que, midiendo 2,13 metros, es uno de los jugadores más rápidos de la ACB", constata Lavodrama. Pero las cosas no son fáciles en la mayoría de los países africanos. "Digamos que, como media, una familia puede ganar entre 600 y 1.000 euros al año y unas zapatillas de baloncesto cuestan entre 80 y 150 euros", explica Lavodrama; "los chavales juegan con sandalias o descalzos. Sólo en Túnez, Egipto, Angola, Argelia y Marruecos puedes encontrar más de dos salas cubiertas con parqué. La mayoría de las pistas tienen una especie de tierra batida o asfalto con muchos agujeros y cuentan con canastas en muy mal estado, igual que los balones".
El jugador africano está de moda. "Pero África es muy grande y sucede lo mismo que en Europa: no es lo mismo un serbio, que un báltico o un latino", concluye Ardèvol; "además, a lo mejor vas y no encuentras nada".
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