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Crónica:Penúltima jornada de Liga
Crónica
Texto informativo con interpretación

El Madrid desbrava al Zaragoza

Tras empatar contra el campeón, el equipo aragonés mantendrá la categoría si gana en la última jornada

Jordi Quixano

El Zaragoza mordió, apretó los dientes y peleó con exasperación cualquier balón dividido. Pero ante el Madrid se contentó con el empate porque le mete en la zona de descenso pero le permite depender de sí mismo en la última jornada de la Liga. Se le presuponía una actitud condescendiente al Madrid, coronado recientemente como campeón de la Liga y dulcificado tras repasar al Barcelona en el Bernabéu. Acostumbrado a los festejos y al alborozo del éxito, el Madrid planteó un suicidio que casi acabó por convertirse en un seguro de vida. Tanto le divierte atacar como le revienta defender, tarea que consideró de los sufridores y no de un equipo que ya tiene el laurel sobre los cabellos. Así, abocado al ataque, con Robinho e Higuaín desatados, el Madrid propuso un duelo abierto, de correcalles y sucesivas alternativas. Fue un disparate atractivo, generoso y atento con el espectáculo. Sneijder y Guti representaron al dedillo el estado anímico del Madrid, alegre hacia delante pero perezoso a sus espaldas. El Zaragoza jugó a remolque: atacó cuando tuvo oxígeno; se defendió mal pero de uñas.

ZARAGOZA 2 - REAL MADRID 2

Zaragoza: César; Zapater, Ayala, Sergio F., Paredes; Sergio García, Celades, Matuzalem (Óscar, m. 77), Aimar (Gabi, m. 56); Oliveira y Diego Milito. No utilizados: Miguel; Juanfran, Pavón, Luccin y Valero.

Real Madrid: Dudek; Sergio Ramos, Cannavaro, Metzelder, Marcelo (Torres, m. 79); Sneijder, Diarra, Guti; Higuaín (Saviola, m. 85), Van Nistelrooy (Baptista, m. 72) y Robinho. No utilizados: Codina; Michel Salgado, Balboa y Drenthe.

Goles: 1-0. M. 19. Oliveira. 1-1. M. 25. Van Nistelrooy. 1-2. M. 76. Robinho. 2-2. M. 85. Sergio Fernández.

Árbitro: Pérez Lasa. Amonestó a Marcelo, Metzelder, Sneijder, Robinho, Sergio Fernández, Paredes y Celades.

35.000 espectadores en La Romareda.

El Zaragoza atacó cuando tuvo oxígeno y se defendió mal pero de uñas
Abocado al ataque desatado, el Madrid propuso un duelo abierto, de correcalles

El Zaragoza también participa del mismo pecado, el de no cuidar la retaguardia. Con el ADN narcisista, que enfoca con denuedo el marco adversario pero se limita a mirar con el rabillo del ojo el retrovisor cuando pierde el balón, el equipo se muestra tremendamente dócil cerca de su área. Justo lo que exprimió el Madrid.

Omnipresente Guti en la fase de construcción, el conjunto madridista resolvió sin demasiados apuros los escasos entuertos que le presentó el Zaragoza en la medular. La apuesta era simple pero pragmática. Balones interiores a las diagonales de Higuaín o largos a las carreras de Robinho, que se resiste a concluir el curso como telonero y exige un papel principal, que ya acaparó en el ecuador del curso. Higuaín recogió el cuero en la frontal y leyó con acierto el desmarque de Robinho. El extremo falló en el mano a mano con César, pero el rechace lo recogió Carpanta Van Nistelrooy, que juega con un nuevo tobillo pero con la misma gazuza de siempre.

El Zaragoza parece portar con jactancia el cilicio de sus deficiencias. Más que nada porque los cuatro entrenadores que lo han cogido han sido incapaces de paliar los defectos. No carburan los carrileros, sello distintivo en el pasado porque las bandas corrían por su parte, ni los centrales, donde Ayala se sonroja ante cualquier delantero veloz. Tampoco ayudan los dos descartes del Atlético, Gabi y Luccin. Su mayor flaqueza, sin embargo, pasa por las alas, donde los volantes tienen ojeriza a la línea de cal y se remiten a las diagonales como única arma ofensiva. Así, los goles de la delantera se quedan en poco.

Anoche, sin embargo, subsanó la inferioridad numérica en el eje con empuje, con situar sus medios un par de pasos más adelantados que la segunda línea contraria. Lo aprovechó Sergio García, que profundizó por su banda y sometió sin rubor a Marcelo, que palideció a cada embiste. Sus movimientos descuajaringaron a la defensa del Madrid, más pendiente de atar en corto a los dos delanteros rivales que a las llegadas desde la segunda línea. Matuzalem asistió a la carrera de Sergio García, que pisó línea de fondo y asistió a su vez a la llegada del brasileño Oliveira, que punteó el balón a placer. El arrebato duró un tiempo, hasta que el Madrid se ruborizó y decidió jugar el balón. Higuaín volvió a contestar con Robinho y el habilidoso extremo hizo una cuchara de aúpa para batir a César.

