Las vallas están hechas para tropezar

Liu Xiang, el héroe herido, y Terrence Trammell, su segundo en Atenas, que ayer también abandonó lesionado, no son las únicas víctimas de las vallas, la disciplina en la que más complicados son los pronósticos por la especial peligrosidad de la prueba que combina la carrera y el salto. Y tampoco la imagen de Marta Domínguez, atontada y desorientada después de chocar contra un obstáculo, es la única dramática de los Juegos. Ayer por la tarde un par de mujeres de entre las favoritas para los 100 metros vallas caían eliminadas en las semifinales de manera accidentada. Una de ellas es española.

Hace dos meses, Josephine Onyia, la atleta nigeriana nacionaliza española, ganaba todo lo que corría. Ganó dos pruebas de la Liga de Oro y durante algunas semanas incluso mantuvo la segunda mejor marca mundial del año: 12,50s. "Pero eso fue hace mucho", decía la pupila de Rafa Blanquer el domingo tras clasificarse para las semifinales con un tiempo de 12,68s; "ahora estoy muy cansada. Me han hecho correr mucho. Yo quería parar. Le decía a mi agente que no quería correr más, pero me insistieron en que no podía parar hasta después de los Campeonatos de España

[dos semanas antes de los Juegos]. Y yo necesitaba entrenarme fuerte para trabajar la salida, el paso de vallas, el final...". Hoy no estará en la final. Fue eliminada en su semifinal: quinta, con 12,86s: "Entre la primera y la segunda valla, mi brazo ha chocado con el de la que corría por la calle de al lado y me he desequilibrado. No he podido remontar".

Está tan decepcionada Onyia, un portento de ambición, que le cuesta explicarse. Y a la siguiente pregunta -si esto hubiera ocurrido hace dos meses, cuando estaba en forma, ¿habría podido superarlo?- ni responde. Parece que se lo piensa, pero en realidad está con la mirada fija en una pantalla que ofrece la segunda semifinal. Y, de repente, grita alarmada: su amiga Susanna Kallur acaba de pegarse un tremendo morrazo. Onyia huye corriendo.