Directo al corazón

Artistas como Richard Hawley evidencian que el antiguo rock and roll aún conserva la magia y la capacidad de sugestión romántica con la que nació e hizo las delicias de la generación de los jóvenes de los años cincuenta y los que vinieron después. Pero es que, además, y lo que es más importante, Richard le da un punto de contemporaneidad para hacerlo huir de exagerados revivals y cobra vigencia; más adulta, eso sí, pero vigencia en un mundo, el de la música popular, en el que la vigencia sólo dura ya un breve espacio de tiempo. El cantante y compositor nacido en Shefied, Inglaterra, Richard Hawley ofreció, junto a su banda, en Madrid uno de esos conciertos hermosos y singulares que tardan en olvidarse, como ya dejara entrever esta primavera pasada como telonero en la capital de la legendaria Nancy Sinatra o en su intervención en verano en el pasado Festival de Benicàssim.

Música directa al corazón que emana de la garganta de oro de Hawley -al que ya han situado como nuevo Sinatra-, su voz grave junto a un acompañamiento sobrio de rock de 12 cuerdas, afiladas guitarras con ecos del desierto, tañida a veces con algún que otro bottle neck, base rítmica con aplomo y un leve teclado para dar el ambiente. Con estos pocos elementos cocinó Richard Hawley un sabroso plato, una especie de sopa de tropezones emocionales a la americana. Venía a presentar los temas de su último disco, Cole's Corner, y la verdad es que el concierto alcanzó momentos tremendamente gloriosos en lo musical, lo cual, teniendo en cuenta que era un concierto en una sala de pequeño aforo, resultó extraordinario, porque, entre otras cosas, el sonido era muy bueno.

Entre las nuevas composiciones que tocó, es justicia resaltar la íntima belleza de canciones como Just like rain (Wading Through), The Waters of My Time, la romántica Who's Gonna Shoe Your Pretty Little Feet? Canciones leves como poemas cortos y directos, en el transcurso de las cuales, si se cierran los ojos, se evoca desde el asiento de un Cadillac el paisaje a lo largo de la carretera de la América del Norte más intensa, con más raíces, y eso que Hawley es inglés.

Entre sus viejas composiciones, el brillo correspondió a temas como Motorcycle song, toda una declaración de principios; Baby you're my light, con la que abrió la velada, o Nights are cold, que la cerró, antes de regresar al escenario para versionear a su estilo tan cool, tan Nick Drake, el That's alright mama de Arthur Crudup que inmortalizara Elvis.

Esbozando a lo largo de la noche un divertido sentido del humor y mostrándose tremendamente generoso a la hora de introducir cada canción con su correspondiente comentario, Richard Hawley se metió en el bolsillo a un público entregado que disfrutó cada uno de sus temas.