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Muere Marsal, fabricante de golazos

El ex jugador madridista marcó un tanto de leyenda tras regatear a cuatro jugadores del Athletic

Diego Torres

Ramón Marsal Ribó, autor del primer gol mágico que se recuerda en el estadio de Chamartín, murió el pasado domingo a los 73 años. Ayer fue incinerado en el tanatorio madrileño de la M-30 en presencia de Alfredo di Stéfano, el compañero que le dio la pelota para que iniciara su aventura más fascinante. Ocurrió en la era dorada de la radio, el 17 de noviembre de 1957. No hay registros televisivos capaces de recuperar el histórico momento. El que lo acuerda con más emoción es el hombre que vio venir a Marsal como vienen las amenazas que cobran forma: el portero del Athletic de Bilbao, Carmelo Cedrún.

"¡Ah!", dijo Carmelo ayer, apenas le mencionaron el nombre de Marsal. Entre receloso y feliz, no ocultaba su emoción. Los jugadores retirados reconstruyen su vida después del fútbol entrelazándola de recuerdos de su época de acción. A Carmelo el gol de Marsal le dejó una marca indeleble. A lo largo de los últimos 50 años no ha dejado de pensar en esos segundos. "Me acuerdo siempre de ese gol", dice. "Lo sufrí en mis carnes".

"Me acuerdo siempre de esos momentos", dice Carmelo, entonces portero del equipo vasco

"Se fue de Etura, de Garay, de Orúe, de Canito", recuerda Carmelo. "Todos mis compañeros fueron al suelo y se le quedaron mirando. Lo hizo a una velocidad increíble. Parecía que tenía chicle en la bota. Llevaba el balón pegado. Vino hacia mi y me dribló dos o tres veces, cosa que era imposible. Yo pegaba. Yo iba duro. Era muy difícil. En medio metro yo era muy rápido y no me pasaban, tenía una habilidad bárbara. Pero esta vez no pude cogerle".

Alfredo di Stéfano lo describió con una figura poética: "Dejó un tendal en el suelo. Un tendal de gente. Como si se cayera la ropa que estaba colgada, igual".

"Fue más que una obra de arte", dice Carmelo. "Vino hacia mi y me amagó hacia la esquina. La portería le quedó descubierta, desde un costado, le pudo pegar con la zurda. Pero no tiró sino que me volvió a driblar hacia adentro. Le solté una patada pero no le cogí. Entonces remató a la escuadra. Fue un golazo. Más que una obra de arte. Mi hijo, Andoni [ex portero de Primera División], que lo vio alguna vez por la tele y me decía: '¡Te dejó tirado''. A mí no me hacía tanta gracia".

Por el tono de Carmelo, se diría que convive con el gol de Marsal todos los días. Es como un tic, algo muy personal. "El Santiago Bernabéu se llenó de pañuelos blancos", insiste. El tupé de Marsal, negro, ondulante, invencible, se levantó sobre su frente mientras el jugador celebraba la hazaña con el puño en alto. Así lo captó el fotógrafo situado junto al palo derecho de la portería del conjunto vasco.

El héroe tenía 22 años. Era flaco, fibroso, seco de carnes, con la expresión añosa de los jovencitos de posguerra. Su carrera como interior derecha del Madrid prometía despegar para unirse a las estrellas más rutilantes del equipo. Sin embargo, una lesión lo obligó a retirarse prematuramente. Probablemente fue la mayor pérdida del gran Madrid de Di Stéfano.

Nadie sabe lo que podría haber llegado a ser Marsal de no haber metido la pierna en un pozo. "En aquella época los campos eran muy malos", recordaba ayer Pachín. Al parecer, durante un partido contra el Celta el jugador pisó mal y se rompió una rodilla. La rotura de los ligamentos cruzados era, en aquella época, sinónimo de conclusión de carrera. Los médicos le intentaron reparar el estropicio con unos clavos, pero el experimento no funcionó. Marsal intentó regresar jugando en el Plus Ultra y en el Murcia, pero nunca lo consiguió.

Militó en el Real Madrid entre las temporadas 1955 y 1960. Se retiró con 26 años y con cinco Copas de Europa, tres Ligas y dos Copas. Desde entonces, montó un negocio de fontanería y se ocupó de la gestión de empresas constructoras.

Marsal, en el partido en el que marcó un gol de leyenda al Athletic en el Bernabéu.
Marsal, en el partido en el que marcó un gol de leyenda al Athletic en el Bernabéu.DIARIO AS

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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