El Villarreal, a balón parado
Un autogol de Abbondanzieri condena a un Getafe sin pegada
El Villarreal no es lo que era. Ha perdido encanto. No acaba de encontrarse. Sin embargo, sigue sumando, sacando partidos adelante. Ayer lo hizo con más oficio que formas ante un Getafe que pagó el mal de los humildes: la falta de gol. Su buena disposición, ánimo y criterio quedaron en nada por las pocas luces mostradas en los metros finales, para desesperación de Bernd Schuster, que terminó tan exaltado que le costó la expulsión.
A pesar de la ausencia de Riquelme, el Getafe no alteró su plan. Poco le importó la baja del argentino. Su privilegiada posición no pervierte su ego. Su disposición es firme, su actitud y formas muestran más grandeza de las que aparenta. En el Villarreal, la baja de Riquelme tenía más lecturas que las simbólicas. Con el suramericano en el terreno de juego, todas las decisiones pasan por su cabeza y por sus pies. Todo el mundo acepta la jerarquía y le busca devotamente. Riquelme marca los tiempos y el devenir, una especie de dependencia que condiciona al conjunto de Pellegrini, en la mayoría de los casos para bien y en algunas ocasiones de manera nociva si se presenta el Riquelme indolente o menos lúcido.
VILLARREAL 1 - GETAFE 0
Villarreal: Barbosa; Javi Venta, Quique Álvarez, Fuentes, Arruabarrena; Cani, Josico (Tacchinardi, m. 64), Senna, Marcos (Somoza, m. 82); Nihat (Guille Franco, m. 72) y Forlán. No utilizados: Viera; Cygan, Josemi y Jonathan.
Getafe: Abbondazieri; Cortés, Alexis, Berenguer, Paredes; Celestini, Casquero (Pachón, m. 81); Cotelo (Paunovic, m. 70), Redondo, Nacho (Sousa, m. 23); y Manu del Moral. No utilizados: Luis García; Pulido, Licht y Alberto.
Gol: 1- 0. M. 51. Arruabarrena remata con la cabeza un saque de esquina y Abbondazieri, en su intento de despeje, introduce el balón en su propio marco.
Árbitro: Rodríguez Santiago. Sacó la tarjeta amarilla a Celestini, Quique Álvarez y Paunovic. Expulsó en el minuto 90 al técnico del Getafe, Bernd Shuster.
Unos 18.000 espectadores en el estadio de El Madrigal.
El Getafe se encontró ayer a un Villarreal más democrático que de costumbre. Toda su gente asumió responsabilidades y menesteres, cosa que, por momentos, desconcertó al conjunto madrileño, que no tenía claro si ejercer de presa o de cazador. Sin embargo, si hay un equipo solidario y tenaz en el esfuerzo es el Getafe. Schuster ha sabido dotarle de un estilo definido, minimalista y sencillo, a la vez que eficaz. Un conjunto hecho a retales por las limitaciones presupuestarias y que resulta igualmente eficaz.
El encuentro transcurrió en un plano de corrección, sin demasiados detalles, sin la hegemonía de nadie sobre nadie. Hasta que dio comienzo la segunda mitad y el Getafe pareció ver a un Villarreal terrenal y accesible. Su amplitud de miras pronto se convirtió en obligación al recibir un gol a poco de dar comienzo los segundos 45 minutos.
Las jugadas a balón parado volvían a dar sus frutos al Villarreal, que ha marcado seis de sus 12 tantos en jugadas de estrategia, es decir la mitad.
Sin alardes, el Getafe dignificó su propuesta. Y perdió por su escasa pegada. Lo contrario que el Villarreal, con más eficacia que plasticidad, en contra de su corta pero significativa historia.
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