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Necrológica:
Perfil
Texto con interpretación sobre una persona, que incluye declaraciones

Edward Behr, periodista y escritor

Fue corresponsal de 'Newsweek' en Asia

Hijo de rusos exilados, el británico Edward Behr nació en París en 1926. Tras un bachillerato brillante en París la amenaza de la ocupación nazi -y de un conserje delator- hizo que la familia Behr se desplazara a Londres. Su origen judío les ponía en peligro. Edward, de 17 años, se alistó en el Ejército británico y partió enseguida hacia el frente asiático. Permaneció allí hasta finales de 1947 y tras asistir, como comandante, a los enfrentamientos sangrientos consecutivos a la independencia de la India y su división en dos países, la propia India y Pakistán. "Tuve que disparar. Sé que maté personas", le decía Behr a su amigo Olivier Todd. Era el peor recuerdo de su vida.

En 1948 entra en la Universidad de Cambridge de donde sale para ir a trabajar a la agencia Reuter. Es un periodista bien preparado para la época, habla inglés, alemán, francés y urdu a la perfección. Le envían a París, luego al norte de África y varios semanarios de prestigio le contratan: Time, Life y, por fin, Newsweek. De su experiencia como corresponsal en el Congo, en el momento de la independencia, publica un libro que se hará célebre: ¿Hay alguien aquí que haya sido violado y hable inglés? La pregunta resume la contradicción entre el sufrimiento humano y la necesidad profesional de dar testimonio y obrar con realismo.

De sus andanzas por medio mundo -en las guerras de Argelia y Vietnam, entre otros conflictos- surgieron otros libros de análisis político, biografías de personajes -el emperador Hiro Hito o el dictador Ceaucescu, por ejemplo- así como novelas de espionaje. Entre las grandes entrevistas realizadas por Edward Behr figura la que le hizo a Mao gracias a una conversación de tres horas y en la que descubrió al mundo que el dictador chino era un viejo senil que perdía el hilo de sus razonamientos.

Hace diez años, mientras realizaba en Taiwán un reportaje de investigación sobre la venta de unas fragatas francesas al ejército de la isla, sufrió un infarto cerebral que le dejó gravemente disminuido y que anticipó la jubilación de este cronista de su tiempo que, según Todd, "tuvo por patria los aeropuertos".

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