Ante la aquiescencia del Madrid, condescendiente e incluso paternalista a la hora de defender, Milito y Oliveira probaron a Dudek -el Madrid reservó a Casillas para que mantenga el Zamora- con insistencia. Pero poco ajustada la mirilla y acertado el meta, la ofensiva resultó estéril. Hasta que Sergio Fernández cazó un balón en el borde del área y selló el empate.

Pudo definir el Zaragoza pero se topó con Dudek. Así, el Madrid aguarda a los nuevos aplausos y al último pasillo al tiempo que el Zaragoza regresa a la zona peligrosa cuando resta una jornada Pero depende de sí mismo.

Diarra y Diego Milito pelean por el balón.
Diarra y Diego Milito pelean por el balón.ASSOCIATED PRESS

Duelo por todo en Mallorca

Cuando el partido ya moría, a tan sólo cinco minutos del final, Sergio Fernández, un defensa largo como un día sin pan, igualó el partido. Fue mucho más que un empate. Fue un tanto que puede ser decisivo en las aspiraciones del Zaragoza, un equipo construido para jugar en Europa, de mantener la categoría y seguir disputando la Primera División el curso que viene. Fernández marcó y, aunque su equipo encara el último partido anclado en la antepenúltima posición de la clasificación, la última de descenso, su gol le da esperanzas.

Los enfrentamientos de la última jornada ponen en perspectiva la importancia del gol de Fernández. El Zaragoza depende de sí mismo para salvarse. Una victoria en el Ono Estadi, el campo del Mallorca, le asegura la permanencia. La dificultad de su objetivo, sin embargo, tiene un nombre: Dani Güiza, el pichichi del campeonato, que ayer marcó su vigesimoquinto tanto en Liga para ayudar a su equipo a ganar en Barcelona.

El Zaragoza, como Osasuna, se ve favorecido por un encuentro al rojo vivo que perjudica las opciones de permanencia de dos de los cuatro equipos que luchan contra el descenso a Segunda División. El Recreativo de Huelva recibirá al Valladolid de Mendilibar en la última jornada del campeonato. Uno de los equipos que desciendan a Segunda saldrá más que probablemente de ese encuentro, al que estarán mirando tanto el Zaragoza como Osasuna, vencedor ayer del Murcia, ya descendido (2-1).

Todo, por lo tanto, queda para el último encuentro. Una dura prueba para una plantilla que este año ha visto pasar a cuatro entrenadores por su vestuario y que tiene un rival de aúpa: el Mallorca también tiene sus objetivos. Sigue buscando Europa. Debe ganar al Zaragoza y esperar que el Racing de Santander pierda contra Osasuna, que también pende de un hilo. Mallorca-Zaragoza. Un duelo por todo.

"Está en nuestras manos"

Dos goles de los centrales han dado vida al Zaragoza. Ayala batió al Deportivo en el último resuello para lograr tres puntos; Sergio Fernández remató en el área y empató con el Madrid. Así, el Zaragoza se juega la categoría en la última jornada. Pero depende de sí mismo porque, de ganar a domicilio al Mallorca -los de Gregorio Manzano se juegan la UEFA-, el equipo eludiría el descenso. Si empata, sin embargo, necesitaría una derrota del Recreativo, que tiene la diferencia de goles en contra y recibe al Valladolid, también implicado en la lucha contra el descenso. Si en esa carambola Osasuna también perdiera, bajaría el equipo rojillo, que perdió los dos duelos con el Recreativo. Manolo Villanova, técnico del Zaragoza, lo aclaró todo: "El final feliz pasa por sufrir ganar". Necesitan, sin embargo, afinar la puntería.

A Schuster, campeón de la Liga, nada le preocupa. "El problema del Zaragoza no es el nuestro", sostuvo lacónico. Pero existe. De ahí que un grupo reducido de aficionados cantara e increpara a los futbolistas del Zaragoza al salir de los vestuarios. "Al Madrid no se le puede perdonar tanto. Hemos jugado bien en ataque pero deberíamos haber defendido con más rigor", convino Villanova. "Casi ha sido un monólogo nuestro", incidió Paredes. "Pero, otra vez, no hemos estado bien de cara al gol", lamentó Oliveira. "El problema ha sido que hemos disparado rematadamente mal", concluyó Villanova.

El Zaragoza lleva grogui todo el curso y ya no le queda más que una oportunidad para despertar. "Está en nuestras manos", apuntó César. "Aunque el Mallorca está pasando un gran momento, nosotros somos capaces de lo mejor y de lo peor. Espero que rindamos de una vez por todas fuera de la Romareda", sostuvo Villanova. De lo contrario, acabará en Segunda División. "Creo que Dios está preparando algo mejor para nosotros", resolvió Oliveira.

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