"Da pena decir que sí"
Lorenzo Milá (Telediario, TVE-1) hizo un resumen de la tragedia incendiaria en Galicia y luego le preguntó a su periodista en la zona si la magnitud del desastre era el descrito, y la chica, de nombre Ana Lorenzo, acaso la más aguerrida de las periodistas televisivas que hemos visto últimamente, le respondió lo único que se puede decir: "Da pena decir que sí". Los periodistas no solemos implicarnos en el sentimiento que despierta un hecho, parece que da repelús; pero colocó tan bien Ana Lorenzo su dolor, que ya uno vio todo lo que siguió como una tragedia aún más honda, capaz de conmover a quien la cuenta. Pasé a Cuatro y vi a Astarloa, que ahora comenta desde el PP los acontecimientos españoles (para culpar al Gobierno, como el PSOE culpaba al PP cuando éste gobernaba). Astarloa acusaba al Gobierno, sucesivamente, de los incendios en Galicia ("los adivinó", entendí que quería decir) y de los (futuros) incendios en el País Vasco.
Los incendios dejan un regusto terrible, a asesinato. Agosto parece haber empezado con el dolor de la muerte y con el dolor de la destrucción, da pena decir que sí. La crónica que hizo Luis Pérez desde Tiro, para TVE-1, narrando un rescate dramático de víctimas inocentes, atrapadas en un edificio derruido, contiene un dramatismo que hiela la sangre. En Cuatro vi después a unos jóvenes desafiando las leyes del tráfico: quieren conducir y beber, "y si no, que quiten la Fiesta del Albariño". Mandaban mensajes a sus madres: "No me esperes esta noche". Querían incendiarse de alcohol, ¡y seguir manejando sus coches!
De Cuba no había nada nuevo, excepto que Fernández Retamar (presidente de Casa de las Américas) mentó la bicha, la palabra transición, "la que no se puede decir". Busqué en Digital + y me puse a ver Cubavisión, a ver si salía. Había un novelón, de amor y celos, y escuché este diálogo entre dos mujeres, que brindo por si sirve para interpretar también los silencios cubanos: "¡Si al menos pudiera decirle la verdad!". "Pero es que no se puede, querida".
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