Casquero frena las aspiraciones del Zaragoza

Un zambombazo de Casquero desde 25 metros truncó las aspiraciones burguesas del Zaragoza, que sigue a rebufo de la zona Champions. El centrocampista de Talavera demostró que, además de conducir el balón con criterio, cuenta con un potentísimo disparo desde media distancia. César hizo la estatua mientras, a su derecha, el cuero limpiaba las telarañas de la escuadra.

Toda una suerte para el Getafe, que no gana desde el 11 de febrero. Ayer igualó con el corazón en la boca los goles de Sergio García y D'Alessandro. Mucho premio cuando tomó la imprudente decisión de replegarse en su campo y regalar la pelota a la escuadra aragonesa. El conjunto de Bernd Schuster, que lleva seis partidos sin darse una alegría, sin una victoria que le dé opciones de luchar por un hueco en la Copa de la UEFA, ha perdido fuelle en el tramo más decisivo. Hasta Abbondanzieri, tan sobrio, falló a la costumbre y se tragó el saque de falta de D'Alessandro, que lo ejecutó desde su casa y sin malicia. Tan sólo buscaba un rematador. De esa guisa marcó por primera vez en España el medio argentino. Antes de dejar al River Plate, le consideraban una de las mayores promesas. Ahora parece que, por fin, se ha adaptado al fútbol europeo después de su periplo por Inglaterra y Alemania. La jugada le ha salido potable a Víctor Fernández, que creyó en su velocidad y desborde. Y en su habilidad para tirar las jugadas de estrategia, claro.

El cuadro de Schuster lleva ya seis encuentros sin darse la alegría de una victoria

La segunda diana del Zaragoza revolvió las tripas del Getafe, que no perdió el norte de milagro. Justo en la siguiente acción, Aimar lanzó un contragolpe mortal de necesidad, tres contra los dos centrales, que no supo finiquitar Diego Milito. El punta lo vio tan claro y lo quiso hacer tan bonito que envió el cuero fuera en vez de adentro. Lo fácil se hizo imposible.

Del Moral rescató a su gente al borde del descanso, cuando el Getafe ya sentía la soga anudada al cuello. Mandó con suficiencia un centro de Paredes a la red. Luego llegó la obra maestra de Casquero, que se inventó un tiro de la nada. A partir de ahí el duelo redujo revoluciones, con los jugadores muy exigidos en el cuerpo a cuerpo, mareados con tanto correcalles. Sólo Diogo, con un tiro al larguero en el descuento, le puso suspense a una partida que no contentó a nadie.