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Crítica:TEATRO
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Literatura como fuente

Ya en los títulos se deja ver que estamos ante una adaptación de una versión de un montaje anterior, el estrenado en el Grec de Barcelona en 1998, con Giorgio Albertazzi en el papel principal que ahora protagoniza José Sancho. Comprimir en poco más de una hora la novela de Marguerite Yourcenar no es precisamente tarea fácil, pero la adaptación se ha ceñido a lo esencial, a la conservación de una cierta atmósfera mediterránea sobre la que el emperador Adriano desgrana sus reflexiones en los días de su vejez.

Un espacio límpido y claro, muy propio de la estética del Piccolo de Milán, recorta las figuras sobre un fondo neutro, todo al servicio de un Adriano casi siempre en primer plano, en una actuación muy contenida de José Sancho que se dirige directamente al público en una especie de confesión sobre los sucesos de su vida. Bellísima confesión, que suena muy exacta en esta versión, donde el emperador envejecido recuerda su juventud y sus días de gloria, para pasar después en una madurez que desemboca en el trágico suceso de la muerte de Antinoo (Joan Boix), último gran amor de Adriano, con el que se cierra la representación.

Memorias de Adriano

De Marguerite Yourcenar, en traducción de Nuria Furió y adaptación teatral de Jean Launay. Intérpretes, José Sancho, Joan Boix, Lola Moltó, Juan Mandil, Juli Antoni García, Matías Marré, Estela Plantón, Ana Conca. Vestuario, Bárbara Lacurti (basado en el original de Pedro Cano). Iluminación, Juan Gallego, Manuel Gutiérrez. Escenografía basada en el diseño original de Roberto Francia. Máscaras, Giancarlo Santelli. Música, Giancarlo Chiaramello, Gregorio Panigua. Dirección, Maurizio Scaparro. Una producción de Teatres de la Generalitat Valenciana. Teatro Principal. Valencia.

Por debajo del texto -pausado y muy claro en sus transiciones- circula una mirada atenta y tierna sobre las circunstancias del mundo de aquel tiempo, y también sobre una manera de entender la cultura que privilegia en todo momento la tradición griega. Cosa distinta es la aparición del teatro en sí mismo, con las irrupciones del Adriano joven y de sus amigos, el maestro escénico Olimpo, y otros personajes que interfieren en el monólogo de Adriano estableciendo breves diálogos que contribuyen a precisar la situación y el paso del tiempo. Una irrupción por lo general festiva que no siempre casa del todo con la presencia constante de Adriano en el escenario.

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