Un paraíso inglés en Sevilla
Una zona con cerveza, comida y música intenta alejar a los hinchas del Tottenham de la Semana Santa
La coincidencia con el Tottenham Hotspurs en la eliminatoria de los cuartos de final de la Copa de la UEFA sentó al Sevilla y a Sevilla como un tiro. Nada de motivos futbolísticos -algo de lo que se ha hablado muy poco en estos días-, sino por la llegada de varios miles de seguidores ingleses en la noche de Jueves Santo, la más señalada de la Semana Santa sevillana.
La 'web' del club londinense advierte de los 300 euros de multa que fija la 'ley antibotellón'
La Delegación del Gobierno envió un informe policial a la Federación Española y el Consejo Superior de Deportes para que, con él en la mano, intentaran convencer a la UEFA de la necesidad de cambiar la fecha o incluso la hora del encuentro. La asociación futbolística internacional rechazó esa posibilidad. Entonces, las autoridades sevillanas empezaron a discurrir cómo convencer a los seguidores del Tottenham de que no merecía la pena dejarse ver por los festejos ni darse siquiera un garbeo por una ciudad que cada año realiza un esfuerzo colosal para venderse a los turistas de todo el mundo. Y lo que se les ocurrió fue intentar recrear el paraíso del hincha inglés.
Hace algunos días, la Delegación del Gobierno se puso en contacto con el restaurante Marcamar, la primera franquicia del mundo en marisco, según su presidente, Andrés Casado. Pero no es el menú lo que motivó el interés policial, sino su ubicación en una explanada frente a la estación de Santa Justa, al lado de la carretera que lleva al aeropuerto, a escasos 500 metros del estadio Sánchez Pizjuán y bastante más de las calles por donde procesionan las hermandades. Entre las autoridades y Marcamar han diseñado una zona de ocio que merecía los elogios de Simon O'Brien, superintendente y cabeza de los seis agentes desplazados a Sevilla por la Policía Metropolitana de Londres. "Está muy bien situado y ofrece una posibilidad de pasarlo bien sin tener que aventurarse en una ciudad que desconocen y en la que van a estar muy poco tiempo". El Tottenham arrastrará consigo a cerca de 4.000 aficionados con entrada y, según los cálculos policiales, prácticamente otro millar sin ella. Los aviones empezarán a aterrizar hacia las siete de la mañana en Sevilla y Jerez y despegarán en la madrugada.
El hospitality abrirá sus puertas a las 11 de la mañana y allí los hinchas británicos se encontrarán una larga barra -de paso, bloquea el paso a una valla que mira sobre un nudo ferrioviario- con 18 grifos de cerveza, más de cien barriles de reserva, con alcohol y sin él, que se venderá a tres euros la pinta. No habrá alcohol de alta graduación. También se venderán bocadillos, pero el que esté a tiempo podrá degustar un plato de paella que regala el restaurante anfitrión.
En la explanada se instalará un santuario, en donde los aficionados podrán dejar sus bufandas y banderas hasta la hora de salir para el estadio, sobre las siete de la tarde. Se podrán ver en dos pantallas gigantes imágenes de partidos históricos del club londinense. Un Dj animará el cotarro a lo largo de la tarde y aquellos que no tengan entrada podrán seguirlo en las citadas pantallas. A las 13.30 comerán juntos los representantes de la peñas de ambos equipos. El Tottenham ha desplazado a 21 personas para atender a sus aficionados y Marcamar ha dispuesto un telefono de contacto gratuito y en inglés.
Pero, por si la tentación no convence a los supporters, el mismo Tottenham se ha encargado de recordar a sus hinchas los peligros de andar por ahí cerveza en mano. En la página web del club londinense, el Consulado británico ha colgado íntegra la ley antibotellón, que castiga con 300 euros -y una legión de policías locales se dedicará a ello- a todo aquél que beba alcohol en plena calle. La policía, avisan desde la Delegación, tendrá "tolerancia cero" con cualquier "falta de respeto" hacia las celebraciones religiosas. Para desanimar a los más osados, los supporters recibirán en el avión un mapa detallado de la situación del hospitality. En él, bajo una flecha que señala el centro de la ciudad, pone: "A cinco millas" (unos ocho kilómetros). Y la verdad es que desde el paraíso del hincha inglés hasta la catedral hay menos de dos kilómetros.
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