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Tentaciones
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Reportaje:MÚSICA

AMOEBA: EN EL CIELO NO HAY CRISIS

Una inquietante presencia nos observa por encima del hombro. Estamos en la sección de rock de segunda mano de Amoeba Records, Hollywood, la tienda de música que no forma parte de una multinacional más grande del planeta. "¿Te lo vas a comprar?", inquieren en un acento pegajoso. Nos giramos. Es un señor empapado en sudor, con gafas y sonrisa nerviosa. "Llevo seis años buscándolo", señala con la vista la copia de Don't stand me down, de Dexy's Midnight Runners, que llevamos en la mano. Contestamos que no, que ya lo tenemos. Se lo acercamos y lo coge con cierto fastidio. Bienvenidos al cielo del coleccionista, del fan compulsivo, el lugar donde se celebra con más o menos efusividad todo lo bueno de la música. Un lugar de más de 2.500 metros cuadrados en el que uno podría pasar la tarde entera siempre que "no haya aparcado el coche delante del restaurante de enfrente. ¿No lo habéis hecho, verdad?", pregunta Kara, una de las responsables de la tienda. Pues sí lo hemos hecho, sí. Tenemos parking gratis, hombre. Y también tienen una sección de música paquistaní, todas las referencias de Goldmine y, hace unos meses, aquí mismo y gratis, actuó Paul McCartney.

Amoeba nació en Berkeley, al norte de California, hace 18 años. Marc Weinstein, tras más de un lustro como responsable de una tienda en San Francisco, decidió, junto a Karen Pearson, montar su propia tienda de música independiente. Ese mismo año se declaraba la precipitada muerte del vinilo. "Sólo por razones personales, para nada comerciales", comenta Weinstein. "Había ahorrado un poco de dinero y pensé que, aunque las noticias sugirieran lo contrario, siempre habría gente como yo". A la tienda de Berkeley le siguió una en San Francisco y, finalmente, llegaba Amoeba Hollywood, la más grande de la familia y el punto final de la expansión. "No vamos a abrir más; queremos mantenernos en California. Nos han propuesto lugares fascinantes, pero no quiero pasarme la vida en un avión", apunta Weinstein. Mientras, en la tienda suena Search and destroy, de The Stooges, y Martin, de Colorado, entra por la puerta para vender 500 siete pulgadas que dice ya no escuchar. "Más del 60% de lo que vendemos es segunda mano?, recuerda Weinstein. Iremos a cualquier parte de Estados Unidos a ver tu colección de discos si creemos que nos puede resultar útil. Antes, eso sí, hay que hacer una serie de preguntas para conocer al vendedor y saber con quién se trata. Hay mucho trabajo psicológico". En un reciente artículo publicado en Rolling Stone, la profesión de Weisntein estaba incluida entre las 20 más atractivas hoy día en Estados Unidos. Era la menos lucrativa de todas, eso sí.

"Crecí en Silver Lake, a unas millas de aquí. De pequeña descubrí el punk en mi tienda de barrio. Al cabo de unos años, oí que habían abierto algo llamado Amoeba en la esquina de Sunset Boulevard y Cahuenga. Cogí el bus para ver de qué se trataba. Ya jamás volví a mi tienda de barrio. Hace unos meses pasé por delante y la sección de discos se había reducido a la mitad. Aquella minúscula tienda vende ahora mucha más ropa que música. Les compré un elepé de Bright Eyes. Me dio mucha pena". Así recuerda Lena Valencia, periodista del semanario gratuito LA Weekly, el impacto que ha tenido este local en su vida y en la de los adictos a la música en la zona. Y es que Amoeba, aun siendo una tienda independiente, es un monstruo. La semana pasada actuó Aimee Mann, y la próxima, Martha Wainwright. Organiza tours para visitar los lugares clave de la historia musical de la zona. Puntos neurálgicos para entender el devenir de Phil Spector, The Byrds y demás formaciones míticas de Los Ángeles. Posee un catálogo con más de 300.000 referencias. Entre ella y sus dos hermanas facturan más de cincuenta millones de dólares al año. Aquí puedes registrarte para votar en las próximas elecciones, comprar merchandising de American Apparel con fines ecosostenibles, asistir a subastas benéficas cada sábado, reciclar tus pilas usadas o hacer una donación para las víctimas del huracán Katrina. "Cada tienda funciona de manera independiente y tiene un compromiso con su comunidad", recuerda Weinsten. "Somos un gigante con el espíritu de una tienda de barrio. ¿Cuántas tiendas conoces que te informen del catálogo de otras?".

