Anémico Zaragoza

Los jugadores corrieron más que la pelota y del Zaragoza sólo trotaron unos pocos. Receta que benefició al Recreativo, que resolvió el duelo al tiempo que retorció al adversario, desplomado de antemano. No se sabe si al Zaragoza le falta vitamina C, padece de empanada táctica o le azota y persigue la mala suerte. La última, a tenor del juego que destila, parece poco probable. Se desvanece el Zaragoza y Víctor Fernández, empecinado en obviar a los extremos, no acierta con la tecla. Lo contrario le pasa al Recre, que con dos conceptos, como estrechar el campo en la presión y salir escopeteado al contragolpe, derrocó al rival para escurrirse de la zona peligrosa.

Dos imágenes plasmaron la displicencia del Zaragoza. Martins recogió el balón en la zona de los tres cuartos y llegó hasta el borde del área sin sortear a ningún adversario. Martins falló un penalti -señalado por el asistente- y cuatro jugadores del Recre por uno blanquillo fueron al rechace. En las dos jugadas, Martins batió a César: con un zurdazo raso que acarició el poste; con la derecha, tras aprovechar el pase de Camuñas, que recogió el rechace del penalti. Dos remates, dos goles y dos mazazos para el Zaragoza, anémico y sin explicación, por más que la directiva suelte dinero cada verano en fichajes sonados.

Apretujadas y un tanto adelantadas las líneas, el Recreativo propuso un duelo de escasos metros. La apuesta le salió de rechupete, al punto de que el Zaragoza se atragantó con la pelota, se cansó de buscar sin éxito líneas de pase y acabó por jugar en horizontal. No así el Recre, que sumó a los goles de Martins un tiro al palo de Congo, otros dos sustos de Javi Guerrero y varios de Sinama, que sigue con la bota torcida desde que marcara su último gol en la segunda jornada. Sólo Luccin se rebeló al lanzar pases largos a la espalda de la zaga onubense. Uno de ésos acabó en los pies de Diego Milito, que no perdonó. Insuficiente para domar al Recre y para entar en Europa, exigencia recetada antes de iniciar la Liga.