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Crónica:Alemania 2006 | Arabia Saudí-Ucrania
Crónica
Texto informativo con interpretación

Llueve sobre Arabia

Ucrania golea a base de aprovechar la debilidad en el juego aéreo del próximo rival español

Diego Torres

Arabia Saudí no tiene techo. Si llueve, se mojan todos. Si llueven balones, es un festival para el que se atreva a pisar su área. Conviene que lo sepa España porque es su próximo rival. Ucrania lo sabía y le centró cinco pelotas en los primeros quince minutos de partido. Cada balón encontró un rematador ucranio. Shevchenko cabeceó dos veces solo, pero sin éxito. El que se llevó el premio fue Rusol. Este joven central del Dnipro tiene acné y ganas de pasarlo bien. Ayer se fue a dar un paseo por el área de Zaid y a los centrales árabes les faltó ponerle una alfombra. Son gente hospitalaria. Y, además, se tropiezan. En el peor momento. Justamente cuando la pelota alcanzaba el primer palo a la altura del área pequeña. Rusol se coló entre los dos y estiró la pierna. El córner, lanzado por Kalinichenko, le pegó en la rodilla y entró. En el banquillo, Blokhin lo festejó como si fuera la final de Berlín.

RESULTADO

ARABIA SAUDÍ 0 - 4 UCRANIA

El partido se jugó en Hamburgo y bajo la lluvia. Teniendo en cuenta los precedentes climáticos y biológicos, la lluvia es un factor relevante. Desde que jugaron ante España, los ucranios se quejaron del calor alemán y de unas ranas que no les dejaban dormir en su hotel de Prusia. Ayer, en Hamburgo, la temperatura bajó. Cayó una lluvia persistente. Aquello recordaba al otoño en Kiev. El clima, sin embargo, resultó extraño a los árabes. Sobre todo, a los dos centrales, que no debían de estar acostumbrados a cabecear balones húmedos. Es normal. Todos juegan en la Liga saudí.

Tras recibir cuatro goles contra España, el seleccionador ucranio aprendió que un mes de concentración con balón medicinal no es la mejor vía para pasar a la historia. Como tampoco le sirvió de nada intentar controlar el partido con medios matracas, Blokhin resolvió ayer apostar por los que se asocian subiendo. Dispuso a tres centrales y animó al resto a unirse a la causa de Shevchenko, que da señales de recuperación. Para terminar de agitar el partido le dio la titularidad a Rebrov, el veterano camarada de Shevchenko en la delantera del Dinamo.

Las incursiones de Rebrov hicieron estragos en los costados de la defensa árabe. Después de varios meses de baja por lesión y tras un año de pasión en el fútbol inglés, el partido de ayer le permitió viajar al pasado. Volvió a sentirse desequilibrante. En una de sus incursiones puso a prueba el efecto bombástico del nuevo balón. Sacó un derechazo desde 30 metros que elevó el proyectil para bajarlo justo en el segundo palo, a la espalda de Zaid.

En el primer minuto del segundo tiempo, Kalinichenko volvió a centrar una falta lateral y Shevchenko puso la frente. Más lluvia. Al Montashari, un central elegante, espigado, no se elevó ni un centímetro para interponerse al delantero. Al Montashari es un caso típico de buena pinta sin consecuencias. Algunos países cultivan el prejuicio del buen porte, sobre todo en los centrales y en los delanteros. Como si la envergadura fuese un requisito imprescindible para jugar al máximo nivel. Si los saudíes eligen a sus jugadores por las longitudes, el centro del campo estuvo poblado por sus mejores representantes. Al Ghamdi, Aziz y Noor son fotogénicos, saben moverse con garbo y hasta tocan la pelota con clase. En una película podrían pasar los tres por dobles de Patrick Vieira. Ninguno se distingue del otro por nada en especial. Sólo tienen un problema: no saben jugar a esto.

Cuando Paquetá cayó en la cuenta de que a su equipo le sobraban ornamentos dio entrada al contrahecho Kathran. Desgarbado pero listo, el recién llegado animó un poco la tarde. El partido se estiró un poco y los hamburgueses no se fueron a sus casas sin hacer la ola.

Shevchenko se abraza con su seleccionador, Blokhin, tras el gol.
Shevchenko se abraza con su seleccionador, Blokhin, tras el gol.REUTERS

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Sobre la firma

Diego Torres
Es licenciado en Derecho, máster en Periodismo por la UAM, especializado en información de Deportes desde que comenzó a trabajar para El País en el verano de 1997. Ha cubierto cinco Juegos Olímpicos, cinco Mundiales de Fútbol y seis Eurocopas.

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