A pesar de su reticencia a vender online y a abrir locales fuera de California, Amoeba no para de crecer. Si bien es cierto que el incremento en ventas ha bajado algo en los últimos dos años, lo suyo sigue siendo un milagro. "De alguna manera, lo de las descargas nos ha ayudado. Nuestro cliente tipo utiliza Internet para descubrir música que luego se comprará. Seguimos teniendo una clientela fija asegurada", comenta Weinstein, quien no tiene iPod y se declara bastante nulo en el manejo de la tecnología de última generación. Lee, responsable de la sección de rock de segunda mano, nos comenta otro fenómeno apreciable desde el balcón interior de este enorme hangar. "Fíjate", comenta este veterano que trabaja aquí desde que abrieron y que vivió tres años con su padre militar en la base de Rota. "La mayoría de los clientes no son cuarentones solteros y calvos. Hay mucha gente joven".

Y la gente joven compra casi siempre vinilos. Y saben mucho, mucho más de lo que sabía yo a su edad. Pero hay pocas chicas. "Eso sigue siendo un problema. Es curioso: en California parece que todas las chicas interesadas en la música tienen una banda. Si comparas la cantidad de chicas comprando en la tienda con el volumen de bandas locales con féminas, alucinarías", comenta Lee algo sorprendido por ver con la efusividad que nos saluda desde la letra ene de la sección folk el tipo de los Dexy's. "¿Le conocéis?", pregunta extrañado. Le contamos el caso. "Este sitio no deja de fascinarme". Y narra una serie de historias que van desde el loco que les hace volar hasta Hawai porque dice tener una colección de 8.000 vinilos que quiere vender, y al llegar se encuentran con cinco compactos de Duran Duran y una colección de libros leídos en casete (Amoeba aún vende casetes, por cierto), o de las cosas que han encontrado en las fundas de los viejos vinilos que la gente les vende. Desde fotos porno del propietario de una copia de White light / White heat de la Velvet haciendo un trío hasta cómics porno dentro de la funda del Ramonesmania, por no hablar del gran clásico: las semillas de marihuana dentro del Live at fillmore east de Allman Brothers. "Creo que Marc ya lo contó en otra entrevista hace años, y es cierto. La gente en aquella época utilizaba el diseño de la funda de este doble vinilo para liarse los porros. Al parecer, facilita mucho la operación".

Kara nos avisa de que hay agentes patrullando el parking de la cafetería ("Recomendamos ese local para ir al baño o comer un sándwich de pastrami, pero no para aparcar, recordadlo la próxima vez"). Aun a riesgo de que la policía con peor fama del planeta se lleve el vehículo, seguimos hablando con Marc sobre el futuro de la tienda. Es curioso cómo en la música la paranoia es tal que incluso a quien le va bien es menester inquirirle sobre qué hará cuando le vaya mal. "Lo único que podría suceder es que se dejen de manufacturar CD. Entonces, nos dedicaremos a la venta de descargas, pero, claro, a nuestra manera. Más como consultores que como hombres de negocios. Lo tenemos previsto. Somos unos románticos, pero no unos estúpidos".

Dos clientes habituales de Amoeba.
Dos clientes habituales de Amoeba.XAVI SANCHO

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